Un grupo de activistas, entre los que se encuentra Luis Eduardo Aute, denunciaron hoy en la Amazonía ecuatoriana la contaminación dejada por la petrolera estadounidense Chevron con sus actividades extractivas y el "feo olor" que todavía subsiste en la zona, según indicó el sociólogo Emir Sader.
EFE - Luis Eduardo Aute, la activista catalana Monserrat Ponsa, y los brasileños, el sociólogo Emir Sader y el periodista Carlos Alberto de Almeida, se sumaron a la campaña del Gobierno ecuatoriano "La mano sucia de Chevron" con un recorrido por la zona donde la petrolera, condenada por daños ambientales en Ecuador, operó entre 1964 y 1992.
Allí visitaron el pozo Aguarico 4 y observaron los depósitos de crudo dejados por Chevron para constatar el olor "a demonios" que emana del lugar, según Ponsa.
También metieron sus manos en los retos del "pequeño lago" de crudo, como lo describió Aute, en un gesto que ya se ha convertido en un símbolo después de que el presidente del país, Rafael Correa, lo hiciera en la apertura de esta campaña, en septiembre pasado, para mostrar la "mano sucia" de la multinacional estadounidense.
Chevron fue condenada en 2001 por un tribunal de la provincia amazónica de Sucumbíos a pagar 19.000 millones de dólares en una sentencia que fue confirmada este mes por la Corte Nacional de Justicia, aunque la indemnización fue reducida a la mitad.
La multinacional, de todos modos, rechaza la sentencia y alega que fue exonerada en su momento por el Gobierno ecuatoriano, tras remediar el mal causado.
Aute, tras visitar el pozo, consideró que "alguien de Chevron" debería recorrer la zona "para ver si es un daño reparado" o "si es una trampa, un mero camuflaje de un trabajo que terminaron mal".
En Aguarico 4, según Sader, "se ve que la explotación imperialista tiene un color (...) y un olor muy feos".
El politólogo brasileño reprochó a los gobiernos ecuatorianos anteriores que "no hayan hecho nada para defender los intereses de las comunidades" del país.
El periodista Carlos Alberto de Almeida, a su vez, explicó la forma de actuar de la trasnacional y recordó que en su país, Brasil, hubo problemas con esta misma compañía porque "no usó las técnicas que hubieran evitado los daños de un vertido" y, al igual que en el caso de Ecuador, "trató de no pagar".
Por su parte, la petrolera estadounidense insistió hoy, a través de un comunicado, que el pozo Aguarico 4 (AG-4), al que acudieron los activistas españoles y brasileños, fue operada como reservorio de re-inyección de la estatal Petroecuador después de que Chevron salió del país.
"La remediación de piscinas en el pozo AG-4 es exclusiva responsabilidad de Petroecuador", asegura el escrito de Chevron en el que precisa que en 1996 su trabajo de limpieza en la zona fue avalada por autoridades e instituciones ecuatorianas.
El Gobierno ecuatoriano ya ha rechazado esta versión de la petrolera y ha asegurado que la compañía dejó unos mil reservorios de desechos petrolíferos en la zona que operó y que no remedió ninguna de forma efectiva.
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