Si el hecho musical permanece abierto, incompleto y sólo alcanza su forma absoluta en la expresión en vivo, el guitarrista tucumano Juan Falú y la cantante entrerriana Liliana Herrero se animaron anoche a contrastar la validez de ese apotegma en la primera de dos reuniones anunciadas en el Café Vinilo de Palermo (Buenos Aires, Argentina).
![]() Juan Falú y Liliana Herrero.
© Nacho Danza
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Télam/Mariano Suárez - La improvisación en el recorrido, combinado con el rigor y el método de la preparación, permitió que Juan Falú y Liliana Herrero exploraran anoche las posibilidades estéticas de su encuentro. El resultado, incierto por el riesgo elegido, terminó entregando algunas versiones inmensas de la mejor tradición de la música popular.
La conciliación de ideologías e identidades sonoras encontró a los dos músicos varias veces en el escenario: la primera vez, a mediados de los ochenta en un festival en Paraná, a orillas del río; en una de las últimas, para grabar A puro fierro, aquella milonga de Pepe Núñez y el propio Falú que Herrero incluyó en su último disco, Este tiempo.
Y varias veces en la noche Herrero y Falú insinuaron esos versos que aseguran que "en un golpe de fragua, la vida vuelve", pero, entre tantos amagues, la milonga nunca se interpretó.
Fue la guitarra de Falú, al cabo, la que se acomodó más al repertorio de la cantante; aunque la voz de la entrerriana dejó también lugar a la sonoridad puramente instrumental.
Bajo el sauce solo, de Rolando Valladares y Manuel Castilla, inauguró la noche al modo de una declaración de principios sobre un linaje determinado de la música folclórica y sobre una concepción que denuncia toda especulación.
Siguieron algunas de esas obras que Herrero "intervino" para consagrar versiones memorables y más perdurables que las originales.
En esa línea los músicos evocaron Canción del jangadero, de la usina litoraleña de Ramón Ayala; u Oración del remanso, de Jorge Fandermole, de que la que se abusado de mil formas y, a pesar de ello, aun persisten los ecos de la versión que Herrero grabó en su momento para Confesión del viento (2003).
De ese mismo tiempo, la entrerriana citó la glosa de Yupanqui en Guitarra dímelo tú; mientras que el Falú apeló a los versos de la Vidala del imposible, de Juan Carlos Franco, también asumiendo la voz, un impulso que a veces el guitarrista esconde y que la propia Herrero lo anima a desarrollar.
Una conversada versión de la Vidala para mi sombra (Julio Santos Espinosa) clausuró las dos horas de concierto, bajo la premisa, pocas veces sostenida de "escuchar al folclore".
El recorrido, aun parcialmente azaroso, dejó en claro la comunidad de intereses, búsquedas y convicciones de los dos artistas, que han alumbrados dos discos en conjunto: Leguizamón-Castilla (2000) y Falú-Dávalos (2004).
Con el mismo espíritu y resultado abierto, los dos artistas volverán a presentarse en Café Vinilo (Gorriti 3780) el martes próximo desde las 21.
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