Paco Barrios “El Mastuerzo” ha actuado en el BarnaSants, clausurando el ciclo-homenaje que este Festival ha rendido a los 100 años de la Revolución Mexicana y en el que también hemos podido ver a María Inés Ochoa, a Mauricio Díaz “El Hueso” y a León Chávez Teixeiro.
Paco Barrios “El Mastuerzo” es un tipo muy peculiar. Bajo ese look de superviviente de un holocausto nuclear a lo Mad Max, aflora genio, figura y ternura. De entrada su trabajo silencioso desde las barricadas como principal promotor del colectivo Kloacas Komunicantes —nombre feo donde los haya—, donde desde la marginación —que no la marginalidad— crea silenciosas redes subterráneas de complicidad que, poco a poco y afortunadamente fluyen a la superficie para contarnos de un México distinto. Desde este colectivo nos cuenta que "la rola es canción, la canción es poesía y la poesía es un choro chido que canta y que rola".
El Mastuerzo es “la otra” trova mexicana. Digo “otra” en contraposición a la que de alguna manera conocemos —léase Alejandro Filio o Fernando Delgadillo— porque utiliza un lenguaje y una estética radicalmente alejada a aquélla.
Paco Barrios es menos lírico y más épico, sin apenas concesión a la metáfora y pintando unas imágenes claras y concisas. Su lenguaje es duro, directo, contundente, transgresor y a veces delicadamente grosero; y todo ello sin dejar de ser poético.
Fue miembro fundador de “Botellita de Jerez”, uno de los pilares del rock mexicano —sigue tocando de vez en cuando con ellos— y de ahí conserva su excelente y peculiar forma de tocar la guitarra, casi percutiendo las cuerdas, y su aspecto post-apocalíptico que es en el fondo un disfraz para ocultar su inmensa ternura y sensibilidad.
En el concierto de hoy, El Mastuerzo ha salido al escenario a pasárselo bien. Y no sólo lo ha conseguido sino que ha sabido contagiar a un público que ha acabado entregándose por completo.
Paco es un mago del escenario. Ha sabido controlar el tempo del concierto a la perfección dando dosis exactas —y en el momento oportuno— de protesta, amor, humor o reflexión.
Y se ha atrevido con todo. Desde alguna versión de sus tiempos en “Botellita de Jerez”, hasta una canción en euskera y otra en catalán —excelente versión de La Rambla del Poble Nou de Joan Lluís Parra—, pasando por una impactante Gallo rojo, gallo negro de Chicho Sánchez Ferlosio y otros homenajes a compañeros roleros, entre ellos a León Chávez Teixeiro, que se encontraba en la sala, con una acertada versión de Quince metros tres pulgadas ocho octavos dieciséis. Todo ello sin olvidar “el grueso” de su concierto formado evidentemente por sus propias canciones.
El Mastuerzo nos ha demostrado que, a veces, con una sola guitarra y un buen trovador, basta para la maravilla.
El jueves 14 de marzo Mayte Martín presentó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla su nuevo espectáculo: Tatuajes. Se trata de una colección de joyas de grandes autores universales llevados magistralmente al territorio particular de la artista. Con este concierto y con el disco que lleva el mismo nombre, rinde homenaje a la canción de autor más global, a la que traspasa fronteras y conforma una parte primordial de la memoria sentimental de diferentes generaciones.
Desde los veintiún años la argentina Carmen Aciar es una barcelonesa más, llegó para descubrirse en su arte por las calles de Barcelona, sumando sus propias historias desde que llegó en ese agosto de 2022 para habitar esta ciudad en sus incertidumbres, sus composiciones ya conforman su primer disco Historias mías.
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