El músico bahiano Caetano Veloso de 77 años llega a la Argentina en septiembre para ofrecer tres shows —dos en Buenos Aires y uno en Rosario— junto a sus hijos Moreno, Zeca y Tom. A poco más de cuatro décadas de su primera visita al país, Veloso revela en charla exclusiva con Télam reconoce que encuentra "en el público argentino una concentración, un silencio seguido de entusiasmo inteligente como no encuentro en ningún otro sitio del mundo".
Télam - El músico brasileño Caetano Veloso, que el 19 de septiembre llegará a la Argentina para ofrecer tres shows con sus hijos Moreno, Zeca y Tom, dijo en charla con Télam que tiene "gran dificultad en aguantar espíritus reaccionarios", al referirse a la situación que se vive en su país.
"Es imposible no sentir que hay una atmósfera rara, difícil. Respeto la necesidad que tienen las sociedades de conservarse, pero tengo gran dificultad en aguantar espíritus reaccionarios. Espero que tengamos sagacidad suficiente para utilizar las energías históricas que brotan de esas dificultades y podamos caminar mejor", aseguró el autor de Branquinha y Leoncinho, entre muchas inmensas canciones.
El músico bahiano de 77 años, convertido en una de las referencias musicales y culturales de su país desde su aparición a fines de los 60, se presentará en la Argentina en nuevo formato, acompañado por su hijos Moreno (46), Zeca (27) y Tom (22), a los que definió como "todos buenos músicos, cada uno muy diferente de los otros, pero muy dentro de un timbre familiar".
Los shows de este inusual cuarteto musical de uno de los músicos brasileños más queridos en la Argentina, desde el fulgurante arribo al país del Tropicalismo a fines de la década del 70, llevan por título Ofertorio y se desarrollarán el 19 y 20 de septiembre en el teatro Gran Rex de la ciudad de Buenos Aires y el domingo 22 en el teatro El Círculo de Rosario.
Antes habrán pasado por ciudades como Barranquilla, Medellín y Bogotá, y luego seguirán de gira por Montevideo, Santiago de Chile, Belo Horizonte, San Salvador, San Pablo y Río de Janeiro.
"Moreno, a los nueve, escribió la letra de una canción mía, después dejó de cantar por unos años y cuando volvió lo hizo de forma muy refinada. Zeca empezó con música electrónica, pero luego cantaba cosas que escribía con su voz aguda. Tom, de niño, solo se interesaba por el fútbol, pero cuando empezó a tocar guitarra probó ser el más musical de nosotros cuatro. Todos son buenos, cada uno muy diferente de los otros, pero muy dentro de un timbre familiar", aseguró sobre sus hijos Veloso, quien siguió dialogando con Télam.
¿Cómo han sido los ensayos para este nuevo proyecto?
Muy buenos, los tres son muy inteligentes y muy verdaderos; no hicimos demasiados esfuerzos ya que todo salía con naturalidad y casi sin dimensión profesional. Hoy vemos que el show tiene estructura, aun cuando lo hicimos casi sin poder pensar la manera de arreglarlo.
¿Alguien ocupó el lugar de director musical o se dio una horizontalidad democrática a la hora de tomar las decisiones? ¿Cómo ha funcionado la dinámica familiar en este sentido?
Ha sido muy horizontal. Tom dijo que tendríamos que cantar O Seu Amor, de Gilberto Gil, y empezamos a buscar las voces; pedí a Moreno que cantara Um Passo à Frente y Zeca decidió tocar el bajo; le ofrecí a Zeca que haga la programación del funk que yo había compuesto (y soñaba que Tom bailara, cosa que él dijo que no haría pero terminó por hacer); tuve la idea de cantar un tema religioso que había compuesto para la misa de los 90 años de mi madre y eso vino a ser el título del show (Ofertorio). Fuimos haciendo de a poco y al final tuvimos más cosas de las que entran en el tiempo de un show.
¿Cómo piensa esta reunión casi acústica, familiar, de una música que parece más creada en una sobremesa o reunión íntima?
Simplemente es natural: guitarras acústicas, voces, canciones referentes a nuestros sitios, nuestra historia, nuestras personas queridas. Pero todo tiene que decir algo en su estructura y el show lo hace.
Últimamente ha venido a la Argentina con formatos acústicos, con María Gadú, Gilberto Gil y ahora con sus hijos, ¿se puede pensar que alguna vez vendrá a tocar sus canciones sólo con su guitarra o eso es imposible?
Nada imposible. Cuando me preguntan qué concierto me gustó más en mi vida, siempre pongo primero el de Circuladô en Realengo, Río. Pero el segundo que me viene a la cabeza es uno que hice solo con voz y guitarra en Buenos Aires, también al aire libre y gratis, para una inmensa multitud que era concentrada, atenta e inteligente como solo el público de Buenos Aires sabe ser. El de Realengo solo está en primer lugar porque había una banda —y me gusta más poder tocar con personas que sepan tocar mejor que yo—, pero volvería a cantar solo en Buenos Aires en cualquier tiempo.
Lleva más de 40 años de relación con la Argentina, donde usted siempre ha sido muy querido y adonde trajo sus distintos proyectos musicales, ¿cómo analiza su relación con nuestro público?
Es lo que acabo de decir: encuentro en el público argentino una concentración, un silencio seguido de entusiasmo inteligente como no encuentro en ningún otro sitio del mundo.
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