"Cuando sentía que no tenía fuerza escuchaba su voz, en ella encontraba la razón para continuar", contó este sábado Sol Musset, compañera de vida del cantor del pueblo, Alí Primera, durante la sesión especial que efectuó la Asamblea Nacional en la Casa Museo, ubicada en Paraguaná, estado Falcón.
Sol Musset con Alí Primera.
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AVN – Sol Musset relató detalles de su vida junto al cantante revolucionario Alí Primera, cuyas letras proclamaban la necesidad del pueblo venezolano por liberarse de las políticas neoliberales que sólo los oprimían y les negaban la posibilidad de tener conciencia propia.
"El discurso que les traje hoy no está en papel, lo tengo en mi conciencia y mi corazón. He venido para hablarles de un hombre ejemplar, de mi esposo, Alí, cuyo pensamiento sigue vivo y cuya obra fue rescatada por el presidente Hugo Chávez", destacó.
Desde que Alí era niño "fue un hombre solidario, un luchador, un guerrero, un hombre que usaba su instrumento para cantar una canción necesaria, un grito de conciencia y hacer revolución".
Musset sostuvo que era fácil para el intérprete pararse en una tarima y cantar letras como Qué triste se oye la lluvia en los techos de cartón. "Alí quería que su pueblo despertara y se diera cuenta de que tenía voz y podía luchar por la libertad, libertad que también era el sueño de nuestro Simón Bolívar", resaltó.
Comentó que el cantor aprendió a sumar y restar mirando desde una ventaba cómo enseñaban a pescadores adultos en una escuela que era sólo para ellos: "Él se paraba encima de la cajita que utilizaba para limpiar zapatos y desde la ventana escuchaba y aprendía".
Recordó que Primera fue perseguido por su lucha guerrillera y torturado por no delatar a un camarada: "Los oligarcas creyeron que pasándole corrientazos lo harían renunciar a su pensamiento libertario, pero se equivocaron porque, aun padeciendo el dolor, no delató a su compañero de lucha, él (Alí) era un hombre leal".
Precisó que hace 30 años, la noche anterior al accidente automovilístico en el que murió Alí "se sentó en su mecedora y hablando en voz alta mirando hacia la figura del Che Guevara que él tenía en la casa decía: 'Qué vaina que mi pueblo no escuchó mi canción' y andaba como triste y desilusionado... el creía que el pueblo no había despertado y lo dijo esa noche: que su pueblo no había despertado, pero hoy sé que Alí está dentro del corazón de cada hombre y cada mujer revolucionarios".
"Alí nos hace un llamado de amor, de unidad, porque hay muchos tripones (jóvenes) dispersados hoy día, equivocados de camino. Tenemos que agarrarlos con amor y hablarles, nosotros podemos enseñarles el camino de la revolución", subrayó Musset.
Dijo que como adultos hay que actuar como decía el también poeta Alí, entre la rabia y la ternura, es decir, "con firmeza y con amor porque ese que está disperso también es venezolano. Debemos continuar la lucha".
Musset relató que después de la partida física de Alí se quedó sola con sus cuatro hijos: Sandino, Florentino, Servando y Juan Simón. Ser comunista, así como la esposa de un líder comunista, no le facilitó las cosas. Al contrario le negaba el derecho de tener un empleo fijo y estable para sustentar su hogar.
"Me botaban de los trabajos, me decían: o su empleo o sus hijos, y yo respondía que los prefería a ellos, y salía con mis cuatro muchachos, dos cargados y los otros al lado mío, triste, pero con la fortaleza de que no era la viuda del comunista sino la esposa, la mujer que también creía en la revolución popular y la conciencia", recordó.
Agregó que cuando venían los tiempos duros para ella y sus hijos había una frase de su esposo que no olvidaba: "Aunque la mano sea dura, no endurezcas el corazón. Esa expresión me llenaba de fuerza y valentía para no decaer, para no desanimarme. El canto de Alí es un poema de amor, una fortaleza para este camino de lucha y pensamiento liberador".
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