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Novedad documental

«En septiembre canta el gallo», el documental definitivo sobre la Nueva Canción Chilena

por Xavier Pintanel el 02/11/2024 

Nano Stern y Luis Emilio Briceño presentan en Europa, En septiembre canta el gallo —ganador del festival In-Edit Chile—, un documental sobre la Nueva Canción Chilena, desde sus inicios hasta el golpe de estado de Pinochet; todo ello narrado a través de las voces de sus protagonistas y de imágenes, algunas de ellas inéditas hasta la fecha. Esto será hoy 2 de noviembre en el marco del festival In-Edit de Barcelona.

Víctor Jara en unas imágenes inéditas de 1972 interpretando «Preguntas por Puerto Montt».
Víctor Jara en unas imágenes inéditas de 1972 interpretando «Preguntas por Puerto Montt».

 

La historia de la Nueva Canción Chilena (NCCh) es una travesía profunda y cargada de resonancia histórica, un movimiento musical y cultural que se consolidó en las décadas de 1960 y 1970. Este fenómeno ahora es revivido a través de sus protagonistas en el documental En septiembre canta el gallo, creado y dirigido por Nano Stern y Luis Emilio Briceño. Sin el uso de voz en off y a través de una narrativa autorreferencial, esta obra permite que los protagonistas y las imágenes hablen por sí mismos, guiando al espectador en un viaje íntimo a través de los momentos clave de la NCCh desde que Violeta Parra "marca el camino" hasta el 11 de septiembre de 1973, día en que la historia de Chile cambió con el golpe de estado de Pinochet.

 

El documental toma su nombre de la canción de Isabel Parra, En septiembre cantará el gallo, incluida en el EP Venceremos de 1970, un himno de la época que refleja los ideales de la Unidad Popular y el clima social de un Chile movilizado.

 

El relato fluye de una forma orgánica por las distintas etapas del movimiento recorriendo la evolución de la Nueva Canción Chilena (NCCh) abordando hitos fundamentales en su desarrollo. La historia comienza con la figura de Violeta Parra, cuyas exploraciones musicales marcaron el inicio de un movimiento cultural que rescataría y actualizaría las tradiciones chilenas. Violeta no solo recopiló y transformó el folclore rural, sino que le infundió una voz de denuncia y una identidad profundamente chilena que inspiraría a futuras generaciones de músicos. Este compromiso con lo social y lo auténtico caracterizaría la NCCh desde sus inicios y quedaría como legado en la obra de sus sucesores.

 

La historia continúa con Víctor Jara, quien, influido por Violeta —"Violeta marcó el camino y nosotros lo seguimos dice Víctor en el documental"—, se convirtió en uno de los máximos exponentes del movimiento. Jara llevó la denuncia social y la identidad chilena a un nuevo nivel, componiendo canciones que narraban las vivencias y luchas de los sectores más humildes. La figura de Víctor Jara simbolizó el espíritu de la NCCh y el compromiso inquebrantable con las causas sociales, una influencia que trascendería el ámbito musical.

 

El relato pasa también las experiencias en París, donde varios artistas chilenos y latinoamericanos encontraron un espacio de reflexión y aprendizaje. En la capital francesa, Violeta, Isabel y Ángel Parra, así como otros miembros de la NCCh descubrieron una visión que traspasaba las fronteras nacionales y los alentaba a pensar en la "música latinoamericana" como un concepto unificador, más allá de los conceptos puramente "chilenos" como la cueca o la tonada. Además, París se convirtió en un espacio donde los artistas chilenos conocieron e integraron ritmos e instrumentos musicales de diversas partes de América Latina, lo cual nutrió significativamente su perspectiva.

 

Cartel del documental «En septiembre canta el gallo» de Nano Stern y Luis Emilio Briceño.Uno de los espacios de mayor importancia para la NCCh fue la Peña de los Parra, fundada por Isabel y Ángel Parra. Este espacio, que nació como un punto de encuentro para músicos, poetas e intelectuales a imagen y semejanza de locales como L'Escale de París, rápidamente se transformó en el epicentro del movimiento y en un lugar de experimentación artística. Este ambiente fomentó el surgimiento de otras peñas en distintas partes del país, consolidando el fenómeno de las Peñas como un espacio de encuentro cultural y político.

