Al ritmo de un tambor centenares de palenqueros mueven sus caderas en el XXV Festival de Tambores que se celebra en San Basilio de Palenque, en el norte de Colombia, evocando las tradiciones de sus ancestros africanos traídos a América como esclavos.
EFE - El Festival de Tambores de Palenque se creó para rescatar y preservar la cultura y las tradiciones de estos afrodescendientes que desde el siglo XVI se asentaron en este pequeño poblado ubicado en los Montes de María, a unos cincuenta kilómetros de la ciudad de Cartagena.
A esa zona huyeron para librarse de la esclavitud a la que eran sometidos.
Allí se mantuvieron aislados del mundo exterior hasta ya entrado el siglo XX, lo que les permitió conservar casi intactos sus rituales y su lengua palenquera, que es un criollo de base léxica española que mantiene características morfosintácticas del bantú africano.
"El tambor es una herramienta de comunicación, sus ritmos nos permiten remontarnos a nuestros ancestros y a nuestro pasado, el tambor le permite a uno escuchar el clamor de aquellos que fueron traídos de África en situación de esclavizados", dijo a Efe la líder política de San Basilio de Palenque, Kairen Gutiérrez.
Cuando un palenquero escucha un tambor ese sonido invade todo su cuerpo y "su ser genera ritmos muchas veces desconocidos", aseguró Gutiérrez.
El médico tradicional y promotor cultural de Palenque, Manuel Pérez, indicó a Efe que el tambor es un medio de comunicación que sirvió para la defensa y la protección de la población.
Cuando eran "fugitivos de la opresión del europeo se colocaban hombres alrededor de Palenque en los sitios altos de las montañas para avisar con sus tambores sobre la presencia del Capuchichi Manga (forastero blanco en español)", relató.
Sin embargo, ahora el tambor representa la alegría, el ritual y está presente en todos los momentos de la vida de los palenqueros y "nos habla -subrayó Pérez- en las fiestas, en los anuncios y en los ritos de la muerte".
El lumbalú es una danza fúnebre en la que a ritmo de tambores, hombres y mujeres con profundo dolor honran y lloran a sus muertos.
Se trata del "camino para desplazarnos de este mundo" al otro, donde "todos somos iguales", explicó Pérez.
El espacio cultural de San Basilio de Palenque, donde la riqueza contrasta con la extrema pobreza de sus 2.500 habitantes que carecen de los servicios básicos, fue declarado por la UNESCO como obra maestra del Patrimonio de la Humanidad en 2005.
Junto con el tambor, la lengua palenquera representa el factor más importante de cohesión para esta población que la mantiene viva y se niega a perderla, pues en ella encuentran y se fortalece su identidad como primer pueblo afrodescendiente libre de América.
Gutiérrez aseguró que fue la lengua palenquera la que les permitió comunicarse cuando se les negó el derecho a hablar y a relacionarse y por ello "hoy —dijo— nos hace diferentes y nos recuerda a nuestros ancestros africanos y los legados lingüísticos que estos nos dejaron".
"Significa recrear las tradiciones y la identidad cultural de San Basilio de Palenque, encontrarse con uno mismo, ya que cuando hablamos en español nos sentimos hablando como los otros y no como nosotros", puntualizó Gutiérrez.
Pérez recuerda además que San Basilio fue la comunidad que más se resistió a cambiar culturalmente, se mantuvo hermética, lo que posibilitó que se preservara la tradición y la herencia africana reflejada en la lengua.
"Hablar en lengua palenquera nos permite ser más felices. No es lo mismo enamorar a una muchacha en nuestra lengua que hacerlo en español, en lengua palenquera jamás te rechazan", añadió.
El promotor cultural de Palenque no dudó en señalar que nunca debieron haber aprendido el español y así cuando la gente visitase ahora a esa humilde comunidad necesitaría de "intérpretes para comunicarse".
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