Heredero natural de Paco de Lucía, José Fernández Torres, más conocido como Tomatito, reinó junto a su sexteto en uno de los templos del jazz de Nueva York, el Rose Theater del Lincoln Center, y ofreció un recital en el que, desde la humildad, desglosó todas las posibilidades de una guitarra.
EFE - Tomatito no pudo evitar empezar honrando a su maestro. "Es el mejor guitarrista de la historia, de atrás y de 'alante'", había dicho a Efe en una entrevista minutos antes del concierto. "Paco de Lucía ha abierto las puertas del mundo para nosotros y ha inventado una forma de tocar. Cuando me dicen que ha fallecido y me parece que no es verdad", aseguró.
Two Much / Love Theme, que grabó para su álbum Spain junto a Michel Camilo como homenaje a De Lucía, fue la canción que le puso en contacto con un público que se entregó a su magia y la de lo que él llama su "familia", esto es, el sexteto que forman sus compañeros de guitarra (José del Tomate y El Cristi), Moisés Santiago en el cajón y la batería, Kiki Coriñas y Simón Román en el cante y Paloma Fantova en el baile.
Coló acordes de Entre dos aguas pero, conforme avanzaba el recital, empezó a contradecir sus modestas palabras, pues los niveles de virtuosismo, su manera de desglosar las posibilidades de un mástil y seis cuerdas, le acercaron al olimpo flamenco al que pertenece De Lucía.
Tomatito era uno de los platos fuertes del Festival Flamenco a su paso por Nueva York. Llegaba de Cleveland (Ohio) y destaca del público estadounidense "que es 'calmaíta' y respetuosa". Raro es oír un "olé" o contagiar unas palmas. Pero en este país, en cambio, siente que hay un vínculo común con otro género musical tan de las barras y las estrellas como es el jazz.
"El soul, que luego fue el jazz, como el flamenco es música que sale de la verdad, del pueblo, de la tierra. No es una música colona. Viene de la tradición, de la marginación. Los negros, como los gitanos, estaban sufriendo en la fragua", asegura.
El guitarrista, que aprendió en la calle y que reivindica esa escuela como la más completa que cualquier academia homologada ("ahora, desafortunadamente, aprenden en YouTube", dice), no solo ha secundado a Camarón y a Paco de Lucía, sino que lo ha hecho con Frank Sinatra y ha ganado un César por la música que compuso para Tony Gatlif en Vengo.
"Los que somos un poco más jóvenes que los grandes maestros Camarón y Paco, tenemos la suerte de que el flamenco dejó de ser algo raro. Yo he podido gracias a ellos tocar en el 'Blue Note' (en Nueva York) y que viniera a verme mi ídolo, George Benson", recordó.
En el concierto se dio pronto a las alegrías, aunque también filtró notas de tango y de bolero. "Toco un poco de todo", dijo quien todavía disfruta desgranando los temas de su último disco en directo, Soy Flamenco, omega hasta ahora de una discografía cuyo alfa se llamó Rosas del amor, allá por 1987.
Tomatito, en el escenario, se ganó con el sudor de su frente ser la cabeza de cartel, pero cedió espacio para su equipo, hasta dejarse en segundo plano en beneficio de la bailaora Paloma Fantova, que puso al público en pie con su frenético taconeo, que casi incendió el escenario ocasionalmente convertido en tablao.
"El baile tiene los zapatos y el vestido. El cante es el instrumento natural que te da la vida, la voz que llega directa al corazón. Pero con la guitarra tienes que creértelo. Tienes que pasar del corazón a la madera y las manos", resumió.
Esta noche en Nueva York ("cómo suena decir que estás en Nueva York, siempre suena bien", reconocía) consiguió sin duda que el sentimiento llegara a la platea, que se puso en pie para investir al gran heredero de las mejores guitarras flamencas.
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