El pasado 15 de febrero el trovador canario Pedro Guerra recaló en el Palau de la Música de Barcelona con su gira #Golosinas2018, una revisitación de uno de sus discos más emblemáticos. Un lleno de público y de emociones.
Pedro Guerra el pasado 15 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona.
© Lorenzo Duaso
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Pedro Guerra se ha apuntado a la iniciativa de otros cantautores —léase Joaquín Sabina con 19 días y 500 noches y Joan Manuel Serrat con Mediterráneo— de revisitar discos emblemáticos de su repertorio con sendas giras destinadas a interpretar íntegramente sus canciones.
Esta es una forma de rentabilizar el pasado cuando el presente es difícil de monetizar, aunque más allá del claro y lícito interés comercial —y si no se abusa del recurso—, regresar a un disco como Golosinas (1995) es un verdadero placer para los sentidos y un ejercicio de nostalgia bien entendida. Y Pedro Guerra lo dejó bien claro desde el principio: "Lo hago porqué me da la gana".
Pedro Guerra contó que Golosinas fue un disco de transición entre el muchacho que formó parte del Taller Canario —con Andrés Molina y Rogelio Botanz— y que llegó a Madrid con tres cintas de cassette, al trovador que ha desarrollado una de las carreras más brillantes en la historia de la canción de autor española.
Transición o no, Golosinas sigue sonando moderno, actual. "En muchos aspectos las épocas vuelven a parecerse", dijo Guerra en clara alusión a los retrocesos democráticos y en materia de libertad de expresión que se viven últimamente en España. Y aún después de haber grabado discos brillantes durante más de dos décadas, este álbum sigue conteniendo algunas de las páginas más extraordinarias de su creación.
Los diecisiete temas de Golosinas sonaron uno detrás del otro, aunque en distinto orden que en el disco. Empezó con el tema que da nombre al disco y solo con su guitarra y a partir del décimo tema se incorporaron Toni Gil al bajo y Guillermo Molina a la batería hasta culminar con Contamíname, el tema que le lanzó a la fama gracias a la interpretación que de ella hicieron Ana Belén y Víctor Manuel en Mucho más que dos (1994).
En la segunda parte del concierto canciones clásicas que demuestran que Pedro Guerra no se quedó en Golosinas y siguió creciendo. Temas como Pasa, Quisiera saber, La maestra, Debajo del puente y finalmente dos con nombre de mujer Rosario y Daniela; dejando para los bises Miedo y La lluvia nunca vuelve hacia arriba.
En un momento del concierto el canario apuntó tres grandes influencias en Golosinas: la música argentina —con Fito Páez a la cabeza—, la brasileña —con Caetano Veloso— y, evidentemente, la cubana —con Silvio Rodríguez. Y aunque se reconocen guiños a estos autores en esas canciones, el mérito de Pedro Guerra es seguir sonando 100% a Pedro Guerra.
Pedro Guerra el pasado 15 de febrero en el Palau de la Música de Barcelona.
© Lorenzo Duaso
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