Malpaís: el que es profeta en su tierra

Por Ana María Parra A. para La Nación

El sábado 27 de agosto, Fidel Gamboa y Malpaís tocaron en el Club 212 (Heredia), junto a Alux Nahual. Los ticos encendieron a los roqueros. © Ileana Arauz

Cuando la aventura de Malpaís comenzó, hace 12 años atrás, nadie imaginaba la cola que traería; no lo veían ni sus propios integrantes. Esta es la historia de un colectivo costarricense único hasta ahora, que logró darle la vuelta al triste vaticinio de “nadie es profeta en su tierra”.

En 1999, Fidel Gamboa, quien falleció el domingo tras un infarto múltiple; Jaime Gamboa e Iván Rodríguez armaron su propio proyecto, luego de dejar las filas que por 16 años ocuparon en el Grupo Experimental, con Adrián Goizueta.

“La idea despertó un día que fuimos a la presentación de un libro y tocamos con Pato (Barraza) y Bernardo Quesada. Pensamos en trabajar con ellos y luego las cosas cambiaron", dijo, hace 10 años atrás a Viva, Iván Rodríguez.

Pasaron casi tres años tocando solo para los amigos y las familias. Como que no se tiraban al agua hasta que un buen día, el 27 de setiembre del 2001, apareció en la prensa que un tal grupo Malpaís daría su concierto debut.

Era un recital pequeño y así fue el ritmo hasta el 2003. Se presentaban en temporadas de jueves en el Jazz Café, pero, por algo que ni ellos mismos pueden precisar, la gente empezó a sentir afecto y sed por lo que tocaban unos “loquitos” de nombre como de una playa.

“El refugio de los desterrados, el potrero inhóspito sinfín, la playa de basalto donde no sabemos si vamos o si volvemos. La playa de Mal País, al final de la península de Nicoya”. Así justificó su nombre, en el 2001, Malpaís y, en ese entonces, eran solo los hermanos Gamboa, Iván Rodríguez, Manuel Obregón y Carlos Tapado Vargas.

Como la espuma. Para el 2003, Malpaís lanzaba su primer álbum, el Uno. Lo comenzó a trabajar en febrero del 2001 y se iba a llamar Historias de provincia.

Con el temor propio de quien piensa que no calza en una generación –para ese entonces Fidel Gamboa tenía 42 y uno que otro compinche casi lo igualaban en edad–, aceptó Malpaís participar de las jornadas La toma de La Aduana y ser parte de un cartel en el que dominaban las bandas nuevas.

“Pensaban que a los jovencitos no les iba a gustar Malpaís, pero cuando vieron la reacción de ese público quedaron sorprendidos”. recordó Tania Garrón, en ese momento productora para el grupo.

Entonces, hicieron un concierto solitos en la josefina antigua Aduana. Fue el 5 de noviembre del 2003 y es, quizá, el concierto que marcó para Malpaís el principio de una visión nueva de sí mismo. El grupo pudo ver el efecto de ese encanto que no sabía que tenía.

“Íbamos preparados para que llegaran 500 personas. De hecho, pusimos unas telas para mejorar la acústica e Iván (Rodríguez) decía que se iban a ver muy feas porque el lugar no se iba a llenar. Fue tal la cantidad de gente que corrimos a subir las telas. Jamás nos lo imaginamos”, describió Garrón.

Iban niños y abuelos, lo mismo que adultos, a los conciertos de Malpaís. Así pasó en el 2005 en el herediano Palacio de los Deportes y así sucedió el lunes pasado cuando, en el Centro Nacional de la Cultura (Cenac), eran miles los reunidos para despedir a Fidel Gamboa.

Esa masa de gente, de todo rango de edades, que iba y venía en el Cenac tenía la misma conformación que la que llenó la Plaza de la Democracia el 23 de mayo del 2009, cuando presentaron el disco Un día lejano.

A la fecha, ningún grupo o solista de Costa Rica ha logrado igualar la convocatoria masiva y de amplísima variedad de generaciones de Malpaís en esa plaza de la capital.

¿El secreto? Niños, adolescentes, abuelos, adultos jóvenes y adultos maduros; escolaridad variada y condición social sin límite. ¿Cuál es el secreto de Malpaís?

“Malpaís es sorprendente. No tiene un público meta, Costa Rica completa es su público meta. No recuerdo nadie que lograra eso. Tiene algo que no puedo explicar. No soy seguidor de ellos, pero para mí está claro: es el supergrupo. Está conformado por puros virtuosos”, dijo a Viva Emmanuel Sotela, joven guitarrista de la banda de rock alternativo Akasha y fundador de la death metal Adrenal.

¿Letras diferentes? ¿Carisma? Malpaís tiene un poco de todo.

“El significado de sus canciones, que son de Fidel y de Jaime (Gamboa), tiene una gran cuota de responsabilidad en ese fenómeno mediático que es Malpaís. Lograron llevar a un nivel estético y urbano la tradición costarricense. Convirtieron la música en imágenes que la gente puede disfrutar”, explicó Denis Solera, hombre que por años trabajó en casas discográficas multinacionales y director de la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes Musicales (AIE) Costa Rica.

“Cada uno tiene un carisma particular que la gente siente y eso no se puede fabricar o producir”, explicó Solera.

Fidel Gamboa, además de ser uno de los compositores de Malpaís, era su voz principal; la figura ícono del grupo. “Su calidez, superior a su timidez, hacia conexión inmediata con la gente”, dijo Solera.

La fina fusión de lo folclórico, el pop, el jazz, el rock, el calipso y cuanto pudiese mezclarse con coherencia tenía mucho que ver con el bagaje y las ideas de Fidel.

Malpaís rompió con la idea de que la música tica no vende en casa. El 2 de marzo del 2006, el grupo recibió un disco de oro por el álbum Uno, que vendió 10.000 copias solo en Costa Rica. Tiene dos discos más de oro y hasta uno de platino.

“Recuerdo eso. Trabajaba para Universal Music y ni siquiera los artistas internacionales que estaban en prioridad en ese momento habían logrado vender en Centroamérica lo que Malpaís había vendido en Costa Rica solo y sin una megapromoción”, dijo Solera.

La partida de Fidel Gamboa formula la pregunta lógica, pero apresurada de ¿qué pasará ahora con Malpaís? A pesar de declaraciones aisladas dadas el lunes en momentos de dolor, el grupo como tal no ha emitido un criterio al respecto.