Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Fabián Gallardo fueron los rosarinos que participaron anoche del hermoso espectáculo en el histórico teatro lírico Colón de Buenos Aires.

Télam | Sergio Arboleya - Canciones de ayer y de hoy que constituyen un repertorio amasado con talento y perseverancia en casi cuatro décadas de aporte a la música popular argentina formaron parte de la presentación de la Trova Rosarina que anoche, en el segundo encuentro grupal de varios de sus protagonistas, colmó el Teatro Colón para la penúltima función del Festival Únicos 2019.
Y es que contra toda presunción de la lógica de mercado, los números de venta, la nómina de los temas más escuchados o el prestigio de tal o cual escenario, el cancionero forjado en Rosario ratificó su carácter de clásico y vigente como personal síntesis estética.
El cancionero sostenido en directo por Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Fabián Gallardo y celebrado por el gentío que pobló el máximo coliseo argentino padeció problemas de sonido que afectaron al sector medio y alto del Colón y le quitó algo de brillo a una velada histórica.
La emoción y la felicidad por esta puesta de piezas que arman una memoria bella y necesaria de la historia de la canción local y reúne a varios de sus hacedores que nunca funcionaron como grupo pero forjaron esa obra parece haber hallado su tiempo para apuntalar y recrear ese legado.
Del Festival folclórico de Cosquín al Teatro Colón la apuesta de la Trova Rosarina (sostenida por el gobierno de Santa Fe, cuyos funcionarios estuvieron en la sala) por hacerse cargo colectivamente de sus creaciones se ratificó como una noticia capaz de emocionar y proyectarse más allá de cuánto valida el prestigio de tal o cual escenario.
Igual razonamiento vale para el acompañamiento a cargo de una orquesta de 40 integrantes dirigida por Gerardo Gardelín que se sumó al sexteto y sus cuatro instrumentistas (Leonardo Introini en bajo y contrabajo, Julián Baglietto en batería, Adrián Charras en teclado y acordeón y Juancho Perone en percusión) para la segunda mitad del recital.
La noche comenzó —al igual que en el lanzamiento del proyecto el 26 de enero último en Córdoba— con Baglietto y Garré compartiendo Era en abril, pero enseguida se sumaron los demás para otra gema de Fandermole pero más actual como la litoraleña Oración del remanso.
Ante la feliz mirada de rosarinos en Buenos Aires como el actor Luis Machín, el músico Litto Nebbia y los periodistas Gerardo Rozín y Reynado Sietecase, entre otros, en clave aún más cercana llegó Carrousel que da título al más reciente disco de Garré y dos certeros temas de Goldín: Basura en colores y Sueño de Valeriana.
Para entonces, el trabajo musical y el impecable ensamble vocal empezaron a lidiar con el sonido, pero la decena de rosarinos completó ese segmento con El árbol (Gallardo) y dos clásicos firmados respectivamente por Abonizio y Páez: Historia de Mate Cosido (en un abordaje algo alegre para el drama que narra) y La vida es una moneda.
Ya con la sinfónica detrás, llegaron El ogro y la bruja (que compartieron su autor Goldín y Garré), la canción de Garré a Buenos Aires En blanco y negro, Los días por vivir, de Baglietto, Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Páez, y la aclamada Mirta, de regreso, asumida entre Abonizio y Baglietto, compositor e intérprete del tema que abrió Tiempos difíciles, disco del cantante que fue el primero en plasmar aquella movida en 1982.
El viaje temporal y estético terminó con Canto versos, donde Fandermole escribió "Canto, canto. Tan débil soy que cantar es mi mano alzada y fuerte. Canto, canto. No sé más qué hacer en esta tierra incendiada sino cantar" y en otro añejo e imbatible clásico como El témpano, de Abonizio.
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