Ayer se presentó Xavier Baró en el Harlem Jazz Club de Barcelona, acompañado por “Lo pardal roquer” y “El fill del mestre”.
Una hora y 10 minutos supieron a poco en el concierto de Xavier Baró. En primer lugar porqué es poco. Setenta minutos no es un concierto, es un showcase. Y en segundo lugar porqué cuando uno se lo pasa bien, el tiempo transcurre deprisa.
Y eso que Baró —no nos engañemos— es algo raro.
A Xavier Baró no le gusta que le llamen trovador maldito, pero es verdad que, como en la canción de Brassens, no goza de muy buena reputación porque ya se sabe que a “la gente de bien no le gusta que uno no siga otro camino que el de ellos”. Y Baró va por su camino personal, a su mundo, a su planeta. Bajo un aspecto medio rocker, medio despreocupado, se esconde un obrero de la música, con su método de trabajo, su mundo interior.
Y quizás no es maldito, pero sí trovador. De hecho, pocos trovadores modernos recogen el testigo de la trovaduría como lo hace Xavier Baró.
La biografía de Xavier Baró es realmente curiosa. Empezó allá por el 73 formando parte de varios grupos de rock. En el 1992 sufre su primera mutación, abandonando el rock e iniciando una carrera en solitario. La segunda y última mutación la sufre en 1998 en donde recupera su lengua materna —el catalán— y se convierte en esta suerte de trovador con look de rockero y un estilo a medio camino entre el folk, y la trova medieval, con toques country. Tanto musica a Rimbaud o Baudelaire, como temas tradicionales catalanes o a Pau Riba.
Xavier Baró dice que para tocar lo que él toca debes saber porqué lo quieres tocar. “No es suficiente hacerlo para sacar beneficios y gustar a un público. El mío es un quehacer espiritual, tan antiguo como la canción poética, que tiene apariencia monolítica, boscosa, un poco extraña, y está en su sitio”, añade.
El resultado de todo ello es particular, característico, no apto para grandes mayorías, pero disfrutable para gente que aprecie a los trovadores que sigan un camino muy personal.
El jueves 14 de marzo Mayte Martín presentó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla su nuevo espectáculo: Tatuajes. Se trata de una colección de joyas de grandes autores universales llevados magistralmente al territorio particular de la artista. Con este concierto y con el disco que lleva el mismo nombre, rinde homenaje a la canción de autor más global, a la que traspasa fronteras y conforma una parte primordial de la memoria sentimental de diferentes generaciones.
Desde los veintiún años la argentina Carmen Aciar es una barcelonesa más, llegó para descubrirse en su arte por las calles de Barcelona, sumando sus propias historias desde que llegó en ese agosto de 2022 para habitar esta ciudad en sus incertidumbres, sus composiciones ya conforman su primer disco Historias mías.
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