 

Otro pilar del movimiento fue DICAP (Discoteca del Cantar Popular), un sello discográfico que se dedicó a grabar y difundir la música de la NCCh proporcionando una plataforma de distribución para una música que muchas veces quedaba fuera de los canales convencionales.

 

Las universidades también jugaron un papel crucial en la expansión de la NCCh. Estos espacios se convirtieron en centros de resistencia y de creatividad, donde los músicos encontraban un público receptivo y comprometido. Las universidades promovieron la difusión de esta música que se oponía al status quo y abrieron sus puertas a las actividades y conciertos de los músicos de la NCCh, contribuyendo así a la consolidación del movimiento entre los jóvenes.

 

La historia prosigue con dos hitos que marcaron sendos puntos de inflexión. Primero el suicidio de Violeta Parra en 1967 y después, en 1969, la celebración del primer Festival de la Nueva Canción Chilena que, de alguna manera, oficializó su existencia.

 

Los contactos entre la NCCh y el mundo del rock se plasman en las experiencias con Los Blops, Congreso o Los Jaivas, que aportaron nuevas ideas y enfoques a los músicos del movimiento, quienes veían en el rock una forma de expresión directa y potente. La Cantata Santa María de Iquique, compuesta por Luis Advis e interpretada por Quilapayún, es otro punto de inflexión y uno de los ejemplos más claros de la conexión entre la NCCh y otros géneros, en este caso, la música docta, que inició una colaboración entre la música popular y la clásica.

 

El documental prosigue con la victoria de Salvador Allende y los años de la Unidad Popular, un periodo que representó la consolidación de los ideales defendidos por la NCCh. Durante este tiempo, los músicos experimentaron una expansión de sus actividades y colaboraciones, uniendo sus voces con los cambios sociales impulsados por el nuevo gobierno. Sin embargo, este momento de efervescencia se vería abruptamente interrumpido —al igual que el documental— con el golpe de estado de 1973, un evento que cambiaría el destino de muchos de estos artistas y pondría fin a una etapa esencial en la historia de la música chilena y latinoamericana.

 

Toda esta historia está contada por sus protagonistas en primera persona. Músicos como Pedro Yáñez, Horacio Salinas, Isabel Parra, Mariola Ferreira (Cuncumén), Eduardo Carrasco, Ángel Parra, Eduardo Gatti, José Seves, Julio Numhauser, Marta Contreras, Jorge Coulon, Charó Cofré, Patricio Castillo, Sergio "Tilo" González, Claudio Parra y Roberto Márquez; además de otros protagonistas como el periodista Miguel Davagnino, el fotógrafo y diseñador Antonio Larrea, y el productor Alfredo Saint-Jean; desfilan por la pantalla creando un mapa coral con un estilo visual sobrio y sin pretensiones pero acercándonos a la historia de la Nueva Canción Chilena de una manera cruda, directa y audaz.

 

En septiembre canta el gallo complementa el valor histórico del documental con imágenes —algunas inéditas— y recuerdos que reconstruyen una época como la participación de los Parra en el Festival de la Canción Protesta en Cuba en 1967, un evento que consolidó la unidad musical y política de América Latina y en los que aparecen unos casi adolescentes Raimon y Daniel Viglietti. O una entrevista con Osvaldo "Gitano" Rodríguez, un emblema de la NCCh, que falleció en el exilio. O la emotiva e inédita aparición de Víctor Jara en el Estadio Nacional en 1972 interpretando Preguntas por Puerto Montt.

 

Julio Numhauser.
Julio Numhauser.

 

El guion no se detiene en conflictos internos entre los actores de esta historia, salvo por menciones breves, evitando una visión crítica o polarizada y, en su lugar, pone énfasis en la evolución y los ideales de un movimiento que encontró en la música un lenguaje común.

 

Más allá del relato puramente histórico En septiembre canta el gallo está repleto de profundas reflexiones de sus protagonistas sobre el rol de la NCCh en la sociedad y en su propia evolución artística. Estas reflexiones aportan una dimensión profunda, permitiendo entender la complejidad de un movimiento que buscó transformar la cultura y se enfrentó a dilemas fundamentales.

