Los guantanameros Buena Fe, Israel Rojas y Yoel Martínez, se presentaron esta semana en Barcelona en lo que fue su único concierto en su "minigira" europea.
Los Buena Fe pasaron por Barcelona y el domingo tendrían que estar tocando en Miami y más tarde en Nueva York y San Francisco sino fuera porque no les llegó la visa. Ellos se lo pierden, porque perderse a Buena Fe es perderse uno de los fenómenos musicales recientes más importantes en Cuba. Un dúo que ha llegado a juntar más de 250.000 personas en la Plaza de la Revolución debe, cuanto menos, tenerse en cuenta.
Tanto "éxito" siempre levanta envidias y detractores. Así, no hay quien ha dudado en calificarlos de mezcla de "Juan y Junior con Ricardo Arjona". Las declaraciones de Israel Rojas calificando al mercado norteamericano como el "cielo de los músicos" —y otras lindezas parecidas— no han ayudado demasiado.
Pero no les falta talento. Tienen letras con una poética muy accesible, urbana, sensible y al alcance de la gente joven. Unas músicas pegadizas, semibailables pero con pocas concesiones a la intrascendencia.
Pero a estas alturas del partido todos sabemos que con el talento no basta. Lo cierto es que, otra de las tantas teorías tan criticadas de Israel que es la "autosostenibilidad" de la música, es una de las claves del éxito de este dúo. El trabajo que se hace fuera del escenario, el marketing bien entendido —y tan criticado por los ortodoxos de la trova— y una tendencia moderada a la recuperación de la inversión han sido al mismo tiempo su acierto y su estigma.
Israel niega que ellos sean un grupo de pop y reivindica su pertenencia a la Trova. Lo hace con la boca pequeñita, porque él sabe mejor que nadie que en los mercados norteamericanos y europeos se vende mejor el pop y el rock que la trova. Y yo con la boca grande —suelo pecar de bocazas— también creo que son un grupo de trova. Un gran grupo de trova aunque les duela a algunos sectores más tradicionalistas.
Y es que últimamente —y esto es el marketing mal entendido— cuando un grupo usa líneas de bajo y batería machaconas ya son tildados de poperos o rockeros. Es cierto que si utilizaran la batería de una forma más creativa y el bajo menos aburrido y con más líneas armónicas en algunas canciones, éstas lucirían mejor. Pero aún así, los Buena Fe son trovadores y de los buenos.
Y esto fue lo que vimos el miércoles. El concierto, organizado por la Fundación FAPCI en colaboración con la Sociedad Cultural José Martí, se realizó a beneficio y en apoyo de un hospital para niños discapacitados en La Habana y para ayuda humanitaria en Haití.
Los Buena Fe plantearon un concierto antológico, donde no sólo presentaron temas de sus cinco discos, sino que se permitieron el lujo de estrenar temas nuevos, como Todos caben —inspirado en la filosofía de Martí—, Dos emigrantes y el fragmento de un tercero, todavía sin título que es todo un manifiesto existencial: "la muerte, segura de su victoria, da una vida de ventaja".
Tocaron también algún tema de su disco Extremistas nobles, como Cubañolito. Este disco compuesto, cantado y grabado a medias con el trovador Frank Delgado —excelente, créanme—, es un caso probado de que los piratas —a pesar de la fama de tener una pata de palo— corren más que los productores: no ha entrado en producción, no tiene las gráficas diseñadas y ya se puede bajar de Internet.
Como dice Israel Rojas: "Mientras quede algo por hacer, no hay derecho a descansar".
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