Tras el Congreso Cultural de 1968, el ”quinquenio gris” intentó imponer la estética realista-socialista, con fuertes tintes propagandistas, en la todo movimiento cultural, marginando así a la nueva poesía trovadoresca, que se caracterizaba justamente por una amplísima temática expresada con un lenguaje libre y original.
Hoy parecen incomprensibles, hasta inconcebibles, las actitudes burocráticas hacia los nuevos creadores que cultivaban los ”seres-gaveta” de la cultura oficial. Los motivos para ser ignorados –o prohibidos–, por el Instituto Cubano de Radiofusión, podían ser tan irrisorios como las vestimentas informales de Noel, el exuberante pelo de Pablo, o la tímida desaprobación de los Beatles por parte de Silvio.
Esa espantosa mojigatería proveniente de la vieja sociedad, cruzada con cierta paranoia política, privaba a los trovadores toda posibilidad de ser difundidos a través de la radio o la televisión. Pero su prohibición en los medios masivos sólo aumentaba el interés, y la juventud concurría de modo caótico a las escasas actuaciones del grupo.
El gran deshielo se produjo cuando a fines de 1972 se creó el Movimiento de la Nueva Trova (MNT), con el apoyo de la Unión de Juventudes Comunistas. Entonces organizados en su propio organismo ”burocrático” se pudo constatar que esos temibles jóvenes eran realmente artistas revolucionarios, bastante disciplinados, conscientes de su historia y comprometidos con la lucha omnipresente de su pueblo. Fue, más que un problema de confrontación politica, un desacuerdo de conceptos estéticos, no exento del habitual desentendimiento generacional.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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