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Entrevista

Víctor Salvatti: «La crisis hace que los músicos nos unamos»

por Jordi Bianciotto el 27/03/2013 

Brasileño de São Paulo afincado en Barcelona, 31 años y un disco, Nossa Terra, que es una enciclopedia de ritmos al servicio de canciones aromáticas y humanistas. Víctor Salvatti funde la exuberante tradición folclórica de su país con la sutileza de la canción de autor. El festival BarnaSants le acoge mañana en la sala Luz de Gas, de la capital catalana.

Víctor Salvatti © Xavier Pintanel
Víctor Salvatti
© Xavier Pintanel

 

Quedas con Víctor Salvatti para hablar de Nossa Terra y acabas perdiéndote a placer en una caudalosa conversación sobre la música del nordeste de Brasil, el laberinto de ritmos de ese país continental, Djavan y Carlinhos Brown, la pedagogía musical… Salvatti es un entusiasta y contagia su pasión por los ritmos y la fraternidad humana. Y siempre le tendremos a punto para recordarnos que la música brasileña va mucho más allá de la batucada carnavalesca.

 

Aterrizaste en Barcelona en el 2004, justo en un momento en que Carlinhos Brown había reunido a muchos miles de personas en el carnaval popular que abrió el Fòrum de les Cultures, con el alcalde Joan Clos bailando en el Passeig de Gràcia… ¿Te sentiste identificado con aquella imagen de la música brasileña?

 

Carlinhos Brown está muy bien pero es muy distinto a lo que yo hago. La música del carnaval de Bahia es parte de nuestra cultura, pero yo voy más por el lado folklórico, y busco que la gente escuche el mensaje. Cuando llegué, la música de Brasil era Carlinhos Brown. La imagen que la gente tenía de Brasil era esa. Y también la violencia y los futbolistas. Creo que esto ha cambiado, sobre todo para quienes se interesan por la música.

 

Tú bebes del folclore, pero también eres un cantautor.

 

Ya toqué mucho en fiestas, pero la gente, cuando está bailando, no le presta mucha atención al músico o a las letras. Elijo ritmos folklóricos para poder expresar mis mensajes sobre el amor, la humanidad, la política, la integración del ser humano…

 

Tu músico de referencia creo que es Djavan, ¿verdad?

 

Creo que Djavan, Luiz Gonzaga y Jackson do Pandeiro son mis influencias más potentes. Djavan por la parte moderna porque él llevó el folklore a los escenarios con los grandes del jazz. Los otros dos son folklore puro; nacieron en lugares muy pobres y lo llevaron a Río de Janeiro. Luiz Gonzaga tocaba el acordeón, nació en el nordeste, en el campo, lo que llamamos el Sertão.

 

Tú eres de São Paulo.

 

Pero empecé bailando forró, un estilo de música que se baila en pareja en el norte del Brasil. El forró contiene diversos ritmos que en los años sesenta sonaban por la radio. El nordeste de Brasil era una zona muy pobre y con el boom de la construcción hubo mucha gente que se trasladó a Río de Janeiro y a São Paulo. Luiz Gonzaga trajo allí aquella cultura y música del nordeste, para la gente que había tenido que emigrar en busca de trabajo.

 

¿Cómo es que un tipo joven que toca la guitarra en una gran ciudad como São Paulo se interesa por la música tan remota del nordeste del Brasil?

 

En los años noventa, en Río de Janeiro y São Paulo, empezó a ponerse de moda entre los universitarios el forró. Salieron muchas bandas jóvenes que lo tocaban. Estaba de moda el house en las discotecas y de repente se descubrió ese estilo que se podía bailar juntito… Estaba el xote, un ritmo del forró que se parece un poco al reggae. Hubo un boom de esos ritmos y las discográficas empezaron a invertir en bandas de forró. Falamansa, por ejemplo, llegó a vender dos millones de copias. Era la cara joven de la música tradicional.

