El festival más mediático de doma y folklore del país llego a su fin —según los organizadores— con saldo positivo, pero también con algunas cuestiones que valen la pena tener en cuenta para las próximas ediciones.
El Chaqueño Palavecino perdió el invicto al ser superado en taquilla por La Sole, Los Manseros y Los Tekis.
© Paul Amiune
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Culminó la 48º edición del Festival de Doma y Folklore de Jesús María, y con el último acorde del set de Raly Barrionuevo el domingo a la noche, terminaron nueve noches de color, folklore y jineteada. Al cierre de esta nota ya había pasado la yapa, el lunes donde la música cuartetera tiene su lugar, fuera de programación, en el Anfiteatro José Hernández.
Para la Comisión del Festival, éste ha tenido un saldo positivo, en virtud de la cantidad de entradas vendidas y de los adelantos en las cuestiones organizativas que se vieron este año.
La inversión de alrededor de 400 mil pesos en construcción de instalaciones y comodidades para los jinetes que participan de la competencia y algunos toques en las grillas artísticas, fueron las novedades que trajo este año Jesús María.
En cuanto a este último tema, la elección de dos artistas fuertes cada noche (uno al comienzo y otro al final, como para dejar “caliente” el escenario) fue tan acertada, como no lo fue la apuesta rotunda a ciertas noches que no tuvieron el brillo esperado.
En números, la jornada festivalera del sábado 12 de enero, fue la más abultada. Fue la noche de los Manseros Santiagueños, que repiten el record del año pasado, con más de 26 mil entradas vendidas, según datos extraoficiales, que comparados con los que tiró la sala de prensa del Festival, no se alejan mucho de los 24 mil oficiales.
Había mucha gente en la noche de los santiagueños que ya cumplen más de 53 años sobre los escenarios, y eso es algo que habilita un buen análisis de los que realmente quiere escuchar la gente en los Festivales, o al menos en los que conllevan la característica de Jesús María: tradicional y popular.
La segunda noche más convocante fue la que tuvo como protagonistas a León Gieco y Abel Pintos (apertura y cierre del jueves 10, respectivamente), con 19.570 espectadores, repartidos en todo el anfiteatro José Hernández. Y (al igual que la noche de los Manseros), una multitud transitando las calles aledañas.
Algo para analizar también es una baja en las taquillas de Jorge Rojas y el Chaqueño Palavecino, —artista emblemático e invicto del Festival en los últimos 10 años—, quienes respectivamente, alcanzaron los 13.195 y 13.080 espectadores, levemente (y sorprendentemente) superados en publico por Los Tekis, el lunes, con 13.503 y Soledad Pastorutti, el segundo viernes con 15.600. Las demás noches fueron parejas en número, promediando las 8000 localidades.
En cuanto al público que asiste a Jesús María, es cierto que prefiere el movimiento, el éxito y “esa que sabemos todos” antes que el tono bajo y reflexivo de ciertos artistas. Muchas veces el escenario funciona como bisagra entre doma y doma, momento en que la gente aprovecha para ir a comer o a distenderse un rato. En líneas generales, la doma es la gran protagonista de las noches. Por eso, (aún cuando los incluidos en las carteleras suelen tener repertorios de este tipo), cada artista sabe elegir un repertorio acorde a estas exigencias.
Solo la consagración del armonicista Fabricio Rodríguez reflejó algún cambio en la mentalidad de la comisión, que volvió a elegir a grupos efectistas en cuanto a revelaciones (Los Trajinantes y Senderos), y a los cordobeses de La Huella como el otro consagrado.
En cuanto al espectáculo de la jineteada, no hubo grandes cambios, ni siquiera en los premiados (Pucheta, Córdoba y Gatica volvieron a ser los ganadores en cada categoría), pero sí fue tapa de todos los medios la muerte de dos yeguas (una el primer sábado y la otra el segundo) y los constantes reclamos de las agrupaciones defensoras de animales, que exigen la suspensión de este tipo de espectáculos. Año a año se incrementa la cantidad de gente que no apoya este tipo de eventos, y especialmente se ve en Jesús María, por ser el festival más visible a los ojos de la mayoría de los argentinos. Hay denuncias penales, y una causa en el juzgado que próximamente tendrá novedades.
Pasó otro festival de de doma y Folklore y esta vez, no sólo dio frutos sino que dio también, y seguramente la pauta de cómo seguir, para ciertos artistas. Sacar un nuevo disco, no siempre implica renovarse para un artista, y por cierto, en algunos casos, parece resultar necesario. No fue un festival con poca gente, ni los números dan cuenta de fracasos absolutos, pero el balance final, arrojó una vez más ciertas alarmas que mueven las fichas en el tablero.
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