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A 20 años de la muerte de Atahualpa Yupanqui

20 años sin Atahualpa Yupanqui y 20 voces para dimensionarlo

AGENCIAS el 22/05/2012 

Télam - Una veintena de músicos, compositores y cantantes que cultivan la canción popular argentina aportaron sus voces para dimensionar la figura y el legado de Atahualpa Yupanqui a dos décadas de su fallecimiento.

 

Retrato de Atahualpa Yupanqui por Oswaldo Guayasamín. © Fundación Guayasamín
Retrato de Atahualpa Yupanqui por Oswaldo Guayasamín.
© Fundación Guayasamín

Peteco Carabajal: “Me parece que Atahualpa es una de esas grandes personalidad que tiene la humanidad y por eso, una vez que ya no está físicamente, empieza a estar de una forma aún más fuerte a través de la obra. Está vivo en la palabra de muchos, en imágenes, en libros y constantemente se está resignificando.

 

El nos había acostumbrado a que lo extrañemos físicamente y por eso no pienso que ya no está más. Lo extraño como si estuviera lejos de acá y sí estoy compartiendo con él siempre por escucharlo constantemente. Todos los artistas y sobre todo la gente del folclore, apelamos a él para andar este camino porque se trata de una guía, de una ayuda para explicarlo todo”.

 

Silvia Iriondo: “Atahualpa Yupanqui, el escuchado. Bien podría ser la obra de Atahualpa el recorrido posible para adentrarse en nuestra cultura.

 

El hombre y el paisaje habitan en su verso de canto firme y pausado. A veces es llanura, a veces montaña, pero siempre es la existencia misma la que canta y la soledad del hombre desgaja su copla de preguntas ante la espesura de la tierra y su destino. La dicha, la pena, el destierro, la nostalgia.

 

Todo un pueblo en su voz habla para contar su historia.

 

El gaucho, el peón, el arriero, curtidos van en su guitarra de rigurosa elegancia.

 

El escuchado habla y en su voz canta la raíz que lo nombra.

 

La identidad, la cultura, el pensamiento de un país es lo que narra su copla.

 

Vidalas, zambas, milongas, huaynos el paisaje atraviesa su obra en todo su colorido rítmico y también vive la canción, en aquellos únicos versos de amor 'El portezuelo', donde recuerda '…nunca le dije que nada, pero qué lindo, solo tengo la copla pa mi consuelo…'

 

El escuchado es una antigua expresión rural, a la que Atahualpa refiere, que describe la esencia misma del hombre de campo inmerso en las soledades profundas del silencio en el paisaje. Así es su obra, así sus versos, su canto revela, irrumpe y trasciende el silencio. El escuchado habla y se detiene el tiempo”.

 

Jorge Fandermole: “Siempre me toca tomar a Yupanqui como referencia cuando doy clases y voy al origen de nuestra música.

 

Me sigue conmoviendo. Es algo que siento íntimamente y tengo la convicción de que, cada tanto, hay que volver a poner la mirada desde ese lugar.

 

Uno siempre vuelve a Yupanqui para recuperar algo. No vuelvo a Yupanqui para utilizarlo como valor utilitario. Vuelvo porque es un referente. Y eso se percibe en la emoción que produce”.

 

Tata Cedrón: "Para mí Yupanqui fue el auténtico músico de la canción argentina y latinoamericana, Fue el maestro de todos nosotros, de nuestra generación, un artista que hay que tener en cuenta. Para mí fue mi papá, mi faro, mi guía. Yo empecé mi carrera haciendo canciones de Yupanqui, y eso también me dio mi ideología.

 

Compartí algunos momentos con él y era un viejo mañero, un vejo vizcacha, pero ese era un personaje que él tenía. Hoy mis hijos también cantan sus canciones".

 

Raúl Carnota: “Me contaba Adolfo Ábalos, que en una oportunidad Atahualpa se llegó hasta Salavina (Santiago del Estero) para visitar al 'Shoco' y al 'Cachilo'. Como era costumbre en casa de Los Díaz, después de la siesta, se armó la guitarreada y en un momento le tocó a Don Ata interpretar algo. Mientras él tocaba, los vecinos que participaban de la reunión, comenzaron a moverse hacia la pared más lejana del ambiente, tomando distancia del punto en donde estaba tocando Atahualpa.

 

Terminada la reunión, cuando quedaron solo los hermanos y Don Ata, éste les preguntó la razón del desplazamiento de la gente mientras él tocaba. Uno de ellos respondió: 'Pasa que usted toca tan bien que todos pensaron que era Salamanquero y les dio miedo'”.

 

Rubén Rada: “Yupanqui era una suerte de Louis Amstrong o Tom Jobim. Es una referencia ineludible. Hoy, a veces, uno escucha gente que quiere tocar, por ejemplo, free jazz sin conocer la historia, los que tocaron antes y eso no se puede hacer. Del mismo modo, no se puede ignorar a Yupanqui”.

