Apela a la historia de Víctor Jara para hacer claro lo que dice: los dictadores y los que quieren que nada cambie no toleran la libertad de los cantores populares.
Por Raúl Argemí para El Periódico
Pere Camps es un hombre de mente rápida y convicciones poco menos que inamovibles, desde su no muy lejano pasado de dirigente sindical comprometido socialmente. Un día soñó un festival y a ese festival se le dio por cumplir años.
-Quince años de BarnaSants no es algo que suceda todos los días. ¿Cómo recuerda la primera edición de este ya clásico encuentro con la canción de autor?
-Como si fuera hoy. Fue en 1996 y pude programar diez conciertos. Hoy, este año, tenemos 89 conciertos. Los números son importantes porque si hay más conciertos hay más espacio para los músicos, pero lo verdaderamente importante es que siempre hemos mantenido la misma línea, desde el principio: apostamos por los valores emergentes.
-Pero al mismo tiempo reconocen a los históricos, porque este año por ejemplo programa a Raimon.
-Y a Daniel Viglietti, y Eduardo Aute, y Patxi Andión y Javier Krahe, y... (sonríe) Eso nos permite encontrar el equilibrio, la trasmisión de un testigo de una generación a otra. Creo que no hay otro festival que combine como BarnaSants a las nuevas voces con aquellos que son ya clásicos. Tampoco hay otro festival que combine y que reparta el juego entre Catalunya, Europa y Latinoamérica.
-Cuando parece algo del pasado, de la perdida década del ´70, usted insiste con los cantautores. ¿Por qué?
-Porque no son el pasado, son el presente. Son la voz de la gente, nuestra voz; es sencillo. Los músicos que hacen canción de autor reflejan la realidad en términos de arte y estética. Nos representan.
Y por eso son siempre odiados por los dictadores, y por los llamados demócratas que dicen ya está, ya llegamos, basta de complicar las cosas. ¿Hay alguna duda sobre eso? Miren a Víctor Jara. Lo mataron porque estaba cerca del pueblo, porque tomaba sus historias y sus versos y los cantaba: daba testimonio. ¿Cómo no iban a odiarlo los dictadores? Yo estoy muy convencido. La canción de autor es una necesidad, sin esos músicos nos derrotarán siempre.
-Déjeme que haga de abogado del diablo. En otros tiempos Daniel Viglietti o Víctor Jara eran la voz de la revolución y había montones de cantautores. ¿No será que la gente se cansó de sus propuestas?
-No. Lo que pasó es que los arrinconaron. Y forma parte de un proceso más complicado que dice que, por ejemplo, nunca llegan al poder los que luchan por la democracia. Los que más lucharon, los que fueron a la cárcel, los que verdaderamente estuvieron allí, peleando por la libertad, terminan reemplazados por los que nunca lucharon y se conforman con las formas de la libertad. La libertad les importa poco.
Entonces a esos demócratas molestan los tocacojones, los que dicen lo que sucede de verdad, y los ralean, los empujan a la marginalidad. Pocos, muy pocos cantautores de los tiempos de lucha han sobrevivido enteros, sin tener que negociar para no morir de hambre. Pero el problema no es de ellos, es de los otros.
-O sea que, según usted, vale la pena hacer BarnaSants porque sigue habiendo canción de autor.
-Por supuesto, y cada día más. En Catalunya es notable cómo van apareciendo autores, y en el resto de España, y en Italia. Con Italia estamos estrechando filas porque alguno de sus festivales es como el nuestro y podemos presentar a los nuevos y rescatar a los olvidados. Es cierto que sería injusto comparar a los autores de hoy con los de otros tiempos. Las realidades son distintas y las canciones, inevitablemente, tienen que ser distintas. En los 70 había mucha denuncia dura, hoy lo que manda es más costumbrista. ¿Por qué? Bueno, hasta en eso se ve la presencia del estado benefactor. Si hay más gente protegida por el paro hay menos canción con rabia. ¡Qué le vamos a hacer! Tal vez Joaquín Sabina sea un buen ejemplo. Tiene algunas canciones duras, pero lo que más recuerda la gente es costumbrista: si ella, si la noche, si la tristeza... ¿Un poco light? Así estamos, un poco light... pero resistiendo (Ríe).
-¿Este afán combativo le viene de haber nacido en Sants?
-Claro. Yo nací en Hostafrancs, en el barrio de los gitanos y mi primera huelga de hambre por despidos sindicales la hice en Sants. Sants es la cuna de la resistencia obrera de Barcelona, y más de una vez paró la mano hasta de la especulación ladrillera. Si uno nace en Sants no se olvida nunca más de su origen.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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