Concierto: Luis Pastor. BarnaSants
Lugar: Centre Cultural Barradas
Fecha: 2 de marzo de 2008
Posiblemente el comentario de la cabecera no sea todo lo ilustrativo que debiera. Quizás el reencuentro fue más mío con él que suyo con el público catalán. Posiblemente mi pecado ha sido distanciarme tanto y durante tanto tiempo de uno de esos cantautores que resultan obligatorios a los que amamos la canción de autor, los poetas con guitarra, la gente que nos emociona y conmueve. Aquí entono el mea culpa y yo mismo me pongo los grilletes como auténtico culpable de tamaña insensatez.
Y es que Luis no deja indiferente. Lleva muchos años en la brega y se me antoja brillante y obligado como anillo en altar. Me eriza escucharle poemizar (me acabo de inventar un verbo, creo) y poner entre escenario y espectador un cúmulo de emociones y figuras plásticas de sobrada emoción.
Y es que Luis empezó evocando sus recuerdos de infancia, cuando abandonó el pueblo extremeño que le vio nacer. Y a pesar de los años transcurridos desde que su familia cargó sus enseres y se marchó ante la mirada de amigos y vecinos aún me pareció ver un asomo de lágrima en sus pupilas.
El escenario es emoción. Si le quitamos eso ¿dónde está el artista?. No basta (para mí, claro) una belleza más o menos plástica ni una gran tecnología puesta al servicio de un espectáculo para masas. Para mí, estar cerca de Luis Pastor o de Francisco Villa y ver como me emocionan emocionándose es el mayor y mas hermoso regalo que puede hacerme alguien que se sube allí arriba y me explica cosas, y me eriza, y me turba y me lastima.
No hay emoción mayor que vaya de arriba abajo. Posiblemente en dirección contraria el artista también percibe esa misma inquietud y sobrecogimiento en el patio de filas, pero eso, amigos, se ha generado arriba, no aparece nunca por generación espontánea.
Los que al final del concierto aplaudimos con energía, puestos en pie en esa magnífica y acogedora sala Barradas de L'Hospitalet sabíamos bien que era lo que estábamos celebrando: la emoción.
Solo tengo unos "peros" con Luis y es una puesta en escena algo deficiente y por supuesto muy fácilmente subsanable y quizás por eso lo lamento más. No se puede salir a un escenario en el Festival Barnasants a improvisar y a perder papeles, a no encontrar esa o la otra canción o "no la podré cantar porque no la tengo y son como diez estrofas". No se puede salir comiendo como hizo Lourdes Guerra, con una actitud absolutamente ausente en todo instante, entrando y saliendo a su antojo, con aire francamente aburrido.
A pesar de ese detalle debo decir alto y claro que disfruté de ese concierto como un niño con su Madelmann reencontrado después de mucho tiempo perdido en el cajón de los descuidos. Los poemas de Saramago, las canciones de José Afonso o de su sobrino Joao, el recuerdo emocionado a Violeta Parra, la voz, la guitarra, el verso.
Señor Pastor, me declaro cordero de su rebaño de soñadores sin remedio.
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