De vertiginosa irrupción en la escena grande de la música popular una década atrás, el armoniquista rosarino Franco Luciani demostró en ese tiempo una densidad musical inmune a los asaltos de la moda y ello quedó reflejado en los dos discos que presentó en la noche del jueves los 36 Billares (Buenos Aires, Argentina).
Télam/ Mariano Suárez - Percusionista de origen, Luciani tuvo una revulsiva aparición en la edición 2002 del Festival de Cosquín, donde su virtuosismo le granjeó el premio revelación; pero al mismo tiempo edificó una estrecha relación con el lenguaje del tango, tal vez más silenciosa, pero igualmente fecunda.
Esas dos dimensiones, maceradas y trabajadas en el tiempo, dieron vida a dos proyectos: el cuarteto Grupo Folklore y Tango Trío, que arrojaron ahora dos álbumes autónomos pero a la vez pletóricos de afinidades estéticas.
El pasado jueves en 36 Billares, Luciani salió a defender su ambicioso proyecto como cabeza del trío que completan Daniel Godfrid (piano) y Ariel Argañaraz (guitarra), los músicos que también aportan la tímbrica de la propuesta de la cantante Lidia Borda.
La elasticidad del tango le permitió a Luciani exponer las diferentes texturas sonoras que puede desarrollar con la armónica cromática, que desde los tiempos de Hugo Díaz no conseguía tanto protagonismo en la música popular.
La técnica del rosarino se puso a prueba para conseguir brillo melódico en tangos que fueron concebidos para ser cantados como Ave de paso (Charlo y Enrique Cadícamo) o Toda mi vida (Aníbal Troilo-José María Contursi).
En Che bandoneón capitalizó, en línea con el espíritu troileano, una sonoridad poderosa sin necesidad de arreglos recargados; y con Tu vals o A vos te encanta demostró que, además de sus dotes como intérprete, en el campo compositivo promete un desarrollo.
Los ejes de mi carreta, de Atahualpa Yupanqui, engarzó el momento tanguero y el folclórico de la noche.
Nacida en las orillas de la música rural, la obra penetró y se afincó en el repertorio tanguero a través del ritmo de milonga.
Una primera sección morosa y tímida preparó el terrero para una segunda sección rítmica y vigorosa que atizó los ánimos del público.
Tras un interludio, Luciani acometió el repertorio folclórico con otro formato: Martín González (guitarra y voz), Facundo Peralta (bajo) y Horacio Cacoliris (percusión).
La apertura del segmento invitó a juicios definitivos: el cuarteto entregó una versión que llevó justicia para La alejada, aquella zamba de Cayetano Saluzzi y Manuel Castilla tantas veces maltratada por el fervor de peñas y festivales.
Oro americano, también de la usina creadora del armoniquista, abrió el paso a un recorrido con contornos latinoamericanistas en los que se conjuró la música de Vitor Ramil (Noite de San João) y la de Chabuca Granda (Puente de los suspiros).
Fue la primera noche de un ciclo que continuará todos los jueves de octubre, desde las 21, en el escenario de Avenida de Mayo 1265.
El trovador cubano Silvio Rodríguez dará inicio a su próxima gira latinoamericana con una presentación pública y gratuita en la escalinata de la Universidad de La Habana, el 19 de septiembre a las 19:00. El histórico enclave volverá a convertirse en escenario de la Nueva Trova, en un evento que marcará el punto de partida de una serie de conciertos por cinco países de América del Sur.
La cantautora mexicana Natalia Lafourcade actuó en solitario ayer domingo en el Liceu de Barcelona en el marco del Suite Festival, en un concierto cargado de emoción radical, depuración estilística, mestizaje sonoro, dramaturgia íntima y canción de autor en estado puro. Sílvia Pérez Cruz fue su invitada en sensible abrazo musical.
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