Dos somnis (Dos sueños, Bankrobber 2020) es el nuevo disco del cantautor catalán Sanjosex, e incluye las primeras canciones originales de Carles Sanjosé en seis años, grabadas con su banda habitual, después de Festival (Bankrobber, 2014).
Sanjosex posee un signo de identidad característico con su guitarra clásica. Una pulsión inconfundible a la que sumamos su voz particular, unas letras marca de la casa y el sonido de la banda que la acompaña; que ahora reaparecen al servicio de Dos somnis (Dos sueños, Bankrobber 2020), un grupo de canciones originales, el primer material inédito que publica en seis años.
Dos somnis es un disco de dimensión fractal: viaja de las escenas más cotidianas a un imaginario casi mítico (Les estrelles), al tiempo que conecta con la tradición (Els gegants) e indaga en el espejo de las generaciones (Pare).
Un disco que también toma el pulso al momento actual, con canciones como La revolució que dibuja un puente entre las protestas en Cataluña y los días del confinamiento. Primero se iban llenando las plazas y de golpe las plazas se han vaciado.
Un disco breve —solo seis canciones— y conciso que Carles Sanjosé ha planteado con los pies en el suelo y con espíritu de kilómetro cero, contando con sus músicos habituales (Miquel Sospedra al bajo, Pep Mula a la batería, Xarim Aresté a las guitarras) y amigos colaboradores como Bikimel o Carles Belda.
Sanjosex debutó en 2005 con un primer disco de aromas dylanianas, Viva! Con Temps i rellotge (Tiempo y reloj, 2007) ganaron peso los sonidos orgánicos, en un viaje que culminaría con el aclamado Al marge d'un camí (Al margen de un camino, 2010).
Posteriormente vendrían Festival (2014), producido por Quimi Portet, y la recuperación de canciones de tradición oral en Càntut (2016), junto a Carles Belda.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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