Joan Isaac ha actuado por quinta vez consecutiva en la Fiestas Mayores de Gràcia y al igual que el año pasado una de las calles de este popular barrio de Barcelona se ha engalanado inspirada en una canción del trovador catalán. No sólo por eso, pero —abusando del chiste fácil— parece que Isaac está en estado de Gràcia.
Gràcia es una antigua villa catalana que tuvo la buena o mala fortuna de crecer entre Barcelona y la montaña. Allí fue donde la Virreina —la esposa del Virrey Amat— construyó su palacio de verano, huyendo de una Barcelona que no le perdonaba a su marido ni su apoyo al Borbón ni sus escándalos en Lima con la Perricholi. En pleno siglo XIX con una Cataluña metida de lleno en la Revolución Industrial, Barcelona empezó a expansionarse en dirección opuesta al mar hasta llegar a rodear la antigua villa. El mismo año que Cuba dejó de ser una provincia española, Gràcia pasó a ser un barrio de Barcelona hasta el punto de que hoy es el centro geográfico de la capital catalana.
Gràcia, a pesar de estos 111 años de barcelonalidad, ha mantenido vivas sus tradiciones y fiestas propias y una de ellas, la más visible, es la Festa Major que se celebra cada año desde el 15 de agosto y se prolonga a lo largo de más de una semana. En esta fiesta, muchas calles y plazas se engalanan siguiendo algún motivo y en cada una de ellas se celebran simultáneamente, conciertos, bailes, cenas, teatro, juegos infantiles, concursos y cualquier cosa que sirva como excusa para salir de casa en este húmedo, caluroso e insoportable verano septentrional.
![]() La calle Joan Blanques engalanada inspirada en la canción de Joan Isaac Tot és fràgil.
© Xavier Pintanel
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Este año, y con motivo del cincuentenario de La Cançó, se han celebrado varias actividades conmemorativas entre las que destacan “Les nits del Claustre” ciclo de conciertos diarios en el Oratorio de Sant Felip Neri en donde han participado Roger Mas, el sábado; Marina Rossell el domingo; Laura Simó y Francesc Burrull interpretando canciones de Serrat, el lunes, Francesc Pi de la Serra, el martes y Santi Arisa el miércoles. Hoy le toca el turno a Maria del Mar Bonet y Manel Camp.
![]() Detalle de la calle Joan Blanques
© Xavier Pintanel
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Pero ayer, por quinta vez consecutiva, actuó Joan Isaac. El trovador catalán, pletórico y en estado de gracia después de su éxito la semana pasada en la presentación de su nuevo CD Auteclàssic en Perelada junto con Luis Eduardo Aute, tenía otro motivo más de satisfacción: de la misma manera que el año pasado la calle Joan Blanques escogió su canción Gràcies, vida, gràcies, como motivo principal de su decoración; este año repetía honor con Tot és fràgil, otra de sus canciones.
Joan Isaac planteó el concierto de ayer alejado del lícito oportunismo que se hubiera podido permitir repitiendo en Gràcia el mismo espectáculo que en Perelada. Lejos de esto, dividió el concierto en tres partes.
En la primera, Joan, ofreció una antología —léase grandes éxitos— de su carrera. Canciones como Gràcies, vida, gràcies, T’estimo en la rutina, Havana dreamin’, Alícia i el mirall, Manfred, Tot és fràgil, Només han passat cinquanta anys, Breu cançó d'amor per a dues filles y Digue'm que no m'estimes. De entrada es sorprendente ver que, a diferencia de la mayoría de los otros trovadores de “largo recorrido” —eufemismo para identificar a aquellos que están cerca por encima o por debajo de las sesenta primaveras— Joan no necesita remontarse a los primeros discos y le bastan los últimos diez años para montar una antología de grandes canciones. En Joan, —con la excepción de La vida al sol, buen disco pero ligeramente circunstancial al estar compuesto después de superar una crisis de salud— cada disco es mejor que el anterior
En la segunda parte, presentó cuatro canciones de Auteclàssic: Les quatre i deu, Autotango del cantautor, Dos o tres segons de tendresa y A l’alba. Y en la tercera, presentó cuatro canciones nuevas que formarán parte de su próximo disco: Si t’enamores, fina y delicada canción; Vindràs, sensible; Aquests homes sols que parlen sols, interesante reflexión sobre la locura y la lucidez y, finalmente, Però no em parlis d’amor, pegadiza; que dio paso a los bises con Música, la inevitable A Margalida, Azzurro y la repetición de dos de los temas nuevos.
Un guión bien planificado que lleva a la siguiente reflexión: hay que estar inspirado para componer todavía canciones antológicas; hay que ser humilde y generoso para que, a pesar de la inspiración, se dedique tanto tiempo y esfuerzo en un proyecto como el Auteclàssic; y, por último, hay que tener creatividad para estar estrenando canciones del próximo disco cuando apenas se está presentando el último.
Inspiración, humildad, generosidad y creatividad son, de alguna manera, estados de gracia.

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