Susana Baca: «Mi aporte es creer en nosotros»

Susana Baca. © Xavier Pintanel

Télam - A los 72 años y más enfocada en la primera escuela de música rural que impulsa junto a su compañero, Ricardo Pereira, que en el título Honoris Causa que en agosto pasado le otorgó el Berklee College of Music, Susana Baca aseguró en charla con Télam que "mucha agua ha pasado por debajo de los puentes, puentes tendidos entre la historia de nuestra música y el desafío del presente".

Y en ese tránsito que no puede ni debe mensurarse en términos mediáticos o comerciales, la cantante apuntó que "yo siento que he aportado a nuestra identidad de muchas formas y giros en nuestra percepción musical".

"Muchos de los jóvenes de mi tierra —resaltó— siguen mis pasos, ya no hay miedo a tocar la música de los negros y de los indios, ya no son invisibles y son percibidos por todos como lo nuestro. Mi presente es el de la maestra".

De cara al concierto que el sábado desde las 21 ofrecerá en la sala sita en Corrientes 860, Baca deslizó: "No traigo muchas cosas nuevas, no creo que haya que cambiar todo. El repertorio que haré tiene mucho amor, canciones de amor, estoy enamorada de la vida y eso llevaré. Así que vengan para abrazarnos".

Télam: ¿Cómo narraría su evolución como cantante?

Bueno, aquí la respuesta es más difícil, empecé a cantar con el corazón y desde ese mismo corazón sigo en pie, la razón y las búsquedas de letras, decires en mi música no han cambiado, sigo buscando las composiciones que nos digan algo, que nos acompañen en el ser mejores, también podría decir que tengo menos miedo a decir verdades, la ventaja del tiempo es esa, ya no se tiene miedo a decir verdades.

¿Dónde está el germen de su conexión con lo ancestral?

En los pies, en la manera de llevar el ritmo. Por esto canto sin zapatos, necesito el piso cerca, ahí está el pulso vital de mis abuelos… claro que el asumirme negra, reconocer mis ancestros negros e integrarlos en una sociedad mestiza y reconocerme en todo ello es mi conexión. Ahí está todo.

¿Cómo se fue modificando con el tiempo ese lazo con el ayer en una América Latina de influencias culturales tan diversas?

Escuchar hace bien, los mayores somos bibliotecas vivientes porque ya escuchamos mucho. La América nuestra, la latina, se ha alienado a una noción anglosajona, que antes era europea… las influencias culturales diversas están más reales y persisten en la tierra, en el campo. Yo vivo ahora cerca al mar, soy casi una campesina y encuentro raíces olvidadas muy bellas y muy vivas. Vivo con dos pies en dos realidades, una moderna y alienada y otra telúrica, nuestra, marginal y con muy pocos puentes para sumarse a la otra.

¿Cuál considera que es su aporte más importante a la música latinoamericana?

Yo creo que mi aporte está más bien en la perseverancia por la búsqueda de un canto comprometido con una América Latina solidaria y más nuestra. Formo parte de una generación de creadores que apuesta por una sociedad más justa, que parte de su raíces para compartirlas… Yo bebí de la fuerza de los artistas argentinos, ecuatorianos, bolivianos, chilenos, brasileros, éramos, somos hermanos.

¿Qué significó haber recibido el Master de la Música Latina de la Facultad de Música de la Universidad de Berklee?

Aún no lo asimilo ¿será un homenaje a mi porfía por la música? ¿será un reto mayor de aquí en adelante? Claro que me emociona, claro que me hace sentir bien, claro que me apura a ser un mejor referente, pero ¿podré portarme bien? La Universidad de Berklee es para muchos en el mundo la mejor escuela en la música, les aseguro que me portaré a la altura de este honroso reconocimiento.

¿Qué puede contar acerca de la primera escuela rural de música que sostiene con Pereira?

Esto es una pequeña maravilla, un desafío convertido en sueño. Es la creación de un espacio para que los jóvenes de mi pueblo puedan hacer lo que sus padres y abuelos hicieron: Bailar y cantar. No es una escuela modelo conservatorio, es una escuela experimental, creo que debe ser un espacio para fortalecer las identidades de negros, indios, criollos, chinos que habitan en este lugar, unos bailan la música de las alturas pero aman el cajón. Los alumnos son niños del campo, no voy a formar músicos que compitan con los egresados del conservatorio, nuestros jóvenes serán sensibles a todas las experiencias musicales. Ricardo Pereira, es mi cómplice y el capitán de esta locura.

Por último ¿quiere hablar de su tierra de Cañete?

Bueno, Cañete es una región de la ciudad de Lima, tiene muchos pueblos, el pueblito donde desarrollamos un Centro Cultural de la Memoria, se llama Santa Bárbara y fue una vieja hacienda donde se vivió la esclavitud africana y la llegada de los chinos en los finales de la caña de azúcar, después la presencia japonesa para el algodón, indios y europeos. Creo que en estas tierras transita de alguna manera el temperamento de las raíces peruanas, somos la mezcla de todas estas influencias, y nuestro arte es también la fusión emocional de estas raíces, de todas las sangres.