 

Teresa Parodi: “Atahualpa fue una figura inmensa. Recuerdo haber escuchado a Yupanqui en el Festival de Cosquín como si estuviera en un teatro, con la plaza en silencio. Hoy eso es muy difícil que suceda. Creí que, de acuerdo al criterio de algunos, Atahualpa hoy no sería programado en un festival de este tiempo porque los medios hegemónicos han impuesto una cultura donde todo es pasatista, todo es desechable y eso nos ha dejado en un estado de confusión”.

 

José Ceña: "Atahualpa Yupanqui, es uno de los artistas más elevados del arte nativo. Su música criolla estuvo aliada a la profundidad y encanto de su obra poética. El universo, la tierra y el misterio de la vida fueron el espíritu recurrente en su palabra y en su sonido convirtiéndola hoy en patrimonio de todos los argentinos y de aquellos seres sensibles de diferentes partes del mundo."

 

Marita Londra: “Atahualpa Yupanqui escribió desde adentro de su propia vida; una vida rica en andanzas, experiencia y reflexiones desde muy joven. Por eso quizás su obra es tan trascendente. No se lo contaron ni lo imaginó. Fue un gran observador.

 

Tanto en su poesía como en su prosa, con lenguaje sencillo, llega a asuntos hondos del hombre universal. Eligió —como Homero Manzi— hacer letras para el hombre, más que ser un hombre de las letras.

 

Oyendo su obra, no hay forma de no repensar la vida una y muchas veces.

 

Cantar a Yupanqui para mi no es fácil. Ahí no hay distracciones melódicas ni armónicas. Uno se tiene que desnudar el alma para interpretarlo. Es como enfrentarse con uno mismo... descubrirse...para eso primero hay que encontrar el 'silencio' del que él tanto hablaba.

 

Cantar bien a Yupanqui, es doctorarse en 'asuntos' esenciales del hombre.

 

Su legado es una brújula. Una rienda que nos frena el caballo de las vanidades y lo aleja de los barrancos del exitismo.

 

Un maestro...un camino”.

 

Dany Martín: “Conocí a Don Ata porque mi padre, Horacio Quintana, fue su representante durante 12 años y tuve la fortuna de tratarlo. Atahualpa tenía un gran sentido del humor y era filoso a la hora de responder. Contaba mi padre que estando en México le preguntaron por Pinochet, y Atahualpa le dijo al periodista: '¿Usted se refiere a Pino?'. Confundido el periodista le repitió: “¿Qué opina del General Pinochet?” Y Ata le respondió: 'Entiendo, pero le dicen 'Pino' porque el 'Che' le queda grande'”.

 

Jorge Marziali: “Siempre asocié el cancionero de Yupanqui a una necesidad visceral mía que es la de andar. Desde niño cantaba junto a mis tíos 'Tu que puedes vuélvete', entre otras. Esa fue la canción insignia durante años. Creo que Yupanqui logró instalar en el cancionero la sensación —angustiosa y deseable a la vez— de la ausencia; esa pulsión por irnos y hacer del camino una casa.

 

Después de muchos años leí una definición que lo pinta de cuerpo entero y que me sirvió para ratificar aquella antigua sensación. Yupanqui dijo: 'la diferencia entre un músico y un artista es que a éste le gusta el camino'. Ahí encontré una explicación para aquella atractiva sensación que me transmitió con su obra”.

 

Liliana Herrero: “Atahualpa nos aporta metáforas fundamentales no solo sobre el silencio, sino sobre el andar y el camino. Con ellas nos propone pensar este complejo país.

 

Atahualpa nos invita a pensar en el silencio.

 

Atahualpa nos invita a pensar en la soledad.

 

Nos invita a pensar en una gran travesía por la llanura.

 

Nos lega la posibilidad de la invención porque él lleva en su propio nombre, un invento”.

 

Beto Caletti: “Una de las cosas que más me conmueve en un artista es cuando tiene la capacidad de alcanzar gran profundidad desde la sencillez. Atahualpa es de esos que te hablan al oído sentado en la silla de al lado, como desnudo, parece que pudiera uno estar ahí bien cerquita, acariciándole el alma”.

 

Fernando Morales (editó Campo de la Cruz, un disco y un documental de obras instrumentales grabadas en el lugar donde nació Yupanqui. En 2008, difundió la obra de Atahualpa a través de una viaje a caballo entre Pergamino y Cerro Colorado): “Los músicos le debemos mucho a don Atahualpa Yupanqui, por caminador, recopilador, creador y por poner el pie en esos caminos, marcando su primera huella para aliviar a los que vendrán. Llegar a la raíz de la cuestión, para construir la base sólida del artista y así, la música y la poesía madura dentro de uno antes de salir la gente”.

 

Federico Bardotti: “Atahualpa Yupanqui es para la música popular de nuestro país como el agua o el aire para la vida. En su obra se refleja esa identidad profunda de lo que es ser argentino. Don Ata es la voz del pueblo, Don Ata somos todos nosotros, hoy, antes y después.

