La cantautora catalana Ariadna Veas publica su primer álbum, Bajo tierra, un disco autoeditado de ocho canciones en catalán, español e inglés, donde confluyen el folk, la sensibilidad poética y una profunda conexión con la naturaleza.
La cantautora Ariadna Veas irrumpe en la escena musical con Bajo tierra, su primer trabajo discográfico, concebido como un ejercicio íntimo de búsqueda y transformación. A lo largo de ocho composiciones, la artista catalana construye un universo sonoro delicado y honesto que entrelaza letras introspectivas, paisajes naturales y una instrumentación que transita entre lo acústico y lo orgánico, dando forma a una propuesta marcada por la autoexploración emocional y la conexión con los ciclos vitales.
Compuesto íntegramente por ella y cantado en tres idiomas —catalán, español e inglés—, Bajo tierra funciona como una cartografía personal que, por primera vez, Ariadna decide compartir públicamente. "Bajo tierra es donde empieza la vida, pero también donde acaba. Bajo tierra es donde duermen las semillas y despiertan a su debido tiempo", explica la autora. Estas imágenes de raíz natural atraviesan todo el álbum, donde la tierra se convierte en metáfora de lo que se oculta, de lo que permanece dormido, de lo que está en proceso de cambio.
Nacida en Badalona, muy cerca de Barcelona, Ariadna creció en un entorno donde la música estaba presente, aunque nunca recibió formación académica. Sus influencias provienen tanto de sus raíces familiares —sus padres escuchaban a Queen, The Beatles y el grupo flamenco rock Triana— como de artistas que combinan profundidad lírica y sensibilidad musical como Silvio Rodríguez, María del Mar Bonet, Silvia Pérez Cruz o Nick Drake. Sin embargo, su manera de aproximarse a la creación ha sido siempre autodidacta y profundamente ligada a su formación en ciencias ambientales y agrobiología.
El disco, producido por Genaro Mosquera —productor venezolano afincado en Barcelona que ha trabajado con nombres como Ricci Nostra, Laaza, Mala Rodríguez o C. Tangana—, tiene una estética cuidada y artesanal. Mosquera también se encargó de la mezcla y el máster, reforzando la sonoridad cercana y precisa de un álbum que busca más el gesto íntimo que la espectacularidad. "Este álbum es una oda a la vida y a la muerte, y a cada una de las emociones que he arrastrado hasta hoy", afirma la autora. Las canciones, afirma, surgen de una necesidad vital de comprensión, de llevar al exterior lo que permanece oculto, lo que a veces no encuentra palabras pero sí melodías.
Uno de los temas más destacados del disco es Volcán, donde la imagen de la fuerza interior entra en diálogo con los paisajes de Chile, país con el que Ariadna mantiene una conexión especial. Durante un viaje de seis meses por Sudamérica, recorrió Argentina, Bolivia, Perú y Chile, descubriendo no solo geografías que la marcaron, como los glaciares de la Patagonia o los volcanes de La Araucanía, sino también una tradición musical que la transformó, incluyendo a Víctor Jara y sobre todo a Violeta Parra.
En Chile conoció al músico y fotógrafo Felipe Gutiérrez, quien resultó clave tanto en la instrumentación del álbum como en la construcción de su imaginario visual. El videoclip de Volcán, dirigido por Gutiérrez junto a Zabdi J. Vimart L. y Elías Calbún, fue filmado precisamente en esa región, con el volcán Lonquimay como telón de fondo. "Chile tiene cosas súper bonitas que te hacen sentir muy, muy pequeña. Es una región a nivel geológico muy vulnerable y eso me genera cierta sensación de respeto", comenta Ariadna.
La artista describe el proceso de creación como doloroso pero liberador: "En este disco hablo de la necesidad de supervivencia de aceptarnos tal y como somos, con cada una de las taras con las que llegamos al mundo y descubrir nuestra belleza", señala. En sus letras aparecen constantemente ideas ligadas a la transformación, al paso del tiempo y a la aceptación de lo efímero: "Hablo de aceptar que todo cambia, que todo se transforma, y que nada ni nadie permanece".
El carácter poético y meditativo del álbum sitúa a Ariadna Veas en la línea de una nueva generación de cantautoras que entienden la música como un espacio de vulnerabilidad, reflexión y autenticidad. Su propuesta dialoga naturalmente con artistas como Natalia Lafourcade, Carla Morrison o Silvana Estrada, no tanto por similitudes estilísticas, sino por una misma disposición a explorar las emociones humanas desde un lugar honesto y sin artificios.
"Bajo tierra es un lugar desconocido, donde se esconde el misterio y lo oscuro. Allí habita la memoria, el recuerdo y el dolor. También la nostalgia y la pena de quien lloró", dice Ariadna. La frase sintetiza con precisión el espíritu de un disco que no teme adentrarse en la oscuridad para encontrar sentido y belleza. En él, las emociones más íntimas se entrelazan con los elementos de la naturaleza y los detalles cotidianos que, en su aparente pequeñez, sostienen la vida.
Con este debut independiente, autoeditado y profundamente personal, Ariadna Veas presenta una propuesta que fluye entre paisajes sonoros y emocionales, donde la tierra no es solo un símbolo sino también una forma de mirar el mundo y de habitarlo.
El álbum blanco para Silvio Rodríguez, producido en La Habana, reúne once canciones —siete de ellas inéditas— en nuevas versiones a cargo de artistas latinoamericanos y españoles; el primer adelanto es Las nubes, interpretado por el chileno Manuel García
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
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