 

En tu caso hubo un desinterés por la cultura pop internacional: el rock, la electrónica, las tendencias del momento…

 

Yo con 15 años estaba bailando forró y tocando la guitarra. Mi primera banda, a los 17, fue una banda de forró. No era algo que me viniera por tradición familiar, era simplemente que me gustaba mucho bailar: el ritmo, la música, el folklore... De los amigos de la universidad, el único que siguió el camino de la música fui yo. El forró fue una puerta para mí a través de la cual investigué el folklore y ritmos muy diversos. Después ya pasé también a los ritmos afro.

 

Musicalmente, Brasil parece más un continente que un país.

 

Los portugueses trajeron los esclavos africanos, y de la mezcla de esas etnias con los indígenas de Brasil surgieron ritmos como la capoeira, el condonblé y la samba de roda. Luego hubo influencias de la polka y de ritmos europeos. Después, gente como António Carlos Jobim introdujo a esos ritmos armonías del jazz…

 

La bossa nova. Y más tarde, Tropicália…

 

El tropicalismo fue más una actitud de rebeldía contra la dictadura. Su gran lema era “prohibido prohibir”. Era una forma de protesta que también recibió influencias del rock y del pop.

 

Y tú, teniendo todo este patrimonio musical exuberante entre las manos, decides venir a Europa.

 

Pensé que tenía que salir de Brasil y conocer otros lugares. Un amigo y yo estuvimos valorando si ir a Estados Unidos, pero teníamos problemas de visado, y tampoco me atraía mucho la cultura norteamericana. Al final decidimos venir a Barcelona, donde tenía un amigo viviendo. Al cabo de una semana de llegar ya estaba tocando en un local.

 

¿Te relacionas con la comunidad de músicos brasileños de Barcelona, Cataluña o España?

 

Tenemos contacto entre nosotros, claro, pero no hay una asociación. Al principio detecté algunos recelos entre algunos músicos pero veo que esto está cambiando porque no hay tantos conciertos y al final todos van viendo que es mejor unirse y colaborar.

 

Dificultades como la subida del IVA en la cultura ¿hace que estéis más unidos?

 

Sí, la crisis en general, ya antes de la subida del IVA., hace que nos unamos. Mira, la mayoría de los músicos somos independientes y nos unimos para llevar adelante proyectos. La crisis provoca que haya menos conciertos y menos dinero, por lo cual hay que inventarse maneras de llevar la cultura adelante. Los tiempos en que las discográficas ponían el dinero ya acabaron.

 

Víctor Salvatti © Xavier Pintanel
Víctor Salvatti
© Xavier Pintanel

 

Pero tú eres positivo por naturaleza…

 

Claro. De qué me sirve estar pensando en ganar mucho dinero y que un millón de personas oiga mi música. Yo tengo que aceptar lo que la vida me da y seguir avanzando.

 

Vives de la música, dando clases y tocando.

 

Sí, doy clases de guitarra, toco en mi proyecto y también colaboro con otros músicos. Mi intención es dedicarme principalmente a lo mío, pero cuando alguna banda me necesita para sustituir a algún músico o reforzar un concierto allá estoy. En general grupos de forró. En Barcelona hay varias bandas de forró.

 

¿Cuáles son?

 

Están Baiao Brasil, Forró de Fuxico, Forró Afiado… Hay un grupo de música afrobrasileña que se llama Yorubahia que trabaja mucho en las fiestas de los capoeiristas.

 

¿En Barcelona hay fiestas de capoeiristas?

 

Sí, por ejemplo, cuando hacen sus bautizos. Alquilan un local y contratan una banda para tocar. Aquí hay muchos grupos de capoeira, unos veinte, creo. Y la capoeira nos ayuda mucho a los músicos. Se hacen muchas fiestas. También de forró, que mueve mucha gente. En Barcelona también se hace mucho trabajo autoral con músicos brasileños como Luiz dos Odé, Nêga Lucas, Luna Cohen, Euclides Mattos, Paulinho Lêmos…

 

Das clases a niños y adolescentes en la fundación Xamfrà, en el Raval, barrio humilde y multicultural del centro de Barcelona. Es otra visión de la música: educativa y social.

