El grupo catalán Tazzuff ha ganado recientemente el concurso Folkez Blai de Ermua (País Basco), que añade a su nómina reconocimientos como el premio Sons de la Mediterrània (2010) o su actuación en el Festival Andanças en Portugal (2011).
Que Tazzuff es actualmente uno de los mejores grupos folk del panorama catalán no es una novedad. Pero lo cierto es que más allá de las fronteras catalanas este conjunto está demostrando el porqué de este reconocimiento.
Tazzuff nace en 2006. Al final de ese verano inicia un camino que le ha llevado a madurar una idea del folk diferente, de vanguardia como ellos mismo se definen. Su inquietud nace de la necesidad de renovar el panorama musical folk relacionado con las danzas tradicionales.
Desde hace ya unos años se están extendiendo en Cataluña, norte de la Península Ibérica y sur de Francia festivales de ‘danzas folk’: géneros bailables clásicos del siglo XIX y principios del XX como pueden ser polcas o mazurcas, pero también géneros de baile más vinculados en ambientes rurales y muy específicos de pequeñas comarcas y regiones. El placer de aprender danzas ‘exóticas’ de algunos valles de los Pirineos, o de un pueblo escondido en el corazón de Cataluña, ha calado profundo entre una masa de bailadores en franco auge.
En este contexto, varios grupos de música tradicional, con la ayuda de instrumentos típicos de cada región, han sido los principales avaladores de este movimiento. Llevados por un afán de recuperar este patrimonio coreográfico y musical, han ido aprendiendo y enseñando estas danzas y músicas muchas veces con la intención de recuperarlas de forma ‘pura’, es decir, tocando y bailando de forma lo más fidedigna posible.
Y como en todo movimiento musical, hay quien quiere romper moldes, como los Tazzuff. Explorando nuevos timbres, nuevas armonías y nuevos colores, muchos conjuntos de música folk habían traicionado los patrones rítmicos y las estructuras que daban sentido a un género de baile (¡que está muy bien! Es un tipo de propuesta musical interesante).
La virtud de Tazzuff está en romper sólo moldes de la textura musical, de la esencia del sonido, sin traicionar apenas la esencia del baile. Su repertorio es estrictamente de baile, con danzas catalanas, vascas, occitanas, etc. Y las melodías no nacen de la tradición sino de la creación: sus composiciones son plenamente vanguardistas.
Gracias al premio del III Concurso Sons de la Mediterrània (2010) el año pasado presentaban su primer disco Camaleons Daltònics (Temps Record, 2011), la plena maduración de este proyecto musical. En él podemos escuchar una música folk abierta a otros géneros como la rumba o el flamenco, y con grandes dosis de virtuosismo e improvisación que lo acercan al jazz.
Y es que sus arreglos son verdaderas obras arquitectónicas, muy bien trenzadas: el caminar de su contrabajo y percusionista está muy bien empastado con los contracantos del clarinete bajo, mientras dialogan sus dos acordeonistas diatónicos; y todo bien condimentado con los diversos registros y timbres de su zanfona electroacústica.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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