Los vinos de la bodega Celler Vall Llach, propiedad de Albert Costa y el cantautor Lluís Llach en el Priorat se han hecho un hueco en las mesas chinas, donde han conseguido gran éxito con su enseña de mayor precio.
![]() Albert Costa y Lluís Llach.
© Celler Vall Llach
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EFEAGRO -Así lo explica a Efeagro el copropietario de la firma, Albert Costa, quien continúa el negocio vitivinícola heredado de su padre y fundador de la bodega, Enric, junto al cantautor catalán Lluís Llach.
La crisis ha hecho que los ricos sean cada vez más ricos, más aún en países como China, lo que ha impulsado las ventas de sus enseñas de mayor precio este año, logrando incluso los mejores resultados en seis años, según ha argumentado el propietario de la bodega.
"Los chinos ricos no quieren consumir vinos baratos" y, en este escenario, venden sobre todo su referencia más cara, Vall Llach, que puede cotizar a 200 euros en los restaurantes del país asiático.
Se trata de un mercado emergente para sus vinos, que tira de las ventas, que en el sudeste asiático alcanzan las 2.500 botellas (China, más Japón y Taiwán) de su vino "top", el Vall Llach, una serie limitada que a nivel global suma las 6.000 unidades.
Los chinos de alto poder adquisitivo suelen escoger los vinos más caros a su alcance "sin saber lo que hay dentro" a veces.
En este contexto, desde la bodega apuestan por acompañar a su distribuidor chino para "explicar muy bien" a sus clientes las características de estos caldos catalanes, conscientes de que en ese país se valoran mucho las relaciones personales, por lo que viajan al menos cuatro veces al año al destino asiático.
"Queremos ir creciendo en un palet cada año y, sobre todo, no perder" la cuota de mercado actual allí, según precisa.
En EEUU, puntuaciones por encima de 90 puntos y hasta 96 a sus vinos por parte del gurú del sector Robert Parker les han ayudado a hacerse un hueco en el mercado norteamericano, especialmente en California, donde compiten con el Cabernet del valle de Napa autóctono de la zona, añade Albert Costa.
Algunos de sus vinos se pagan entre 60 y 80 dólares en los mejores restaurantes americanos (unos 45-60 euros).
Celler Vall Llach produce 120.000 botellas al año y logran una facturación de entre 1,5 y 2 millones de euros cada ejercicio en este enclave de la Denominación de Origen Calificada Priorat, con sus enseñas Vall Llach, Idus de Vall Llach i Embruix de Vall Llach.
"Estamos caminando" y "no nos podemos quejar", agrega Costa, quien apunta que el mercado exterior absorbe el 85 % de las ventas, que llegan también a Alemania, Suiza, Noruega, Suecia o Brasil.
"Una cosa muy importante que hicimos es no poner todos los huevos en el mismo saco" para no depender sólo de un mercado, lo que les ha permitido sortear la crisis, en contraposición a otras muchas bodegas familiares del pueblo.
Muchas de ellas, con una escasa producción y total dependencia de las ventas en España, no han podido aguantar en el mercado por la crisis y han tenido que cerrar o están en venta: "Cuando nosotros empezamos, había 25 bodegas y hoy existen 125 en el Priorat, y la selección natural también está haciendo su trabajo".
Tradición, "terroir" y buenos vinos son la señal de identidad de la compañía, que se remonta a 1992, cuando Lluís Llach llegó a esta zona, en la que había heredado una casa y fincas de su madre, para escribir las canciones de su disco Un pont de mar blava.
En este entorno decidió, junto al padre de Albert Costa (Enric Costa), ambos "abstemios", uno notario y otro cantautor, apostar por un negocio del que "no tenían ni idea", pero que lograron impulsar.
Porrera cuenta con unos 400 habitantes —explica— pero llegó a tener más de 2.000, que vivían de la venta de vino a los franceses, hasta que irrumpió la filoxera hace 100 años que arrasó las cepas provocando el éxodo hacia otros territorios.
Los que quedaron apostaron por plantar avellanos y almendros que después no podría competir con las grandes potencias productoras de frutos secos, entre ellos Turquía.
Cuando llegó Lluís Llach, pensó que "el pueblo necesitaba algo" y proyectó crear una bodega "en medio del pueblo".
Llach y Costa se dieron cuenta de que podrían ser vinos muy cotizados en el mercado —añade— y decidieron multiplicar el precio que se pagaba a los payeses por las uvas hasta los 5 euros por kilo, lo que las convertía en los racimos más caros del mundo, solo comparables a las cotizaciones en la Champaña francesa, con el objetivo de hacer rentable la actividad agrícola.
La filosofía de pagos remunerativos a los agricultores se extendió entre el resto de bodegas, lo que contrarrestó el hasta ese momento grave problema de emigración por la falta de oportunidades y empezó a quedarse la gente joven en el pueblo.
"Ponemos nuestro territorio en cada botella", apostilla Costa, quien defiende y explica el coste de este producto.
Recuerda las dificultades que entraña producir vinos en terrenos de entre el 45 y el 80 % de pendiente, viñas poco productivas que marcan añadas limitadas pero, al mismo tiempo, "extraordinarias", lo que les ha dado "un buen nombre" nacional e internacional y su carácter de exclusividad.
"Nuestra viticultura es heroica", agrega.
Preguntado por el mantenimiento de la actual estructura empresarial, ha precisado que "tengo muchas ganas de seguir".
Se define como "estresadamente ilusionado" por continuar adelante, mientras que el compromiso del Lluís Llach es "total".
Sobre este último, aunque pasa la mitad del año al frente de su Fundación solidaria en Senegal, Llach no se pierde cada una de las vendimias e, incluso, es el máximo responsable de catar las uvas y determinar cuando se inicia la recolección para aprovechar el mejor estado de maduración.
Entre los últimos proyectos y novedades de 2013 para la firma, han presentado este mismo mes el Porrera Vi de Vila de Vall Llach 2009, que podrán etiquetar como vino de esta población al estilo de lo que hacen algunos borgoñas ("vins de village"), y que pretenden que sea "el mejor vino de la bodega".
Por encima de esta enseña estará Vall Llach vino de finca, procedente de una única viña "calificada" —sólo hay dos más en Cataluña—, que es una especie de "denominación de origen dentro de la propia DO del Priorat", con unas 2.000 botellas.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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