Es curioso, llevo varios días escuchando repetidamente el último disco de CLAUDIO H. —cantautor argentino que reside en España— y cada vez descubro en él nuevos matices y percepciones que me tienen totalmente "colgao".
Ayer, escuchándole una vez más, me vino a la memoria una preciosa experiencia que viví, hace años, en uno de mis viajes a Ecuador. Un domingo, estando allí, fui con unos amigos a la feria de artesanía que se celebra todos los fines de semana en Otavalo. Recuerdo que, después de hacer unas compras, la mujer que me las vendió —muy bella, por cierto— me regaló un caleidoscopio que según me contó lo había construido ella misma. Lo guardé en mi mochila y de vuelta al hotel, en Quito, rescaté aquel caleidoscopio. Me tumbé en la cama, y empecé a contemplar el fantástico mundo de luces, formas y colores que se iba desplegando conforme giraba el tubo: un espectáculo bellísimo. Era un caleidoscopio muy especial. Lo coloqué en la mesita que estaba junto a la cama y, durante la semana, que permanecí allí se convirtió en una verdadera obsesión... Lo miraba continuamente y me sentía muy relajado contemplando el siempre diferente paisaje que ofrecía a mi vista... ¡siembre diferente!... ¡siempre nuevo!
Pues bien, con este disco titulado El tiempo empieza ahora —de Claudio H.— me está pasando como con aquel caleidoscopio; lo tengo aquí, sobre mi mesa, y no me canso de escucharlo, y cada vez que lo escucho siempre surge de él algo nuevo que me sorprende musical y poÉticamente... Es, en efecto, como un «caleidoscopio de ritmos latidos, y horizontes».
Los "cristalitos" o los "espejillos mágicos" que contiene este caleidoscopio de Claudio H —que, al menos a mí, tanto me seduce—, es él mismo quien nos los enumera: «Este trabajo —nos cuenta— es el resultado de mucho tiempo de andar, investigar, aprender, escribir, probar, acertar, equivocarme, tocar instrumentos nuevos, jugar con los ritmos, mezclarlos, crear otros, escuchar, rimar, cantar con los amigos... hacer cosas que no sé».
Y cuando el CD se pone a girar, y se entremezcla todo lo que Claudio H ha puesto en su disco, surge una preciosa variedad de melodías y de canciones —"paisajes del alma"— que, como él también afirma, responden a una de sus convicciones más radicales: «Que cada día y noche que llegan han de ser recibidos abiertos los brazos, atentos los oídos, latiendo el corazón y celebrando que hay un próximo latido», y todo ello porque, hoy por hoy, «es tiempo de sentir con todos los sentidos, de brindar y andar un nuevo camino».
«La vida es un viaje de ida
todo son salidas que van
a dar al mismo final
lo que importa es la ruta emprendida
no hay huella que sea perdida
y al fin todo paso quedará
marcando alguna señal
de qué será…
me dice un amigo
el camino está en caminar...».
("El viaje de ida")
«Y hoy toca salir
levantar la cabeza
volver a vivir...».
("El taxista").
«El tiempo empieza ahora
y es tiempo de mirar adentro y ver
que no nos queda tiempo que perder
que perdido por perdido, ni siquiera un sueño».
("El tiempo")
«Sueño que puede cambiar por algo mejor, por algo que dar
con otro color, en otro lugar, con luz diferente con la que alumbrar
de nuevo la vida y bien sabes que el sol se puede nublar
y puede llover y luego parar, volver a salir, salir a mirar
que nada ni nadie por más que lo intente
se puede quedar en el mismo lugar por siempre».
("La suerte")
Además de todo lo dicho, en El tiempo empieza ahora, de Claudio H, hay algo más; algo que para mí es esencial y no muy común en el repertorio de algunos de nuestros afamados "cantautores"; algo que aparece dibujado en su disco y que es la clave que, al menos a mí, me permite entenderlo y disfrutarlo más intensamente. Es este dibujo:
Dibujo de Fernando Cetrángolo, tomado del libreto que acompaña al CD.
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A Claudio H., la música, las canciones, sus fusiones y mestizajes. su poÉtica..., le brotan del corazón y manan por sus arterias. Pero hay algo más —y muy importante—: ese corazón "latiente" y vivo de Claudio H. habita en su cerebro provocando que su pensamiento sea un pensamiento "de latidos", de sentimientos, de emociones, y, a fin de cuentas, de afectos... Fernando Cetrángolo —ilustrador del disco— ha sabido captarlo:
Dibujo de Fernando Cetrángolo, tomado del libreto que acompaña al CD.
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Es necesario decir, también, que en el caleidoscopio musical y poÉtico de Claudio H. interviene, de forma muy bella y activa, la participación de un equipo de músicos y colaboradores extraordinarios: Isidoro Fernández (flautas, saxo), Juan San Martín (bajo eléctrico), José San Martín (batería), Carlos Manzuco (percusión, batería), Miguel Ángel Bestard (fiscorno, tuba, bombardinos), Mario Díaz (teclados), Alexis Balanowsky (acordeón), Abdul Afazaz (darbuka, laúd árabe), Manu Clavijo (violines), Luzia Molina (voces y coros) y Gabi Exeni (coros). Lolo Moldes ha realizado las mezclas, José del Pozo la masterización y Fernando Cetrángolo el diseño y las ilustraciones.
Por último, no quiero finalizar este artículo —aunque se alargue un poco—, sin mencionar, al menos, tres canciones del disco El tiempo empieza ahora que me han parecido especialmente singulares y hermosas:
Por una parte, Los sueños, canción en la que Claudio H. recoge e interpreta toda la influencia árabe de la que está impregnada nuestra cultura —magnífica la intervención de Abdul Afazaz—; y El viaje de ida, tema en el que funde sus versos con los de Federico García Lorca y Julio Cortázar redimensionando los conceptos de tiempo y de reloj:
«El Tiempo
tiene color de noche.
De una noche quieta.
Sobre lunas enormes,
la Eternidad
está fija en las doce.
Y el Tiempo se ha dormido
para siempre en su torre.
Nos engañan
todos los relojes.
El Tiempo tiene ya
horizontes».
(Federico García Lorca. "Meditación primera y última")
«Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa». (Julio Cortázar. "Instrucciones para dar cuerda al reloj").
Y para concluir, resaltar el "guiño" de identidad que supone la hermosísima canción Chamamé del Paraná... Sin comentarios; compren el disco y ¡escúchenla!... Mientras tanto y para que empiecen a saborearla, aquí les dejo este vídeo grabado en la Sala Clamores, de Madrid... Por cierto, el próximo miércoles día 7, Claudio H. nos ofrecerá uno de sus conciertos en la Sala Galileo donde podremos escuchar, entre otras canciones, su Chamamé del Paraná.
El jueves 14 de marzo Mayte Martín presentó en el Teatro de la Maestranza de Sevilla su nuevo espectáculo: Tatuajes. Se trata de una colección de joyas de grandes autores universales llevados magistralmente al territorio particular de la artista. Con este concierto y con el disco que lleva el mismo nombre, rinde homenaje a la canción de autor más global, a la que traspasa fronteras y conforma una parte primordial de la memoria sentimental de diferentes generaciones.
Desde los veintiún años la argentina Carmen Aciar es una barcelonesa más, llegó para descubrirse en su arte por las calles de Barcelona, sumando sus propias historias desde que llegó en ese agosto de 2022 para habitar esta ciudad en sus incertidumbres, sus composiciones ya conforman su primer disco Historias mías.
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