En el ranking de los guapos siempre sale, incomprensiblemente, Joaquín Sabina. Digo incomprensiblemente porque Joaquín es un feo de manual, trabajado en los rincones arrastrados de las juergas y las noches. Sin embargo, ejerce una gran seducción entre la mayoría de féminas, y hablo de atracción en el sentido más terrenal del término. Tiene lo que diríamos morbo, palabra indefinible que, sin embargo, genera efluvios de todo tipo en la fábrica hormonal. No conozco ninguna mujer, entre las que me encuentro, que no considere a Sabina un tipo muy atractivo, con el que perderse en alguna barra de bar. ¿Por qué? Quizá porque es el punto salvaje de nuestros deseos burgueses, la alegría gamberra de los días conservadores que son nuestros días, a pesar de las muchas revoluciones adolescentes. Sí. Quizá es el único sobreviviente del mito de la libertad sexual, esa que todo el mundo defendió y nadie conoció.
Tirada en el sofá de los ratos perdidos, escucho sus canciones y disfruto del doble lujo con Joan Manuel Serrat, y el tiempo se derrite como si fuera un reloj de Dalí. Como si la vida fuera ese fragmento de un poema canalla, cantado con su voz imposible. "Nos tocaba crecer y crecimos, vaya si crecimos,/ cada vez con más dudas, más viejos, más sabios, más primos". ¿Crecimos? O ¿solo sobrevivimos a los retos cotidianos, incapaces de parar la tiránica aguja del tiempo? Más viejos, sí; más sabios, no sé; más primos, sin duda, pero sobretodo más asustados, con la ruleta de la vida disparando cerca, llevándose gente querida, recordándonos nuestra extrema fragilidad.
Sí. Este es un homenaje a los dos, por lo mucho que llevan con nosotros, arruinándonos el tedio, exigentes bardos del gusto por vivir. Pero a Serrat le hemos dicho mucho que lo amamos, así que me permito un momento con Sabina, un ratito íntimo con el hombre del bombín. Si Serrat ha musicado la crónica de nuestros días, Sabina ha puesto letra a nuestras noches, y las noches han sido el refugio de los sueños. ¿Qué decirle, pues, a este canalla delicioso? Que nada, que gracias por cantarnos los deseos y los miedos.
El músico argentino Milo J lanza La vida era más corta, un álbum doble donde se cruzan el folklore argentino y los sonidos urbanos contemporáneos, en una obra que reúne a varias generaciones y cuenta con colaboraciones destacadas como las de Mercedes Sosa y Silvio Rodríguez.
Miguel Poveda hizo suyo el Gran Teatre del Liceu de Barcelona —uno de los grandes Teatros de la Ópera del mundo— en su concierto Distinto del 15 de Octubre, en el marco de la edición de 2025 del "Festival Jazz Barcelona".

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