En el concierto de Montse Castellà en la sala Luz de Gas la cantautora catalana rindió homenaje a Neus Català, última superviviente catalana de los campos de exterminio de Ravensbrück, en el Día Internacional de la mujer.
![]() Montse Castellà
© Xavier Pintanel
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La obra de la cantautora de Tortosa Montse Castellà está marcada por los sentimientos que le inspira el río Ebro, tan sagrado para ella como su tierra, sus gentes y su lengua. Pero también sus canciones hablan de exilio y guerra, de revolución y dignidad, y qué mejor ocasión que la noche del concierto, al coincidir con la conmemoración del Día Internacional de la mujer, para rendir homenaje a Neus Català, la última superviviente catalana de los campos de exterminio de Ravensbrück, una mujer que a todos nos da una lección de vida, por su imparable lucha por la justicia.
El anuncio de su presencia entre el público fue toda una sorpresa. El concierto había comenzado con la lectura de un pasaje del libro Un cel de Plom, en el que Carme Martí novela la vida de Neus Català. El escenario en penumbra, con Montse Castellà al piano y Simone Lambregts en el violín acompañaban la voz de Montse Llussà en la lectura. Se narraba el momento en que en el exilio en Francia, habiendo huido de la Guerra Civil española, Neus Català era capturada y deportada a los campos de exterminio.
Con los pelos de punta y sin entender muy bien el porqué de esta introducción, Montse Castellà señaló la presencia entre el público de Neus Català. Quedó claro entonces que comenzaba así una noche de canciones al Ebro y de homenaje a una mujer extraordinaria.
Del amor a lo riu (el río) y a los paisajes bucólicos del Ebro en su recorrido desde el Priorat al Delta, nos hablaron canciones como La lliçó de l’Ebre; La barca (Fado-Sirtaki-Habanera); Parents per part de riu; … I aquella olor de terra mullada, Lo meu poble està a la cantonada d’un mapa y A la voreta de l’Ebre, jota que contó con Xavi Franch al cajón. Otras canciones nos hablaron de las guerras tristes, de democracia, paz y las injusticias del mundo como Tristes guerras (poema de Miguel Hernández), Hemisferi Nord y La importància d’una coma.
Muchas de las canciones de Montse Castellà han sido inspiradas por poetas como Gerard Vergés o Jesús Massip como No hay poeta solitario, que Montse Castellà dedicó al cantautor Paco Ibáñez, también presente en la sala; o Salvador Cot como Te recordem, llaüter recitada por Vicent Pellicer.
![]() Montse Castellà con Artur Gaya.
© Xavier Pintanel
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A lo largo del concierto se intercalaron las canciones y la voz grabada de Neus Català explicando momentos de su vida y también fue un lugar de encuentros en el público y en escena donde tuvimos ocasión de escuchar algunas canciones a dúo, como La barca que Montse Castellà cantó con Sílvia Comes; És com un miracle con Sheila Lopez Tornero; y la Jota espaïda, jotas revolucionarias que compartió con Artur Gaya, alter ego de Quico el Cèlio.
Antes de la última canción del programa Montse Castellà dio la palabra a Neus Català, quien recordó otro 8 de marzo de hace muchos años cuando regresó de su exilio. Para nosotros, el público, este concierto esa noche es ya, como dice A la voreta de l’Ebre, un inolvidable y buen recuerdo, como una piedra que se tira al Ebro desde la Chiquina, playa de sueños perdidos, rebota y rebota antes de hundirse con calma.
![]() Montse Castellà bajó del escenario para rendir homenaje a Neus Català, superviviente de los campos de exterminio de Ravensbrück, que con 97 años acudió al concierto.
© Xavier Pintanel
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