El grupo catalán Manel acaba de editar su segundo disco, 10 milles per veure una bona armadura, que en su primera semana se ha colocado en el primer lugar en número de ventas en España con 10.000 ejemplares. Con un disco cantado en catalán esto sólo lo habían conseguido antes Joan Manuel Serrat y Lluís Llach.
Si usted investiga por Google qué es eso de "Manel" se encontrará con notas de prensa, críticas de conciertos o enciclopedias que dicen que se trata de un grupo de pop o folk-pop.
Mienten todos. Es una mentira venial, eso sí, porque en un país —lean por favor Tocarle los cojones al Poder—, en un país decía, en que el respeto que se tiene por la palabra "cantautor" o "trovador" es parecido al que tenía Pinochet por los Derechos Humanos, es lógico, lícito y perdonable que los especialistas de marketing intenten evitar esas infames palabrejas que tan pocos discos venden y utilicen eufemismos como folk-pop, indie o bandautor.
No voy a contradecirles —hay que vender muchos discos y conciertos, que la cosa está muy mala— pero entre usted y yo y sin que salga de aquí, los Manel son un grupo de música de autor, trova o cançó —pónganle el nombre que quiera— y se parecen al pop (que significa pulpo en catalán) en que ambos tienen ocho patas, si sumamos las de los cuatro integrantes del grupo.
El tratamiento de las letras, los contrapuntos vocales e instrumentales, la búsqueda de otros caminos en general, los acercan mucho más a la música de autor que a cualquier otro género.
Sean lo que sean, lo cierto es que en Cataluña se han convertido en un fenómeno de masas. Su primer disco, Els millors professors europeus (2008), consiguió un disco de oro en plena crisis. Su segundo disco, 10 milles per veure una bona armadura (2011) aparecido la semana pasada, se ha colocado ya en primer lugar de la lista oficial de ventas en un país culturalmente tan raro como es España.
Una proeza en un disco cantado en catalán sólo alcanzada por Joan Manuel Serrat el 1974 con Per al meu amic y el 1996 con Banda sonora d'un temps d'un país y Lluís Llach el 1976 con Barcelona. Gener del 1976 y el 1977 con Campanades a morts.
Pero más allá del "fenómeno", los Manel han sabido construir un proyecto sólido, simpático y brillante. Sus textos costumbristas los acercan a la gente joven y su imagen de "chicos buenos" los convierten en los maridos que todos quisiéramos para nuestras hijas. Sus melodías pegadizas y unos arreglos que se ponen al servicio de la palabra —y no de la batería o el bajo— hacen que su música sea amable, educada. Sus armonías tanto vocales como instrumentales les dan ese punto de "querer ir más allá", de búsqueda de un sello, una estética, una personalidad.
10 milles per veure una bona armadura; nombre tomado de "ten mile a foot to see a good armour", frase que pronuncia Benedick en el Much ado about nothing de William Shakespeare; es un disco que se mantiene fiel al "compromiso" Manel, pero con un plus de madurez que le da menor tono festivo pero más sutileza. Añade más letra a sus canciones. Aumenta la orquestación —que será todo un hándicap para sus directos— y le quita protagonismo al ukelele, hasta ahora la marca de la casa "Manel".
Manel confirma con su segundo disco que están aquí para quedarse y que el rápido crecimiento de su éxito no fue fruto de una moda o de la fortuna sino del trabajo bien hecho.
Otra cosa es que sólo el 8% de esos discos se hayan vendido fuera del territorio catalán. Pero de esto hablaremos otro día.
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