A Drexler lo arrancaron de sus vacaciones pero vino, vio y venció.
Jorge Drexler no vino a hacer un concierto. Estaba de vacaciones, lo llamaron para el festival Acústica de Figueres y se planteó el concierto como una actividad estival más. Y le salió bien.
Drexler planteó el concierto a modo de divertimento. Se permitió la licencia de hablar con el público, preguntarles qué querían escuchar y, lo más insólito, hacerles caso y cantar lo que pedían. Y el público por pedir pedía desde La huella de tu mirada, canción que Drexler no interpretaba desde que la grabó en el disco Llueve, hasta la Garota de Ipanema que improvisó como pudo.
Aunque el Claustre Ramon Muntaner estaba con todos los boletos vendidos, la acústica y el respeto del público le permitieron cantar varias canciones totalmente desenchufado, esto es, sin micros ni ningún tipo de amplificación.
El trovador uruguayo estaba a gusto y supo contagiar esta sensación al público. Era Drexler tocando en el salón de su casa. Esta situación le permitió, a parte de interpretar también sus grandes éxitos, “jugar” con versiones y así interpretó el Billie Jean de Michael Jackson por milongas. También por milongas y también en inglés a Leonard Cohen, en portugués a Caetano Veloso, en italiano a Luigi Tenco y en catalán al grupo Gossos.
Jorge Drexler consiguió emocionar y divertir y realizó un concierto único e irrepetible. Una guitarra y un trovador, nada más. Más de uno recordó porqué le gusta la trova.
El cantautor y poeta extremeño Pablo Guerrero, autor de A cántaros, murió a los 78 años en Madrid tras una larga enfermedad; su obra unió canción, poesía y compromiso político durante más de medio siglo.
En un Palau Sant Jordi abarrotado, Joaquín Sabina se despidió de Barcelona con un concierto que fue al mismo tiempo un inventario de vida y un abrazo multitudinario a través de veintidós canciones que, tras más de medio siglo de carrera, ya no le pertenecen solo a él.
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