Gerard Quintana sorprendió a todos los asistentes con un excelente formato acústico —sólo la acertada guitarra de Francesc Bertran— con un espectáculo del que muchos trovadores de-toda-la-vida deberían aprender
En los años 90 había en todo el mundo grupos de pop y de rock formados por gente joven que adoptaron como modelo la música anglosajona. En Cataluña —a pesar suyo, aunque con su connivencia— estos grupos fueron instrumentalizados por el gobierno catalán no como complemento sino como negación al movimiento de la Nova Cançó (ver Tocarle los cojones al Poder). Esta instrumentalización por parte del poder político proporcionó cobertura mediática, logística y financiera que dio cohesión y proyección a un movimiento que de otra manera jamás hubiera existido como tal.
Hoy en día, diluido este movimiento y con la mayoría de grupos disueltos, nos ha quedado un montón de buenos músicos y un puñado de buenas canciones.
Gerard Quintana fue el líder de uno de los grupos más importantes adscritos a este movimiento, el "Sopa de cabra". Con este grupo cosechó notables éxitos llegando a editar doce discos desde 1989 hasta el 2003 fecha de su disolución. En los últimos años del "Sopa" ya había flirteado con la música de autor editando dos CD con Jordi Batista (rockero de una generación anterior) con canciones de Bob Dylan adaptadas al catalán.
Tras la separación amistosa del grupo, Quintana ha editado cuatro CD en solitario bajo la etiqueta de bandautor (dicho sea de paso, etiqueta y concepto que personalmente detesto y del que prometo hablar extensamente en un artículo posterior). Bandautor, simplificando, viene a ser un cantautor con banda de rock, aunque la banda sea innecesaria y no ayude para nada a las canciones.
Quintana se presentó el viernes en el BarnaSants con un avance del que será su quinto CD en solitario "Cançons urgents contra la crisi" (Canciones urgentes contra la crisis) en un formato muy especial, guitarra y voz, que desde el primer momento sorprendió dejando muy claro que si hay crisis, ésta no pasa por su proceso creativo.
Sus años de experiencia actuando para miles de personas le han dado un poder en el escenario que sabe canalizar con erudita perfección. Mezclar poesía de Galeano o Palau i Fabre con la de poetas jóvenes, presentar las canciones vestidas con una sola guitarra —muchas totalmente inéditas—, comprometerse con la actualidad "hasta mancharse", sin en ningún momento perder el ritmo del espectáculo, sin aburrir y dejando al público satisfecho de haber invertido su plata en algo que valía la pena, no es fácil.
Y Gerard Quintana lo consiguió a golpes de carisma —del que va sobrado— dialéctica —más todavía— y sobretodo buenas canciones bien cantadas. Un excelente concierto que pienso repetir en más de una ocasión si Gerard Quintana decide apartarse un poquito de la bandautoría y acercarse a la trovaduría —como lo hizo el viernes— sin ningún complejo.
El trovador chileno Nano Stern se encuentra actualmente en Europa. Este sábado actúa en Barcelona y el domingo en Madrid en donde estrenará sus nuevo disco Nano Stern canta a Víctor Jara (2023) y presentará Aún creo en la belleza (2022). Sin embargo hoy hablaremos con él de un extraordinario disco que lanzó el año pasado con Gina Allende —bajo el nombre de Ensamble La Misola—y que pasó injustamente desapercibido: Más vale trocar. Canciones de la España renacentista.
Víctor Casaus dice vivir en una constante contradicción. Por una parte su obra personal como creador —poesía, cine, testimonio— y por otra, esa absorbente e imprescindible labor como gestor cultural por la que es constantemente requerido. Ambas necesarias, ambas destacadas, pero a veces incompatibles porque "hay más tiempo que vida".
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