Diciembre de 2007
Los organizadores del Barnasants estuvieron bien aconsejados cuando algún amigo querido y cercano les sugirió a Christian y Mario como alternativa musical y complemento magnífico a un variado y rico Festival. La idea parecía atractiva. Incluir en el programa a un dúo boliviano que no hacía música andina les sedujo desde el principio. No se equivocaron.
Y vinieron con sus guitarras al hombro, sus ilusiones recién estrenadas, su emoción ante lo nuevo, su solidaridad por bandera, su amor a Bolivia como catecismo, su canto a la igualdad, al amor, a la esperanza, a la paz. No hay canto mas bello, ni esperanza tan bien interpretada. Pasaron por el Harlem como un vendaval de aire nuevo, fresco, esperanzador y emocionante. Simplemente podemos decir que son magníficos esa pareja de soñadores y que si sus pasos les traen de nuevo hasta este lugar, haremos bien todos, los que les conocemos y los que no, en no perdernos algo tan espectacular, tan hermoso.
Y es que si hay una canción arrebatadora en su amplísimo repertorio es ese “Píntame Bolivia” que es todo un himno maravilloso que se te mete en el cuerpo y el alma, y así, sin querer acabas siendo también un poco más Bolivia, que es justamente lo que la canción desea que suceda. Pero el Píntame no es la única canción que nos conmueve. Hay otras muchas.
Está claro que la realidad y la historia no es la misma en todos los países de Latinoamérica y quizás por eso el lenguaje tanto poético como musical tampoco lo es. Negro y Blanco cantan la esperanza hasta el agotamiento en el país mas pobre y más necesitado del continente suramericano. Su lenguaje no tiene maldad ni es incendiario. A Negro y Blanco les parece que en la situación como se encuentra el país no conviene quemar nada, sino construir entre todos un futuro mejor y en este sentido su canción no arremete a ningún tipo de estamento. Es solo, nada más y nada menos que un canto al amor, a la justicia, a la esperanza, sobre todo a la esperanza en construir un espacio mejor y más justo donde quepamos todos, los bolivianos en primera persona y por extensión también aquellos que no lo somos.
La fuerza interpretativa es tremenda. La voz de Christian inunda todo con la fuerza de un huracán. La sintonía con el otro miembro del grupo (Mario) es más que notable y eso se nota desde fuera desde el primer instante.
Y además de todo eso tengo que añadir que cuando les conoces te das perfecta cuenta de la madera de la que están hechos estos dos personajes tan entrañables y tan necesarios. Muchos como ellos hacen falta allá y aquí, para ser entre todos más solidarios y mejores. Si además todo eso lo consiguen con guitarra y canciones me parece que su misión está más que cumplida.
A modo de saludo para Negro y Blanco desde estas líneas les diré solo una cosa: amigos, no cambiéis nunca. Os necesitamos así. Gracias.
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