El otro día, para mi sorpresa, el compañero de "El Periódico" Jordi Català me recordó que la primera vez que compré un libro con mi dinero fue uno de Álvaro Cunqueiro titulado Las crónicas del sochantre y publicado por Destino. Por aquel entonces yo debía tener 15 años y todavía lo releo de vez en cuando. ¿Cómo sabía ese pequeño detalle de mi vida el amigo Jordi Català? Lo ignoro. Ya todo se sabe y los biógrafos accidentales nos sirven para recordar. Añado una pista más a mi estreno en el mundo cultural. El primer disco que me compré con mi dinero fue un Like a rolling stone de Bob Dylan. Fue un verano en la Rambla de Tarragona y entonces debía tener 12 años. Me pareció aburrido e incomprensible, pero al cabo de un par de años ya tocaba en la guitarra Blowing in the wind y me di cuenta de que un poco de Bob Dylan en la guitarra ayudaba a ligar, no sé si por la guitarra o por la canción. Pero ayudaba, claro que sí.
Y ahora resulta que a Zimmerman, el nombre real de Dylan, le va a dar el premio que lleva su nombre un señor llamado Felipe de Borbón. ¿Qué ha hecho Dylan para merecer esto? Él ya lo sabía hace años: simplemente que los tiempos están cambiando. Y que uno empieza cantando contra el mundo y acaba siendo fagocitado como banda sonora del mismo mundo al que intentaba combatir. Será porque una guitarra es un arma muy frágil. A la guitarra combativa o la rompen los militares chilenos como hicieron con Víctor Jara o la integran en el hilo musical de las democracias humanistas que es lo que representa el premio Príncipe de Asturias.
Los premios últimamente ya no premian, sino que se premian a sí mismos con la imagen de los premiados. Así se advierte en la deriva de esos premios Príncipe de Asturias. Desde el 2000 aproximadamente esos premios van a tiro seguro. Los galardonados no son una apuesta sino una confirmación. Los jurados, en el supuesto de que actúen como tales, parecen ser muy permeables a los relaciones públicas.
El premio que recientemente ha recibido Al Gore es significativo. Por menos de mil votos en Florida ese candidato a presidente estaría hoy enredado ante el terrorismo y no sabemos qué hubiera podido hacer o dejar de hacer. Se le premia por ecologista como si nadie más que él, divulgador de fina estampa, pudiera recibir los méritos de esa lucha por el planeta. Tal que Gore, así Dylan. Igual que un canto rodado de esos que se mueven por la fuerza imparable de la edad de los hombres y la vanidad infinita de los estados.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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