 

La fundación reúne a niños de múltiples procedencias. En mis clases tengo niños de doce países y cuatro continentes. Las clases de guitarra las damos para adolescentes pero también tenemos clases para los más pequeños.

 

¿Eres un músico con vocación pedagógica? ¿Quizá esa intención estaba presente cuando grabaste tu disco, que tiene algo de muestrario de ritmos brasileños?

 

Cuando doy clases mi función no es traer la música brasileña, sino que ellos elijan lo que quieren aprender. Es un proyecto de integración donde los niños descubren a otros niños que están en la misma realidad que ellos. Eso les motiva a querer aprender y crecer en la vida. Todos hablan catalán incluso entre ellos, lo cual significa que la integración funciona. El próximo 20 de junio haremos un espectáculo en el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona) donde participarán más de doscientos chavales.

 

Tu disco, Nossa Terra, está cargado de mensajes e intenciones humanistas. ¿Te consideras un idealista?

 

Quizá sí, pero la gente busca estar con la gente. Por eso funcionan tanto las redes sociales. Todos queremos estar en contacto con otras personas y yo, con mi música, intento expresar eso: integración, humanidad… Tenemos que darnos cuenta de que todos somos iguales, todos queremos amor, todos tenemos un corazón, todos somos hermanos. Yo veo el mundo como una unión de personas, por eso en mis letras hablo de amor, de folklore, de la tierra, de la naturaleza y un poco de política, para que nos vayamos dando cuenta de algunas cosas. En Abre o jogo les digo a los políticos brasileños que no les estoy pidiendo nada que no estén obligados a hacer: no les pido un favor, ni su dinero, sino que les reclamo hospitales, escuelas que enseñen, seguridad, que hagan lo que tienen que hacer y sin robar.

 

Y desde el punto de vista musical hay representación de diversos ritmos brasileños, fusionados con pop y funk.

 

Yo empecé a investigar los ritmos brasileños pero me encantan otros ritmos como el reggae, el funk… y empecé a mezclar poniendo nuevos ropajes a los ritmos que conozco. Hay quien dice que mezclo mucho y que no hay un patrón en mi música. Pero claro que lo hay, y está en mi corazón. Cada canción tiene su concepto y su ritmo.

 

¿Conoces todos los ritmos brasileños?

 

No, eso sería imposible. No sé si hay alguien que los conozca todos: hay muchos centenares de ritmos y muchísimas variaciones.

 

¿Qué ritmos están representados en el disco?

 

Muchos: baião, galope, xote, caboclinho, rastapé, maracatú… Y también hay ritmos modernos como el drum’nbass en acústico, y el passarinho, con elementos funk y afro…

 

En el Festival BarnaSants se da mucha importancia a las letras. En tu concierto de Luz de Gas habrá sillas… ¿Un concierto más para escuchar que para bailar?

 

Habrá gente sentada y atendiendo a la música, pero también habrá quien baile dependiendo de la canción. He preparado unos folletos con las traducciones de las canciones para que la gente entienda el sentido de las letras. Y todo aquello que no pudimos traducir, porque forma parte de la mitología o del folklore brasileño, y no tiene traducción, lo voy a explicar para que la gente lo entienda.

 

 

Por falta de voluntad explicativa no será. Víctor Salvatti tiene muy claro que, la música, como todo, se entiende y disfruta más si alguien te habla de su fondo y sus claves. Y ese Salvatti pedagógico es un vehemente complemento del cantautor folclorista que podremos ver en BarnaSants.

1 Comentario
#1
Tauana
Brasil
[03/04/2013 11:29]
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Un concierto increíble! Un artista dinámico que nos mueve y nos entretiene. Me encantó!






 
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