Obras destacadas
El 4 de febrero de 1928 el famoso Sexteto Habanero llevó al disco su son
Tin cun tán, y en diciembre del mismo año
De mi Cubita es el mango, que adquirieron gran difusión. En 1929 recibió un Diploma de Honor por sus creaciones musicales en la Exposición Internacional de Sevilla.
La difícil situación política y económica del país a inicios de la década siguiente hicieron que Rosendo Ruíz escribiera una guajira que, como muchos de sus números, reflejaba su honda preocupación por los destinos de su país:
Junto a un cañaveral, que fue grabada, entre otros grupos, por el Cuarteto Antonio-Machin, en Nueva York en 1932.
El cantío de mi gallo,
Nostalgia guajira,
Un paraíso es mi Cuba y
A Santa Clara me voy son composiciones de esa etapa. Su pregón
Se va el dulcerito, editado en Francia (Le marchand de candi) y grabado por la orquesta de Julio Cueva, en París y por Machín, en Estados Unidos), es incluido en la banda sonora de la película
El alegre solterón, con Adolphe Menjou.
A inicios de la década de 1930
Guillermo Rodríguez Fiffe y Enrique Valls, ambos santiagueros, formaron un dúo y llegaron a La Habana cantando de pueblo en pueblo. Ya en la capital se unieron a Rosendo Ruíz para formar el Trío Azul en 1936, que tuvo notable éxito a través de la radio y presentaciones personales. En junio del año siguiente grabaron, de Ruíz,
Solavaya y
La comparsa Malacó.
El primer disco de Paulina Álvarez, “La Emperatriz del danzonete”, contiene su rumba
Pimienta y sal (compuesta en colaboración con Adolfo Rodríguez).
En 1942
Guillermo Portabales con el Trío Habana estrenó en disco su guajira
Flor de amor, que muchos años más tarde, en 2004, daría título a una de las producciones discográficas de
Omara Portuondo, con éxito internacional.
Durante años Rosendo Ruíz impartió clases de guitarra a muchos trovadores. En 1939 escribió su obra
Estudios prácticos en la guitarra; sistema de acompañamiento, que ha conocido varias ediciones y que ha constituido una herramienta muy útil para ejecutantes cubanos del instrumento a través de varias generaciones.
De los años de la década de 1940 son los boleros
Te quiero así,
Amorcito criollo,
Dame un beso,
Los días de mi vida,
Que te ayude Dios,
No vivo sin ti y
Te desprecio, mujer; la guaracha
Borrón y cuenta nueva; la rumba
Ahora bailan los tres, el son tropical
En Cubita se goza; el vals
Son tus lindos ojos y los sones
Contigo no bailo más y
Te veré.
En la década de 1950 las canciones y boleros de Rosendo Ruíz fueron cantadas y grabadas, sobre todo, por los principales intérpretes del repertorio de la canción trovadoresca: María Teresa Vera, con Lorenzo Hierrezuelo, quienes continuaron cantando sus canciones a dos voces; el dúo que formaban Jesús Cabrisas e Irene Farach, y Barbarito Diez con la orquesta de Antonio María Romeu, en arreglos de canciones, boleros y pregones en ambiente danzonero.
En 1955 el dúo Cabrisas-Farach grabó para la firma cubana Panart un larga duración con obras de Rosendo, acompañados por sus guitarras y por una orquesta de cuerdas dirigida por
Adolfo Guzmán. En este disco –que salió al mercado en 1960– participó como guitarrista el propio autor.
El Conjunto Casino y Abelardo Barroso con la Orquesta Sensación incluyeron en sus repertorios la popular guajira
Junto a un cañaveral.
Las Hermanas Martí, en la década siguiente, le dedicaron dos discos de larga duración a sus obras más conocidas, producciones que contaron con la asesoría de Rosendo y que aparecieron bajo el sello Egrem.
En 1967 es elegido presidente del Forum de la Trova, celebrado en la Biblioteca Nacional Cubana. Se mantuvo orientando a cantores y guitarristas interesados en conocer los secretos de la canción tradicional cubana durante muchos años, en los que vio partir a todos sus compañeros de trova.