 

Además de haber sido un poeta, compositor y guitarrista inigualable, ha sabido reflejar como nadie los sentires del alma de nuestro pueblo, es decir ha reflejado nuestra propia alma, nuestras tristezas, alegrías, nuestros silencios, desdichas, miserias y nuestras grandezas más maravillosas como la amistad, el amor y la solidaridad. Toda su música, todos sus poemas nos llevan allí donde el mercado no ha podido entrar todavía: al misterio del alma humana ante la inmensidad del universo”.

 

Lorena Astudillo: “El legado de Atahualpa Yupanqui es francamente invaluable, excede ampliamente el territorio de la música aunque su obra musical sea maravillosa.

 

Su posición como artista, su pensamiento, nos señala con absoluta convicción y honestidad el camino del arte que nos conduce hacia el Ser, nos alienta a alejarnos de la vanidad y a entregarnos a la sagrada tarea de traducir la voz de la tierra y del pueblo con nuestra propia voz.

 

Con solamente leer El destino del canto, todo cobra sentido. Los que nos dedicamos al canto porque nos viene de las entrañas nos encontramos allí con la verdadera naturaleza de la tarea para la cual fuimos convocados y de algún modo en esas palabras, podemos comprender y hasta reconciliarnos con las adversidades que nos depara el camino”.

 

Juan Quintero: “No sé bien cuál es la razón, pero a Yupanqui lo voy asimilando bien de a poquito. Tengo encuentros con su música cada tanto.

 

Es un referente inevitable. No me ha tocado tenerlo entre mis aprendizajes primeros, pero he ido en su búsqueda.

 

Con otra gente me he tirado encima, pero con Atahualpa no y yo respeto que sea así, que esa sea mi forma de acercamiento. Y he disfrutado mucho que se dé de esa manera. Creo que es una manera respetuosa de tomar su obra”.

 

Franco Luciani: “No porque sí Yupanqui fue considerado en su tiempo, y en cierta forma aún hoy, uno de los folcloristas más importantes de todo el globo. Supo pintar sus aldeas como ninguno; y me refiero a sus aldeas, pues vivió en diferentes paisajes de nuestro país, con diferentes idiosincrasias (como por ejemplo su Buenos Aires natal, Entre Ríos y el noroeste, por nombrar los más influyentes). Don Ata fue un fiel trovador y gran conocedor de cada uno de esos dispares lenguajes. Difícil es no caer sobre lo ya dicho respecto a la obra de este gran artista: íntegro como pocos, gran compositor de bellísimas músicas y poesías, particularísimo ejecutante de guitarra con un sonido envidiado por grandes intérpretes mundiales del instrumento, creador de obras fundamentales —aunque no tan difundidas como merecen— de la literatura criolla como El canto del viento y Coplas del payador perseguido.

 

Veinte años ya han pasado desde que este gran argentino, en una noche parisina, se fue y nos dejó en este mundo, aunque para nada solos. Su vastísima obra acompañará generaciones de argentinos que quieran bien y se interesen por su arte popular”.

 

Víctor Heredia: “A pocas horas del fallecimiento del entrañable maestro, me llamaron de una conocida radio para pedirme una reflexión sobre esa sensible pérdida. Inmediatamente pensé en la programación de esa emisora y caí en la cuenta que jamás había escuchado una sola canción referente de nuestra música popular y mucho menos de don Atahualpa Yupanqui. Les respondí con profundo dolor que ellos ya lo habían considerado muerto hacía mucho tiempo atrás, ignorando en su programación la obra de un artista extraordinario y allí quedó la cosa. Al poco tiempo yo también fui un desaparecido de ese medio. Hoy en día mucho se habla sobre Yupanqui, sobre todo cuando se cumple su natalicio o como en este caso, el aniversario de su muerte, pero se lo escucha poco, casi nada.

 

Él, al igual que muchos otros cantores populares es un inequívoco hacedor de conciencias, sufrió el exilio, la cárcel, la persecución, la censura, pero eso es parte del riesgo que corren quienes cantan opinando, esas heridas sanan con la caricia del aplauso, con el reencuentro, el escenario, el afecto de la gente. Lo que no se cura nunca es el oprobio del olvido y la falta de consideración de quienes recibieron el legado de esa lucha, de la lucha de toda una vida dedicada a la paz y a la libertad y sepultan a quienes debieran difundir cotidianamente. ¿Por qué? Porque como quizá diría el viejo: 'Es de buen paisano dar las gracias por los favores recibidos'”.

 

Luis Salinas: “La primera vez que viajé a Europa conocí a un grupo de músicos en Suecia. No podíamos comunicarnos hablando entonces tocábamos. Toqué temas de Gardel y de Atahualpa y nunca me preguntaron qué era, de dónde venía, era una música que los conmovía.

 

Adolfo Ábalos me decía que con Atahualpa no iba a conocer todos los estilos de folclore, pero es el más grande de todos. Cuando yo me quiero ubicar en el tango, voy a buscar a Gardel, a Troilo, a Salgán, y eso enseguida me ubica. Y cuando quiero ir al folclore lo primero que pienso es en Yupanqui. Te coloca de inmediato en el paisaje como muy pocos lo hacen.






 
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