El cantautor panameño, tal vez el exponente de la salsa más importante del mundo, revalidó títulos el pasado miércoles 30 de abril en el Teatro Gran Rex con un show espectacular en el que demostró intacto su gran caudal de voz y sus condiciones de showman.
Télam/Jorge Pailhé - Efectivamente, era la 1:15 de esta madrugada y un Blades vestido con su habitual traje gris y sombrero al tono agitaba nuevamente las maracas ornamentadas con la bandera panameña para cantar Muévete, exactamente con las mismas energía e impecable voz con los que tres horas y media antes había entonado La rosa de los vientos, dando rienda suelta a un fiesta de ritmo que contó con la complicidad de Roberto Delgado y su poderosa orquesta.
Blades es un contador de historias. Sus canciones son pequeños cuentos que narran lo que le sucedió a la niña de la alta sociedad que se escapó con un trompetista (Ligia Elena), el crimen a sangre fría de un sacerdote y su monaguillo (El padre Antonio) o la angustia que sufre la estudiante por un atraso de menstruación (Decisiones), por poner apenas tres ejemplos.
Y también lo es cuando, entre canción y canción, narra diversas situaciones relativas a algunas de sus creaciones, cuestión que evidentemente en parte fundamental de este espectáculo Cantos y cuentos urbanos con el que se presentó en Buenos Aires y que llevará a Neuquén (mañana 3 de mayo), Córdoba (el 9 de este mes) y Rosario (el 11).
Así, no sorprenden las entrañables menciones a Norma Pons, Cheo Feliciano y Gabriel García Márquez, ni sus recuerdos como candidato a presidente de Panamá en 1994, cuando salió tercero, y su actividad como ministro de Turismo entre 2004 y 2009, o sus delicadas referencias a una eventual nueva postulación presidencial para 2019, en los comicios siguientes a los que habrá el próximo domingo en su país.
En ese mismo terreno, Blades no deja nada librado a la interpretación y hace mención concreta a la polémica pública que mantuvo con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien le pidió que no opinara sobre su país en base a lo que le mostraba la televisión internacional.
"Quedé como piñata, me dieron de todos lados", dijo anoche Blades, por un momento sin la sonrisa que lo acompañó durante todo el show.
Pero además de las anécdotas que vivió con García Márquez, el salsero puertorriqueño Héctor Lavoe, el cantautor argentino Piero —presente en la sala— o sus menciones erróneas a "Los enanitos de la nada" y a "los redonditos, que el otro día hicieron un show para 195.000 personas", Blades desplegó un enorme concierto de dos docenas de canciones respaldado por la ajustada y contundente performance de los 12 músicos que lo acompañaron y una creativa producción audiovisual que ilustró varios de los temas.
Impecable en la interpretación y saludable bailarín a los 65 años, el panameño lució una voz desgarrada en Desapariciones, parecía cantar lamentos en Prohibido olvidar y El padre Antonio y le puso angustia a los versos de Cuentas del alma, cuya letra refiere a la vida de un hijo que se cría sólo con su madre.
Todos vuelven, que comienza con la frase "todos vuelven a la tierra en que nacieron", despertó ovaciones y lágrimas en el público cuando en la pantalla se sucedían retratos de Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Lou Reed, Paco de Lucía, Cheo Feliciano y Gabo García Márquez, recurso ya antes utilizado también para mostrar las fotografías de los desaparecidos argentinos en Desapariciones.
El show fue parejo en intensidad y calidad, si bien en lo musical alcanzó momentos de alta factura con el logrado disco-funk de Plástico, el ritmo contagioso de El cantante —el homenaje que Blades le hizo a Lavoe— y por supuesto el himno Pedro Navaja, cantado de comienzo a fin por el heterogéneo público —iba de los 15 a los 60 años— que colmó el céntrico teatro.
El cantautor cubano Silvio Rodríguez recorrerá Chile, Argentina, Uruguay, Perú y Colombia entre septiembre y noviembre, con diez conciertos previstos y una posible extensión en 2026.
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