A pesar de tener en su haber una dilatada carrera con una docena de discos, Enric Hernàez es un trovador de luces y de sombras. Encaja a la perfección con esta tipología que Noel Nicola llamó “trovador sin suerte” y seguramente será porqué Enric es, en definitiva, para las inmensas minorías.
Hernàez es un creador de ambientes. Mientras otros trovadores —con más facilidad de la que se debiera— ponen el trovador al servicio de la banda, la música al servicio del trovador y la letra al servicio de la canción, Enric lo pone todo al servicio de la palabra: música, trovador y banda, creando el ambiente necesario para cada imagen. Articula cada nota, cada instrumento al servicio de cada metáfora. Crea un efecto casi hipnótico. De la misma manera que a Woody Allen cada vez que escuchaba a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia, si se escucha una canción de Enric que habla del suicidio, dan ganas de cortarse las venas y si habla de sexo dan ganas de hacer el amor.
Quizás por eso su penúltimo CD “Oh Poetas Salvajes” pasó prácticamente desapercibido a pesar de las interesantes propuestas formuladas en él: contenía poemas demasiado salvajes que se convertían en canciones demasiado salvajes. Canciones para ser escuchadas una sola vez bajo el riesgo de tener ganas de acabar con todo o de convertirse en un villano de Marvel para destruir el mundo.
Enric Hernàez presentó ayer en el marco del Festival BarnaSants su nuevo CD “No t'oblido ni quan l'aspra nit s'obre” (No te olvido ni cuando la áspera noche se abre) con poemas de David Castillo y claro, David Castillo es otra cosa. Los poemas hablan de “el regreso a casa, la inmersión en el mundo de los recuerdos donde se juntan paisajes comunes (muchos de ellos desaparecidos) y una actitud aparentemente individual pero compartida, como se comparten intimidades supuestamente secretas cuando los personajes se ven sumergidos en un conjunto de hechos históricos, políticos y sociales comunes” y es en ese contexto que Hernàez ha creado y recreado canciones y ambientes nostálgicos, personales y muy acordes con su —nuestro—tiempo.
![]() Gerard Quintana y Enric Hernàez
© Xavier Pintanel
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Enric dedicó la primera parte del concierto a recordar canciones antiguas en solitario, demostrando una notable técnica guitarrística. Es esta fase del concierto invitó a Gerard Quintana a interpretar una antológica versión de “L’home estàtic” de Pau Riba que llegó a hacer saltar alguna que otra lagrimita a más de uno.
En la segunda parte —la dedicada al nuevo CD— sacó a la banda que es donde más de un trovador suele estropearlo todo. Pero la banda es, para Enric, “el decorado magnífico donde se puede mover con la libertad que piden a gritos los poemas de David Castillo”. Entre todos supieron reproducir los ambientes necesarios para arropar y complementar las imágenes que nos transmitían las palabras de Castillo.
Un gran concierto de Enric Hernàez y otro acierto más del BarnaSants a quien las apuestas arriesgadas cada vez le salen mejor.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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