Estoy hecho de canciones

Me he sentado en el suelo como un niño rodeado de mis cedés. Los tengo todos sin caja, por que mi cadena de música es bastante buena para reproducirlos perfectamente aunque estén un poco rayados y así no me tengo que molestar en ponerlos y en sacarlos de la cajita cada vez. Bien, justo encima de la cadena tengo las dos pilas principales: una son los discos de Lluís Llach y la otra los de Paul Simon. Después hay otras pilas, algunas al lado de la cadena y las otras en la mesa de escribir o en los estantes de atrás. Me he sentado en el suelo como un niño rodeado de mis cedés, de todos los que he encontrado por la casa, de todas las pilas excepto la de Lluís Llach y la del Paul Simon, que son las escucho habitualmente. Y en cada cedé de éstos más remotos había una canción o cuatro o dos, una canción que era un pedacito de mi vida. Una chica, una decepción, una manera de pensar. Una casa, una escuela, alguien que me impresionó. He ido poniendo ahora un cedé y ahora el otro, y cada canción era un viaje al amor o a la herida o al paisaje que me la hicieron amar. Estoy hecho de canciones. Ni huesos ni pies ni sangre. Soy un disco recopilatorio de una pila de canciones que me han hecho como soy y que podrían explicar quién soy y por qué. Estoy hecho de canciones, soy una pila de canciones. Las canciones que me llevaron por los caminos que he andado y que si no me llevaron me acompañaron, las canciones que sonaban mientras hacíamos el amor en la cama primera de Rosari y luego de Sant Màrius. Las canciones que prácticamente no conoce nadie y que he plagiado tantas veces y que todo el mundo me dice entonces que escribo muy bien cuando en realidad estoy copiando. Las canciones que no es verdad que me sacaran del pozo, pero que me acompañaron, y aunque alguien pueda pensar que eso no es mucho te aseguro que su compañía fue un regalo que no sabes cómo agradecí. Estoy hecho y rodeado y atravesado por canciones. Cada cosa que me ha pasado puede explicarse con una canción a la cual he adscrito mi gozo o mi asco o mi esperanza o mi terror. Estoy hecho de canciones, casi nunca leo, cuando pienso en lo que he leído me doy cuenta de que no he leído nada, algunos poetas, es verdad, pero cuando pienso en lo que leo es verdad que no he leído nada. ¿Cuáles son tus referentes literarios?, me piden a veces en las entrevistas. Y siempre acabo diciendo que Valentí Puig i Calvin & Hobbes. No he leído nada y hay quien opina que eso no está bien, y que para escribir, para escribir bien, hay que leer, hay que leer más, y puede ser que tengan razón, no lo sé. Lo que sí sé es que he escuchado muchas canciones, muchas, y no sé si eso sirve para alguna cosa, pero he escuchado muchas canciones, y algunas me las sé de memoria. El otro día me di cuenta de una cosa que quizás es un poco ridícula, pero en todo caso el otro día me di cuenta de ello claramente: y esta cosa es que me sé de memoria todas las letras de Lluís Llach de memoria. Todas quiere decir todas. Me puse un examen al azar. Probé con 100 canciones (era la noche del domingo, que nunca tengo sueño), bien, descubrí que me sabía aquellas 100 canciones de memoria sin ni un solo error y que de hecho me las sé todas. Y después de Lluís hay toda una serie de canciones, la mayoría de cantautores, aunque también hay alguna incursión al pop y al folk, bien, después hay todas estas otras canciones que no tienen mucha relación las unas con las otras, que ayer me puse a escuchar como un niño, sentado en el suelo de mi habitación. Estoy hecho de canciones, por eso, en mis artículos, cuestiones como el ritmo me interesan tanto, me preocupan tanto. Quizás por eso una de mis grandes frustraciones es no haber escrito nunca canciones, no haber sabido nunca. Algunos intentos hice, ahora ya hace muchos años, pero nunca me salían ni mínimamente aceptables. Lo que más me gusta del mundo son las canciones. Bien, lo que más me gusta es escribir, pero lo que más me gusta consumir o como quieran decir son las canciones, a menudo las mismas canciones. En el iPod, por ejemplo, no es que lleve muchas canciones, pero cuando escribo en el periódico AVUI o voy por la calle siempre escucho la música del iPod. Hay semanas que sólo escucho una canción. Una sola canción. Una vez, no hace mucho, quizás hace un año, me pasé un mes que escuchando sólo Genova per noi de Paolo Conte. Un mes que en el iPod sólo sonaba el Genova per noi, esta sola canción. De repente encuentro una o dos canciones y aquí me quedo. Canciones que me sirven para pasear y para pensar. A veces me parece que ni las siento, pero me van sonando en las orejas, de otras veces, como me pasa cíclicamente con lo Que tinguem sort de Lluís Llach, me la pongo y también canto la canción en voz baja, y no pienso en nada más que en lo que dice la canción y así también nos podemos pasar días y semanas. Los cambios de canción, y de artista, y de hecho de todo, me horrorizan, y por eso son tan contadas las ocasiones que como hoy me he sentado como un niño en el suelo de mi habitación rodeado de mis cedés y he empezado a viajar a través de las canciones por edades y cuerpos, caricias y abandonos, estoy hecho de canciones.