Julio Iglesias cantó el 13 de agosto en Cap Roig. Es un cantante fenomenal, y no estos comunistas cantautores. Algunos me gustan mucho, pero si te lo miras fríamente, Iglesias es mucho mejor. Ya el planteamiento estético es superior. Si Aute, Sabina o Llach salen a cantar con sudaderas o descamisados, Iglesias no ha subido nunca a ningún escenario sin corbata ni sin afeitar. ¡Existen unas formas, por Dios! Sobre las letras, y en contra de lo que pueda parecer, se encuentra, por ejemplo, mucho más refinamiento en Julio Iglesias que en Lluís Llach. Si Pájaro chogüí evoca a un niño que al morir se vuelve pájaro en los brazos amorosos de su madre, La gallineta es obrera, sindicalista, revolucionaria y lesbiana. Todo el mundo sabe que amo mucho a Lluís Llach, pero al final, chico, hay lo que hay. Se desprecia Julio Iglesias porque es de derechas; y se le acusa de empalagoso, cuando algunas letras de Sabina o Serrat son el museo de la viscosidad. Entre Lucía i Hey, la Preysler tiene más clase que la Marisol. Eso por no hablar de las mujeres que salen en las canciones de Sabina, aquellos putones. Con respecto a la proyección internacional, Julio Iglesias les ha ganado a todos; y de españolistas —aunque los de izquierda disimulen— excepto los que cantan sólo en catalán, lo son todos. Si hablamos de canción protesta, las utopías de los cantautores no se han realizado nunca (¡por suerte!); y en cambio, en el mundo un punto absurdo y muy pomposo de las canciones de Julio Iglesias se vive como Dios Padre y Señor. Entre la sordidez de Calle Melancolía y la alegría de La vida sigue igual está la misma diferencia que entre uno que se ha hecho rico excitando a los pobres a fuerza de repetir no sé cuántas barbaridades; y otro que ya de bien joven fue portero del Real Madrid y que siempre tuvo claro qué quería ser cuando fuera mayor.
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La casa discográfica Bis Music celebró el Día de la Cultura Cubana con la presentación oficial de Álbum blanco para Silvio Rodríguez, un disco colectivo que reúne once canciones escritas por el cantautor en su juventud, interpretadas por artistas de Cuba, América Latina y España. La producción recupera piezas poco conocidas y propone nuevas lecturas sobre su universo poético y musical.
Miguel Poveda hizo suyo el Gran Teatre del Liceu de Barcelona —uno de los grandes Teatros de la Ópera del mundo— en su concierto Distinto del 15 de Octubre, en el marco de la edición de 2025 del "Festival Jazz Barcelona".

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