Mercedes Sosa ha sido una de las artistas populares más presentes en el escenario del Teatro Colón, que no siempre ha tenido un diálogo fluido más allá de su ámbito primario de pertenencia; y, desde ese espacio, un colectivo de músicos, bajo la personal dirección de Lito Vitale, alumbró un nuevo y heterogéneo homenaje, a poco más de diez años de su fallecimiento.
Télam | Mariano Suárez - La cantora tucumana subió por primera vez al Colón en 1972, junto con Eduardo Falú y Los Chalchaleros, en una suerte de gala de folclore y tango (bajo su amparo tocaron nada menos que Aníbal Troilo, Astor Piazzolla y Osvaldo Pugliese).
Luego volvió otras varias veces, ya sin el ruido que provocó aquella primera, la presencia de voces populares, por un lado y; todavía más, por la mirada directa que le cruzó —como un anatema— al dictador Alejandro Lanusse, acomodado en su palco, mientras cantaba Canción con todos.
"He estado mucha veces en el Colón, como también en el Concertgebouw de Ámsterdam, en el Alter Oper de Berlín, en el Carnigie Hall, en la Filarmónica de Múnich. Por supuesto que siento un gran respeto por ese teatro, han cantado en él las glorias de la lírica. Pero no me siento en un lugar extraño cantando allí", declaró Mercedes alguna vez, ubicando todo en perspectiva.
Esta vez las músicas de la artista tucumana, expresión integradora de la música popular argentina, no llegaron por sí sino por a través de un colectivo de artistas convocados por Lito Vitale: León Gieco, Sandra Mihanovich, Juan Carlos Baglietto, Elena Roger, Alejandro Lerner, Hilda Lizarazu, Luis Salinas, Jairo, Liliana Vitale, La Bruja Salguero y Marián Farías Gómez.
Bajo el título "Gracias maestra", se desplegó en el Colón un espectáculo plural —parte de la penúltima jornada del Festival Internacional Únicos— que tuvo acaso cierta construcción teatral, en la que cada aparición estaba estrictamente determinada e hilvanada por registros de audio de la propia Mercedes.
Siempre es complejo, cada vez que se propone un tributo colectivo, conseguir un resultado musical que supere la mera emoción del encuentro de múltiples artistas y que no sea la repetición segmentada de colaboraciones que se han hecho en el pasado, sin un sentido integral.
Ante esa dificultad fue saludable la presencia en el escenario de Marián Farías Gómez, que ya era una figura conocida cuando apareció Mercedes y que por un buen tiempo hicieron recorridos paralelos para interpretar, primero, la Chacarera de un triste y, como invitada de Luis Salinas, Zamba para no morir.
"Recuerdo un día llego Hedgar Di Fulvio llegó junto a una jovencita muy flaquita, de pelo largo y un señor con una guitarra. De golpe ese hombre saca la guitarra (después supimos que era Óscar Matus) y empezó una voz maravillosa a cantar 'Zambita para que canten los humildes de mi tierra...'. Nos quedamos pasmados. Todavía no había tenido éxito en Cosquín. Ahí la contrataron para que fuera todos los martes a la peña y empezó una relación de amistad. Mercedes fue la voz de nuestro país", dijo a Télam quien fuera integrante de Los Huanca.
Mercedes Sosa ofrece muchas dimensiones. Es la que irrumpió en 1962 con La voz de la zafra; la que sorprendió en Cosquín en el '65; la que promovió el movimiento estético del Nuevo Cancionero y desafió el "boom" del folclore; la que sufrió el exilio y abrazó la canción latinoamericana y —también— la que volvió con un sentido de apertura tras la recuperación democrática.
De todas aquellas dimensiones, Vitale para su espectáculo en el Festival Únicos se recostó más en la última, en aquella que enfatizó una expresión de apertura a otras músicas y que mejor se conciliaba con la pléyade de artistas convocados.
El concierto atravesó diferentes temperamentos y cerró con el público de pie para entonar La Maza (Mihanovich), Razón de vivir (Gieco) y Gracias a la vida (todos).
Mercedes Sosa falleció, a los 74 años, el 4 de octubre de 2009 a raíz de una disfunción renal. Fue hija de una familia humilde, signada por la pobreza. Siempre supo qué y a quién cantar. En el Colón recordó la potencia de aquel cancionero.
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