El ruido del tráfico limeño que se cuela por la ventana entreabierta parece cesar cuando Manuelcha Prado agarra su guitarra y le arranca una melodía melancólica para explicar cómo la intimidad del instrumento le cautivó hace medio siglo. Es un viaje de 50 años en el que este compositor peruano no ha cesado de buscar los sonidos de los Andes y que ahora vuelca en un homenaje a las madres.
EFE | Paula Bayarte - "Los Andes tienen el sonido eterno de las estrellas, el sonido inmenso de la constelación de la Cruz del Sur y el sonido grandioso de las cordilleras", explica Manuelcha Prado cuando Efe le pregunta a qué suenan las montañas que atraviesan el continente.
Rodeado de guitarras con las que brinda clases y talleres a quienes quieren aprender a tocar el instrumento que le ha acompañado toda su vida, el músico mezcla las palabras con notas musicales y versos de canciones que ha escrito o que forman parte del imaginario cultural peruano.
El guitarrista es un referente de la música y el folclore andino y ha dedicado su longeva carrera a transmitir melodías, ritmos y canciones de tradiciones de pueblos de Perú que, en ocasiones, estaban destinados a olvidarse entre las montañas.
"Durante mi trayectoria he buscado estar ligado a la tierra, a los sonidos naturales, a los sonidos más antiguos. También el fusionar el quechua y español", dijo antes de recitar Marqay Hunta rosas, un poema que mezcla ambas lenguas.
Esa mezcla propia de Ayacucho, ciudad del centro del país de la que bebe gran parte de su inspiración, define su obra y su tarea cotidiana como músico y rescatista de tradiciones.
"La musicalidad siempre está ligada al pueblo y a la tierra. Eso es lo que me llena y es lo que siempre transmito en mis recitales", reconoció.
Música con intención
La música andina es cálida y nostálgica y también se caracteriza, según el músico, por buscar siempre transmitir algo.
"Muchas veces es un mensaje rebelde, un canto fuerte que se expresa en voz alta en algunos momentos. Mensajes contra las injusticias, las desigualdades contra los vacíos históricos que todavía quedan en nuestro país", relata desde su estudio en el centro histórico de Lima.
Es el sentimiento que quiere transmitir junto con otras figuras míticas de la música popular peruana el próximo jueves, cuando homenajeará a las madres —un símbolo en el mundo andino—, en un concierto en el Gran Teatro Nacional de Perú.
Este tributo a la figura materna, es una iniciativa de Trilucero Producciones, una productora fundada por Josefina Díaz Ramos, la esposa del maestro que falleció hace siete años y que también fue símbolo de recuperación de tradiciones andinas.
Íntima guitarra
La guitarra llegó a Perú de la mano de los españoles en el siglo XVI y conquistó a músicos de las grandes ciudades como Arequipa o Ayacucho. Poco a poco, se fue fundiendo y acoplando a los instrumentos típicamente andinos como la quena o pingullo.
Prado explica que con la llegada de nuevos instrumentos también nacieron nuevos ritmos que combinaban los traídos por los españoles en sus canciones populares y tonadillas con los que ya existían en la zona.
Esta fusión de sonidos muestra la universalidad de la música que deja ejemplos como la danza de las tijeras, danza patrimonio nacional de Perú proveniente de Ayacucho pero que podría tener su origen en ritmos celtas al otro lado del océano.
"La guitarra ayacuchana es una guitarra solemne que expresa los sentimientos más íntimos del hombre, pero también es festiva y se usa en carnavales o en la vida del campo y también crearon ritmos más modernos cuando llegan a barrios de las ciudades donde se interpretan los sentimientos grupos humanos de las periferias", sostuvo.
Pero no fue la versatilidad del instrumento lo que cautivó al músico, sino su intimidad: "Con una guitarra puedes conversar de la manera más sutil posible. En la guitarra duermen todos los sonidos de la tierra".
"Los músicos andinos tratamos siempre de llegar a tocar el sonido profundo, buscamos siempre el eco divino", concluye Prado.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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