Con un lleno espectacular, esta semana Manu Guix ha presentado en la Sala Luz de Gas su CD "Onze Llachs", que tal como indica su nombre, es la recreación de once temas del trovador catalán Lluís Llach.
Manu no lo tiene fácil: se debate entre un grupo de integristas que no le van a perdonar jamás que haya sido profesor del reality show "Operación Triunfo" y los cortitos de entendimiento —stultorum infinitus est numerus— que piensan que por salir en la tele ya es un genio.
Es cierto que sin su paso por la academia de OT Manu Guix no sería más que otro músico debatiéndose entre malvivir de su oficio, nutrir las colas de las oficinas del paro o buscarse un empleo decente en un banco o un supermercado. Es cierto además que tanta tele y tanta post-adolescente humedeciendo la ropa interior al segundo compás le han quitado perspectiva y le han dado una cierta falta de humildad especialmente en sus declaraciones. "Modernizar a Llach", dijo. No se puede "modernizar" a alguien intemporal. Se le puede homenajear, recrear, interpretar. Pero le queda mucho camino lleno de sillas hasta poder "reinventar" a alguien como Llach.
Pero dicho esto —cerremos por hoy la sección de crítica lacerante— Manu Guix es, de entrada, un excelente músico; buen vocalista, mejor pianista; educado en las mejores escuelas y de una gran ductilidad y eclecticismo. Hay un Manu Guix desconocido detrás del que fue profesor de OT.
Que además cante en catalán cuando una de las dos Españas es abiertamente catalófoba —y la otra colabora por la vía de la connivencia— y otros artistas más impuestos comercialmente como Sergio Dalma o Lolita (la hija de Lola Flores) acaban de editar sendos CD donde la versión que se vende en España contiene una canción menos que la que se vende en Cataluña, curiosamente la que cantan en catalán; que cante en catalán decía, vuelve a ser como en tiempos pretéritos un acto revolucionario, de rebeldía y con un buen par de valentías, a sabiendas que una parte de su público objetivo no se lo va a perdonar. Y las cifras lo confirman: "Onze Llachs" es número uno de ventas en Cataluña y sólo el 67 en España.
Por último, acercar a Llach al público del pop-rock —o por decirlo de una forma más gráfica, al público de "chico-guapete-canta-canción-tontita"— es otra acción digna de elogio y reconocimiento. Y un regalo de buen gusto para los seguidores de Guix.
Las versiones, unas muy afortunadas, otras un tanto especiales para alguien de oídos poco acostumbrados al rock y al soul, están en todo caso ejecutadas de una forma muy pulcra. Buen disco, totalmente recomendable. Es por eso, que a riesgo de ser blasmado por unos y por otros, pienso darle una oportunidad a Manu Guix y les recomiendo que hagan lo mismo. Quítense los complejos y escúchenlo.
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