Hay dos conciertos que han cambiado mi vida. El primero sería por allá el 69 o el 70, la primera vez que vi a Serrat —siempre Serrat en mi vida— y el segundo en septiembre de 1974 con el Quilapayún.
Nosotros —los de mi generación— no sabíamos nada de música chilena. Yo apenas conocía alguna canción de una tal Violeta Parra que cantaba de vez en cuando Serrat —siempre Serrat. En cambio habíamos seguido con una mezcla de envidia y esperanza el proceso socialista de Chile. Aquel 11 de septiembre de 1973 recuerdo perfectamente la rabia y el dolor por los hermanos chilenos y una tremenda impotencia por el mensaje que nos enviaban los EEUU: cuando muera Franco no esperéis un proceso democrático hacia el socialismo.
A principios de 1974 aparecía un disco de Raimon titulado lacónicamente A Víctor Jara. En la carpeta no había ninguna referencia acerca de quién era ese tipo, pero el "boca a oreja" —la Internet en los tiempos grises— nos informó en pocos días de la vida y la muerte del trovador chileno. Apenas conocíamos una canción suya y la cantábamos en catalán —desconocíamos su letra en castellano—, el Te recuerdo Amanda en la versión de Raimon y ya por siempre no pudimos vivir sin él.
Cuando este eficiente "boca a oreja" nos informó de la venida de un grupo chileno de nombre impronunciable —Quilaspatum, Kilospayán, Palapatum o algo parecido—, embajador cultural de Allende y que había sido dirigido por Víctor Jara y cantaba sus canciones, no necesitamos otra promoción para que casi 12.000 personas —en tiempos peligrosos— nos "arriesgáramos" a asistir a ese concierto.
Ese concierto —lo he dicho al principio— cambió mi vida. Aprendí lo que es sentirse libre y desde esa ventana a la libertad conocí otras músicas y poetas proscritos. Empecé a amar a América, a conocer su historia y supe de sus grandezas y sus miserias. Y descubrí que había gente que todavía daba la vida por lo que creía justo.
Ese concierto del 20 de septiembre de 1974 fue seguramente el primer concierto de masas que se celebraba en la historia de mi país y abrió los ojos a más de uno —que como yo— acabábamos de romper el huevo. Es por eso más que justo, necesario, este homenaje a los actores de aquel parto.
La casa discográfica Bis Music celebró el Día de la Cultura Cubana con la presentación oficial de Álbum blanco para Silvio Rodríguez, un disco colectivo que reúne once canciones escritas por el cantautor en su juventud, interpretadas por artistas de Cuba, América Latina y España. La producción recupera piezas poco conocidas y propone nuevas lecturas sobre su universo poético y musical.
Casi cuatro décadas después de su estreno en Ámsterdam, la cantata Dialecto de Pájaros del compositor Patricio Wang revive en Chile con una versión revisada por su autor. Una obra mística y vanguardista que regresa para cerrar un ciclo pendiente en la historia musical de Quilapayún y Patricio Wang.

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