Gritos, silbidos y aplausos en 1967
Xalbador participó en la Competición Superior de Versolarismo de 1967, en San Sebastián, y ganó el segundo premio. A pesar de su puesto en el certamen, fue el gran protagonista del concurso. Es uno de los sucesos más contados de la historia de la competición, y del versolarismo en general.
Una vez que los espectadores estaban sentados en sus respectivos sitios y los jueces estaban colocados en sus mesas, Alfonso Irigoyen leyó los resultados del concurso; el versolari Xalbador, junto con Uztapide, pasó a la última fase a competir por la boina, es decir, el premio.
En ese momento, a causa de los gritos y silbidos de los espectadores, el frontón de Anoeta fue invadido por un mal ambiente. A pesar de que estas señales de desacuerdo fuesen cesando, al poco tiempo los gritos volvieron a comenzar. Los versolaris Uztapide y Xabador, teniendo delante el micrófono, se mantuvieron callados durante estos minutos. Los espectadores estaban divididos en dos grupos: cuando parecía que los silbidos acallaban los aplausos, los que estaban de parte de Xalbador se ponían de pie y aplaudían a su favorito. Un juez les pidió a los dos participantes que comenzaran la última fase, pero los dos se mantuvieron callados. Al final, fue Uztapide quien, en medio de todos los gritos, presentó su verso.
A continuación, llegó el turno de Xalbador, pero le fue imposible comenzar a causa del barullo. Finalmente el público se fue acallando y Xalbador improvisó un verso memorable y conmovedor dedicado para éstos: cuando cantó la línea «
Zuek ezpazarete kontentu, errua ez daukat ez nik» («
Si vosotros no estáis contentos, la culpa no la tengo yo»), los espectadores aplaudieron con tanta fuerza que se dio por terminada la sesión casi sin darle tiempo a cantar los dos últimos versos. Con ese verso, Xalbador logró que los dos grupos divididos del público se uniesen. En este verso, dejó a un lado su dialecto de la Baja Navarra, y se dirigió a los espectadores con el dialecto vasco que la mayoría utilizaba, el guipuzcoano, por lo que se ganó el afecto de todos ellos.
Tras ese verso, los espectadores mostraron su desacuerdo y enfado ante la decisión de los jueces. A partir de los sucesos de ese certamen, el amor hacia Xalbador fue en aumento; además el público no malgastó la oportunidad de quejarse; un miembro del jurado se puso de pie y mientras los espectadores le abucheaban, cruzó el frontón y salió. Finalmente, el evento siguió con normalidad. El jurado confesó que tras los silbidos dedicados a Xalbador, no se atrevieron a darle la boina. Se ha mencionado en muchas ocasiones la injusticia de aquella competición. Por otro lado, en la premiación organizada en febrero de 1968, se repartió entre él y Basarri el primer premio de cien mil pesetas.
Ningún otro versolari navarro ha estado tan cerca de conseguir la boina como lo estuvo Xalbador en aquella ocasión; de todas formas, a pesar de ser navarro, cantó en guipuzcoano. Como hasta entonces, continuó participando en la mayoría de los certámenes en Guipúzcoa, y tras su muerte los guipuzcoanos han sido los responsables de que su vida y sus versos no hayan sido olvidados.