Fecha de nacimiento:
04 de julio de 1914
Fecha de fallecimiento:
04 de diciembre de 2005
Hernán Raúl Núñez Oyarce es el nombre de un pionero y un maestro. Fue una de las figuras más influyentes en la creación, valoración y difusión de la cueca practicada fuera de la industria del espectáculo, especialmente en zonas populares de Santiago y Valparaíso durante el siglo XX, y a la que él vino a llamar “cueca brava” (también conocida como centrina, urbana y chilenera). Fue integrante fundador de Los Chileneros, grupo con el que registró no sólo su voz, su pandero, su tañador y sus cuecas, sino también sus magníficos relatos. A través de ellos vertió parte de su visión acerca de la cueca y su práctica como fenómeno socializador y festivo de su época.
Como creador, Nano, como se le conocía en los ambientes de la cueca y el comercio, se destacó en diversos ámbitos. Fue un prolífico autor y compositor, cuyas cuecas fueron grabadas por decenas de los más heterogéneos conjuntos y solistas desde la década de 1960, y hasta mucho tiempo después de su muerte en 2005. Si bien no fue una descollante voz prima, Núñez fue un cantor que dominaba una enorme cantidad de versos de cueca —y en general del refranero popular—, pero que además sabía “afirmar” (apoyar) con su segunda voz a cualquier otro cantor. Fue también constructor de panderos y tañadores, que confeccionaba con simples latas, y que se utilizaban en la función del “tormento” huaso. Con ellos, Nano Núñez lograba un timbre distintivo posible de apreciar en prácticamente todas sus grabaciones.
Fue también un creativo poeta popular, cuyos versos plasmaba a través de la cuarteta. Núñez utilizaba este formato tanto en sus autobiografías como en sus homenajes a otros artistas, sus crónicas urbanas, la alabanza de la belleza femenina y la apología de su otro gran amor además de la cueca: el tango.
Estación Central: comienzo y fin de todos los viajes
Nació en Santiago el 4 de julio de 1914, aunque como él mismo destacaría en una de sus cuartetas, fue inscrito el 7 de septiembre, conminados sus padres por el cura que lo bautizó. Se crió en el barrio aledaño a la Estación Central de trenes. Sus calles, pasajes y conventillos fueron entonces sus primeras “canchas”. Según sus versos autobiográficos, publicados en el libro Nano Núñez. Poesía popular (1997), desde su infancia desempeñó los oficios típicos de un niño nacido en la pobreza urbana: lustrabotas, suplementero, peoneta, cachurero, hasta ayudante de herrero. De la educación formal recordaba solamente el silabario. Núñez siempre mencionó como su universidad a “la escuela de la vida” cursada en arrabales y conventillos.
Consultado en una ocasión por el prostíbulo de la Tía Carlina, cuando aún se encontraba en la calle Maipú, a cuadras de Estación Central, Núñez comentó con soltura sobre una época en que se dedicaba a vender perfumes “juleros”, que cambiaba por amor. Hombre rudo y escéptico –aunque creyente en males, “entierros” y “palabras redobladas”–, en otra oportunidad se le preguntó si profesaba alguna creencia religiosa. Núñez no dudó en responder dónde habría estado entonces su “ángel de la guarda” cuando perdió uno de sus ojos en un accidente siendo niño.
La estudiosa Margot Loyola escribió sobre Núñez: “Es un buen ejemplo; extraordinario cultor de la cueva brava (como él llama a este tipo de cueca centrina urbana asentada en Santiago y Valparaíso), afirmaba tener ‘buen pito’ (voz potente) gracias a dos de sus múltiples trabajos, en los que debía gritar su mercancía, siendo suplementero y también vendedor ambulante”. Ésa elección de cantor marcó un vida entera dedicada a la cueca, la que como autor y compositor comenzó a materializarse ya antes de formar junto a Perico Lizama y Baucha Araneda, entre otros cantores, su “lote” más recordado: Los Chileneros.
Un cantor de fonda en la industria del espectáculo
Las primeras cuecas de Núñez que fueron registradas discográficamente datan de inicios de los años 1960. Es así como gracias a la serie de discos de EMI Su majestad la cueca (2009), que reeditaron las grabaciones de sus innumerables cuecas a partir de una selección del musicólogo Rodrigo Torres, se logró acceder a una de sus primeras composiciones llevadas al disco: la cueca “A Jorge Toro”, grabada por Los Huasos Quincheros y dedicada al futbolista del Mundial de 1962. Su autoría aparece compartida con el guitarrista Humberto Campos Zúñiga.
Ya con mayor precisión se pueden rastrear composiciones de Núñez en el disco Cuecas (1963), del Dúo Rey-Silva con Mario Catalán, donde aparecen “El organillero” y “El gallo kikirikí”. Más de una veintena de cuecas suyas se registran entre 1963 y 1967, el año en que Los Chileneros ingresaron al estudio por primera vez. En ese lapso, sus cuecas fueron grabadas por Los Perlas, Silvia Infantas y los Cóndores, Los Hermanos Campos, Los Hermanos Lagos con Las Consentidas, Segundo Zamora e incluso el astro del Neofolklore Pedro Messone.
