Liuba María Hevia celebrará sus cincuenta años de vida con «Luna del 64»

El espectáculo de Liuba María Hevia del próximo 13 de diciembre en el Teatro Mella de La Habana fue bautizado como Luna del 64 y propone un recorrido por la carrera de la artista que ha sabido entretejer con elegancia guajiras, sones, danzones, habaneras y hasta tangos, sin importar la moda del momento.

"La libertad es para usarla y así lo he hecho en el mejor sentido, he cantado lo que he querido, más allá de las modas, por eso tengo una sensación de paz", confesó a Prensa Latina.

En el concierto, la Embajadora de Buena Voluntad del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia dedicará momentos a los niños, pues ese eslabón básico de la sociedad motivó algunos de sus discos y ella misma se siente muy joven aún.

"Teresita Fernández decía que una cosa es la edad del cuerpo y otra la del alma, y yo me siento como una adolescente empezando la carrera", afirmó la cantante que en 2012 grabó un álbum con los temas seleccionados para ella por esa extraordinaria compositora cubana de música infantil, fallecida en 2013.

Dueña de una dulzura que le facilita el éxito en el repertorio propio y ajeno, Hevia todavía experimenta cierto susto en la pata del escenario antes de salir en público, pero le encantan los teatros.

Otras manifestaciones artísticas como la danza y el teatro la acompañarán en la celebración del cumpleaños 50, durante el cual planea compartir la escena con la intérprete Beatriz Márquez, conocida en Cuba como la musicalísima, y promocionar el más reciente álbum, El mapa de mis canciones.

Con esa producción desea rendir homenaje a todos sus maestros y saldar una deuda pendiente con la guitarra.

Hevia cree en las cosas que fluyen en el arte, en la inspiración, en las musas y en las señales. Cuando una idea melódica o una frase llega a torturarme deliciosamente tomo la guitarra y empiezo a buscar dónde está, reveló la compositora de Como un duende y Ángel y Habanera.

Pese a tocar sensibilidades con sus composiciones, no se considera poeta, y la voz que los musicólogos califican de excepcional a ella le resulta ajena pues se escucha a sí misma diferente a las grabaciones.

Sin embargo, quienes la rodean admiran la invariabilidad de su voz colorida en ensayos y escenarios.

Pudiera parecer difícil de creer en esta contemporaneidad tan tecnológica que suma artificios a las voces con cierta apariencia de natural, pero los discos de la Hevia reflejan con fidelidad sus tonos, timbres y melodías.

Ser diferente no es un planteamiento que uno se haga consciente, ser diferente tiene un costo, es defender lo que quieres decir, de la manera en que quieres hacerlo, afirmó con su valentía habitual.

"Yo fui una niña muy enfermiza y una de las cosas que a mí me hacía mucho bien era la música, me acuerdo bastante de eso cuando trabajo con los niños, del placer que yo sentía cuando escuchaba alguna melodía, comentó con brillo en los ojos, porque hablar de música la enciende".

"Desde que tengo uso de razón estoy soñando con música, la guitarra fue una obsesión reiterada de la infancia que impulsó a mi madre a llevarme a un hospital, porque era una idea fija desde que descubrí el instrumento", comentó.

Una familia muy humilde no le pudo obsequiar un ejemplar hasta los 13 años de edad, así que desde los ocho tocó en guitarras prestadas de amistades.

Por aquel entonces, escuchaba radio a menudo y una grabadora de casetes en casa de su tía, en el municipio Habana del Este.

"Yo creo que a mí me cambió la vida, siendo una niña, el estar en casa de mi tía en el reparto Guiteras, escuchando La era está pariendo un corazón y Te doy una canción, de Silvio Rodríguez", confesó.

"¿Imagínense qué puede pensar una niña de esas canciones? No lo puedo explicar, pero es algo que quería tocar, hacer, dialogar desde el instinto de la sensibilidad, porque no había un conocimiento en ese momento", añadió. "Sin la presencia de la Nueva Trova, yo hubiera sido una enamorada de la guitarra y de la música, porque llegaron a mí antes, pero fuera otra persona, otra artista y ser humano, y viera la música y la canción de manera diferente", sostuvo.

Como acostumbra en cada entrevista, la cantautora agradeció a Pablo Milanés —otro fundador de la Nueva Trova— la oportunidad de grabar su primer disco Coloreando la esperanza, en 1993, y aseguró que para ella la creación es una consecuencia de vivir, no al revés.

Aún le embarga la sensación de la palabra inconclusa, pero también la tranquilidad de haber hecho lo que ha querido.

En 2014, Hevia presentó un libro recopilatorio de la letra de sus canciones e ilustrativo de algunos detalles de su biografía.

Uno de los maestros fundamentales en la adolescencia de la artista le adelantó a la madre que la hija tenía la cabeza llena de canciones, ahora nos consta a todos, aunque ella apenas se percate de que tiene mucha poesía y aún pudiera escribir mucho más.