 

Horacio Salinas, fundador de Inti-Illimani, aborda la relevancia de Violeta Parra en surgimiento de la NCCh, destacando cómo ella fue capaz de "introducir contenido ante temas intrascendentes". Para Salinas, el aporte de Violeta no se limitó a la recuperación de las tradiciones musicales chilenas, sino que también consistió en dotarlas de un significado social y existencial que iba más allá de la simple expresión artística. Esta orientación hacia los temas profundos y esenciales de la vida y la sociedad se convirtió en un eje de la NCCh y un principio rector que guio a muchos de sus integrantes.

 

Eduardo Carrasco, fundador de Quilapayún, reflexiona sobre el origen de la NCCh y su vínculo con París. "El origen de la NCCh está en París", ironiza Carrasco que enfatiza la importancia de la capital francesa como un espacio de encuentro donde músicos latinoamericanos y chilenos descubrieron que podían articular una "música latinoamericana" que trascendiera las barreras nacionales. Esta visión, según Carrasco, tuvo su impulso en el descubrimiento de grupos como Los Incas, quienes llevaron a París los sonidos andinos y la esencia cultural de Sudamérica. En este contexto, París se convirtió en un laboratorio de ideas en el que los artistas latinoamericanos reconocieron las raíces comunes que compartían y comenzaron a pensar en una música que representara a toda la región, superando los estilos individuales de cada país. Esta idea de una "música latinoamericana" fue un pilar fundamental que influiría de manera decisiva en la NCCh, ampliando su alcance y dándole un carácter continental.

 

Isabel Parra, por su parte, ahonda en la reflexión sobre el impacto de las noches parisinas en la formación de la NCCh. Isabel recuerda cómo, en esas reuniones informales en París, músicos latinoamericanos de distintos países tocaban sus instrumentos y compartían canciones de sus lugares de origen, lo que creó un ambiente multicultural que trascendió lo puramente chileno. Este intercambio de sonidos y estilos permitió que el movimiento se expandiera más allá de la tonada y la cueca, los géneros típicos de Chile, para abarcar influencias de toda América Latina.

 

Isabel Parra.
Isabel Parra.

 

La relación de la NCCh con el poder y los dilemas éticos que surgieron en su trayecto también ocupan un espacio central en el documental. Jorge Coulon, fundador de Inti-Illimani, plantea una cuestión fundamental: "¿En qué momento, por muy legítima que sea la causa, se pierde el sentido crítico hacia ella?". Este cuestionamiento de Coulon muestra la constante tensión entre la necesidad de apoyar causas justas y el riesgo de perder la independencia crítica. Horacio Salinas también se suma a esta reflexión, abordando las dudas que surgieron entre los músicos cuando la Unidad Popular llegó al poder. "¿Qué vamos a cantar ahora que somos gobierno?", se pregunta, exponiendo las contradicciones y desafíos que enfrentaron al ser, de repente, parte de un gobierno al que apoyaban pero del que también debían mantener cierta distancia crítica. Estas preguntas reflejan el dilema de cómo los músicos comprometidos podían seguir siendo una voz crítica y honesta sin perder la integridad que los definía.

 

Además de estas profundas reflexiones de los protagonistas de la NCCh, también se da espacio para anécdotas personales que revelan la humanidad y las complejas relaciones entre sus miembros. Estas historias aportan una perspectiva más cercana a la vida de los artistas, mostrando las emociones, el humor y las tensiones que existieron en el corazón de este movimiento.

 

Horacio Salinas, por ejemplo, comparte una anécdota memorable y cómica con el pintor ecuatoriano Osvaldo Guayasamín; o Isabel Parra, por otro lado, relata una anécdota más íntima sobre su madre. Isabel explica que Violeta sentía "celos" por el éxito que alcanzó la Peña, un espacio cultural que Isabel y su hermano Ángel Parra crearon en Santiago y que rápidamente se convirtió en el epicentro de la NCCh. Violeta en respuesta, decidió crear su propio espacio cultural en la Carpa de la Reina. Sin embargo, la Carpa, pese al esfuerzo de Violeta, no logró el mismo éxito que la Peña.

 

Con En septiembre canta el gallo, Stern y Briceño nos entregan una mirada sincera y valiosa de un periodo histórico en el que la música fue símbolo de unidad, protesta y esperanza en un Chile en transformación. Dar voz a sus protagonistas no es solo ponerlos en valor, es un acto de defensa propia contra el olvido. Preservar la memoria es, en definitiva, un acto de reparación y de dignidad.







 
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