De la misma forma, entre sus cuecas registradas entre 1967 y 1973 por Los Chileneros —junto a las que otros intérpretes grabaron hasta 1978—, se cuenta medio centenar más de piezas, interpretadas por conjuntos como Las Morenitas y los dúos Rey-Silva y Leal-Del Campo. En tanto, la participación de Núñez como músico se puede encontrar desde antes de su participación con Los Chileneros. Según sus propias palabras, Núñez habría actuado como panderista en la grabación del disco Los grandes de la cueca (1965), del Dúo Rey-Silva con Mario Catalán.
Su trabajo con Los Chileneros quedó registrado en tres LP: La cueca centrina (1967), La cueca brava (1968) y Así fue la época de oro de la cueca chilenera (1973). A esos trabajos originales se le suma el caset Por los barrios bravos (1984), y los discos compactos Los Chileneros en vivo (2001) y La Yein Fonda II (2001). En 1972, Margot Loyola editó el LP Siete compositores chilenos, donde registra canciones de diversos géneros, entre tonadas, canciones y valses de autores como María Luisa Sepúlveda, Pablo Garrido, Carlos Isamitt, Esther Martínez, Petronila Orellana y José Goles. Incluye además tres cuecas de Núñez, quien la acompaña con el pandero y la segunda voz: “Barquito de papel”, “La farra de los instrumentos” y “Mi negra me retó a duelo”.
La misma Margot Loyola recordaba a Nano Núñez: “Este hombre fue el creador de las cuecas más hermosas y mejor asentadas que hemos conocido, algunas de las cuales tuvieron destacada participación en el antiguo Festival de la Canción de Viña del Mar. Un día llegó a mi casa con tres cuecas de su inspiración, recién salidas del horno. Tres cuecas dedicadas a tres mujeres y Hernán me dijo: ‘¡Mujeres que ya son historia en Chile! ¡Una para la Quintrala, la segunda pa’ la Carlina y la tercera pa’ usted, pa’ la Margot Loyola!’ (…) Su cueca y poesía, y el ritmo sincopado en pandero, tormento, cucharas, cajas de fósforos, platillos, conchas de ostiones y almejas, serán inigualables en la historia musical de nuestro baile nacional”.
La escuela del nonagenario Nano Núñez En 1992, Núñez edita el caset Un poeta de barrio. Allí aparece recitando su autobiografía en cuartetas, acompañado por Alberto Rey, Rubén Gaete, Rafael Rabanito Berríos, Artemidoro Lolo Rosso, Alejandro Espínola e Iván Ángel. Además cantan sus cuecas Los Paleteados del Puerto, Los Afuerinos y Los Pulentos de la Cueca. El propio Núñez interpreta a capella su cueca “Se espiantó la guitarra”.
En 1997 Núñez presenta su primer libro, Poesía popular y cuecas, y en abril de 2005 edita Mi gran cueca. Crónicas de la cueca brava. En él se reúnen tanto sus cuartetas autobiográficas, como las que versan sobre hechos, personajes, conjuntos, cantores y “canchas” cuequeras, entre otras temáticas. También se presenta la trascripción de los relatos en prosa que se incluyeron en el EP que acompañó al tercer y último LP de Los Chileneros, de 1973.
Tres de las obras que componen este libro fueron musicalizadas además por el grupo Los Trukeros en un disco que acompaña el libro: “Cacho’e plata”, que relataba la insólita historia de un velorio en donde el supuesto finado vuelve a la vida; “La bohemia del puerto y Viña”, dedicada a Valparaíso y Viña del Mar; y una segunda versión de “Biografía”. Ese mismo 2005, recibe el Premio a la Cueca Chilena Samuel Claro Valdés, organizado por el Instituto de Música de la Universidad Católica.
El 4 de diciembre de 2005, con 91 años de edad, Núñez falleció en Santiago. Más allá de sus discos y libros, la herencia de Núñez fue relevante en el trabajo de sucesivas generaciones de artistas que mantuvieron vivas sus cuecas en ruedas de cantores y en discos: Mirtha Iturra, Los Pulentos de la Cueca y Los Afuerinos, Los Santiaguinos, Los Tricolores, Los Trukeros, los 3x7 Veintiuna, entre otros. Nano Núñez Oyarce es una figura fundamental para comprender ese renovado interés que manifestó la cueca brava entre músicos jóvenes de las décadas de los 2000 y 2010, investigadores y auditores de todo tipo.
Después de 50 años, sale a la luz la grabación de la actuación de Mercedes Sosa en el Town Hall de Manhattan, un testimonio único de su arte y compromiso y de la fuerza artística y política de La Negra. El disco aparece solo unas semanas después del lanzamiento de otro disco póstumo e imprescindible: En Vivo en el Gran Rex 2006.
Nano Stern y Luis Emilio Briceño presentan en Europa, En septiembre canta el gallo —ganador del festival In-Edit Chile—, un documental sobre la Nueva Canción Chilena, desde sus inicios hasta el golpe de estado de Pinochet; todo ello narrado a través de las voces de sus protagonistas y de imágenes, algunas de ellas inéditas hasta la fecha. Esto será hoy 2 de noviembre en el marco del festival In-Edit de Barcelona.
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