Muchas veces se ha hablado sobre el tema de la canción más bonita del mundo, da que hablar en muchos blogs de internet, generalmente no relacionados con la canción de autor, incluso ha dado título a algunas canciones. Se ha convertido en una frase hecha que es utilizada como arma arrojadiza entre aficionados a distintas músicas, se le ha sustraído su sentido original, que creo que no es otro que dar una visión personal de una canción.
Todos los autores buscan la canción perfecta, Joaquín Sabina expresa esa búsqueda en la canción más hermosa del mundo. En una entrevista que se le hacía a Luis Eduardo Aute hace poco en el diario El País, hablaba en cierta manera de esta cuestión. Decía que cuando encontrara la canción perfecta dejaría de escribir. Está claro que no la podrán encontrar, primero porque la perfección es imposible, y después porque un autor es un buscador eterno, es inherente al material de que están hechos.
Además, pienso que la canción más bonita del mundo no sólo va en quien la ha creado, va también en quien la escucha, y es consecuencia de la interpretación que cada oyente hace de ella, del momento de la vida en que llega, del sentido que se le quiera dar. Todos tenemos preferencia por una determinada canción, la consideramos la más bonita del mundo, y esta sensación perdura durante un tiempo más o menos largo. Después, como es natural, pasa a formar parte de una lista personal de canciones especiales, que si no son las más bonitas, si son imprescindibles.
Yo que, como la imagen de la fotografía, siempre ando buscando textos y canciones; durante mucho tiempo consideré la Pequeña serenata diurna de Silvio Rodríguez, la más bonita de todas las canciones del mundo, por su delicadeza, por esa contradicción que lleva implícita la letra, por la forma de cantarla, por esa melodía tan fundamental.
Como toda la gente que siente las canciones como parte de la vida, tengo mi propia lista de temas. Seguramente estas canciones excepcionales solamente son las más bonitas del mundo para mí, porque ninguna de ellas son las más importantes de sus autores; en general pasan desapercibidas en mayor o menor medida dentro de la obra de su autor, pero pienso que son esenciales y todas tienen algo en común; la aparente sencillez de las letras, y a veces de sus melodías. Y señalo la palabra "sencillez", porque bajo esa apariencia siempre se esconde el trabajo de un verdadero artista, algo que sólo pueden hacer los grandes; porque únicamente ellos son capaces de expresar tanto significado y llegar al corazón de la gente con unas pocas estrofas.
La pequeña serenata de Silvio es quizá el mejor ejemplo, cuatro estrofas que contienen toda una filosofía de vida y que a través de su música penetra en lo más profundo de quien la escucha. Lo mismo se puede sentir con una pequeña historia de amor que lleva dentro toda una realidad social de un país en un tiempo determinado, Te recuerdo Amanda, de Victor Jara.
Las canciones que considero especiales o, por seguir con el título de mi comentario, “las más bonitas del mundo”, son muy diferentes entre sí, pueden tener un alto contenido social o también pueden ser simples ejercicios de belleza y sensibilidad sin más aspiración que exponer un sentimiento, un juego o una necesidad del autor de expresarse mediante su arte. En muchas ocasiones dan una imagen de su compositor poco conocida y que puede resultar chocante para quienes piensan que los autores no deben salirse de las características que se les atribuye.
Entiendo que son pequeñas joyas que cada aficionado tiene que descubrir y guardar en lugar aparte. Yo tengo entre mis tesoros, además de la Pequeña serenata diurna y Te recuerdo Amanda, otras muchas: Gracias a la vida de Violeta Parra, De color rosa de Carlos Cano, incluida en su disco Algo especial, Si tu, si jo, entre todas Les cançons d’amor de Raimon, Balada de otoño de Serrat, Tot és fràgil de Joan Isaac, Nos ocupamos del mar de Javier Krahe, Azul de Adolfo Celdrán, Palabras para Julia, de J.A. Goytisolo cantada por Paco Ibáñez, Pasaba por aquí de Luis Eduardo Aute, Para vivir de Pablo Milanés, Por donde voy de Joan Baptista Humet, Parece de Esteban Valdivieso, el Nuevo día de Manuel Molina, Ten cuidao que escribió Rafael de León y canta Mayte Martín, Comienzo el día de Noel Nicola, cantado por Daniel Viglietti….
Y sigo pensando y se me vienen a la cabeza muchísimas canciones más, y las que me quedan por descubrir. Y es que creo que todos estos autores ha sido capaces de hacer la canción más bonita del mundo, si no lo son para ellos, si para quienes, como dicen los versos de Pablo Milanés, necesitamos sus canciones para vivir.
Después de 50 años, sale a la luz la grabación de la actuación de Mercedes Sosa en el Town Hall de Manhattan, un testimonio único de su arte y compromiso y de la fuerza artística y política de La Negra. El disco aparece solo unas semanas después del lanzamiento de otro disco póstumo e imprescindible: En Vivo en el Gran Rex 2006.
Nano Stern y Luis Emilio Briceño presentan en Europa, En septiembre canta el gallo —ganador del festival In-Edit Chile—, un documental sobre la Nueva Canción Chilena, desde sus inicios hasta el golpe de estado de Pinochet; todo ello narrado a través de las voces de sus protagonistas y de imágenes, algunas de ellas inéditas hasta la fecha. Esto será hoy 2 de noviembre en el marco del festival In-Edit de Barcelona.
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