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Entrevista

Marta Casas: «He absorbido mucha música folclórica y mucho jazz»

por Federico Francesch el 15/02/2015 

Marta Casas es una cantante que a pesar de que acaba de presentar su primer proyecto personal, Soniando, lleva muchos años en el mundo de la música, y también unos cuantos preparando esta salida pública de su disco.

Portada del disco «Soniando» de Marta Casas.Un disco que se empezó a gestar, hace unos años, en una estancia, por estudios, en el Berklee College of Music de Boston, como ella nos comentaba: “Fui a estudiar allí durante un verano, para aprender más jazz, porque es como la meca del jazz allí en EE.UU.; y tuve la suerte de conocer a un pianista de Huelva que se llama Juan Pérez Rodríguez, que tocaba flamenco-jazz y nos hicimos amigos. Empezamos un día a probar canciones y probando precisamente la nana, Soniando, de José Lera, empezamos a rearmonizarla.”

Y así nació el proyecto que nos presentaba el otro día en la sala Jamboree de Barcelona. Un proyecto personal y arriesgado… Porque lo que no hemos explicado es que el nuevo disco de Marta Casas es un disco que une la jota aragonesa con el jazz. El jazz de Berklee, con la jota de toda su vida: “Mi madre es aragonesa, de Huesca, y allí hay muchos grupos folclóricos y tengo una prima que cantaba en uno de ellos y muchísimas veces la íbamos a ver. Es una música muy familiar para mí. Empecé con 14 o 15 años a cantar y a bailar en el Centro Aragonés de Barcelona, y no parábamos de hacer actuaciones. De ahí me viene, y de escucharlo mucho en casa, también”.

Hasta que se decidió a estudiar música: “Hice magisterio musical, la diplomatura, y me interesó la música moderna. Siempre me ha interesado la música moderna, incluso cuando estuve diez años cantando en un coro de música lírica. A los 23 años, cuando acabé la carrera, me decidí a estudiar canto moderno y técnica vocal en Eolia, una escuela de interpretación de Barcelona, y allí empecé diferentes proyectos: Un proyecto de música soul que se llamaba Brandy Blues, luego un ensamble vocal con temas arreglados de teatro musical, y así, poco a poco, fui haciendo….

Pero el gusanillo del jazz estaba presente: “Me gustaba el jazz, quería aprender jazz; y en el año 2007 me apunté en el Taller de Músics. Luego hice las pruebas de acceso para hacer el grado superior de jazz en el Liceu, y no he parado”. Y en medio, su experiencia en los EE.UU.: “Lo de Berklee fue, justo antes de empezar el grado superior de jazz. Fue un verano que me apetecía marcharme fuera y quería probar entrar en Berklee e hice una prueba de acceso. Me aceptaron, incluso me becaron. Lo que pasa es que las matriculas de Berklee son…, son astronómicas y yo no me lo podía permitir. Me dieron media beca y yo la otra media no me la podía pagar, así es que decidí quedarme en Barcelona. Pero bueno, fue una experiencia muy bonita y los meses que estuve allí aprendí muchísimo, porque estás metido en ese circuito, todo el mundo es de fuera, muchísimas músicas de todo el mundo y muchas horas para estudiar, y cantando un montón, claro. Allí se inician un montón de proyectos, de la misma manera que yo inicié este proyecto con Juan. Es un ambiente en el que la gente en seguida se enreda a hacer cosas y aparte que tienes los medios para hacerlo, hay muchas aulas y estudios de grabación y materiales… Juan se quedó allí, estudiando; ahora vive en Nueva York.

Entonces, como decíamos, comenzaron la andadura de este Soniando que presenta, arreglando los primeros temas: “Tres temas: Soniando, La luna y Las Águilas de Aragón. Yo he cantado música tradicional toda la vida y jazz, pero él tenía una visión más horizontal de la armonía, con lo cual me daba muchísimas ideas. Tenía, además, muchísimos estudios clásicos y bueno me ayudo a abrir un poco esa ventana a la hora de cantar de una música que yo había cantado toda la vida desde pequeña, y que era algo tan sólido y tan arraigado en mí que me costaba una barbaridad cambiarle el tempo, cambiarle el fraseo, incluso la armonía, oír diferentes armonías a la hora de cantar. Poco a poco fui encontrando un sonido mucho más personal.

Al volver a Barcelona, ya tiene la seguridad de que continua con su idea de unir jota y jazz y encuentra a Gabril Zenni en el conservatorio del Liceu, con quien decide volver a poner el proyecto en marcha: “El primer año, con Gaby, que es el pianista, fue como un poco el compartir, enseñarle lo que sabía y él también; y absorber mucha información que me estaban dando allí para poderla aplicar a mi proyecto. El siguiente año, el 2011- 2012, fue cuando se incorporaron Roger [Gutiérrez] y Eric [Kopetz]. Ya teníamos los temas muy bien planteados. Yo los tenía en la cabeza y ellos se han encargado de hacerlos sonar. Hicimos una intentona de grabar, pero tampoco teníamos los medios; faltaba un poco la maduración del tema; y vas muy mal de tiempo, porque estás muy focalizado en la carrera.

Un primer intento al que siguió, finalmente, la grabación definitiva, después de todo un trabajo de hormiguitas: “Ha sido poquito a poco, poquito a poco, sin correr. Muchos ensayos, pensadísimo, y claro, suena sólido porque llevamos mucho tiempo tocando todas estas canciones y mucho tiempo tocando juntos. Al final en diciembre de 2013 grabamos todo el disco, en una tarde, porque como llevábamos mucho tiempo…” La grabación la hicieron, no solamente de forma rápida, sino intentando también crear la atmósfera adecuada: “Grabamos canción por canción, pero todos a la vez. En jazz es súper importante, porque es comunicación pura y cada toma es diferente.” Y entonces empezó la labor de encontrar la forma de hacerla conocer: “Durante todo el 2013, fue buscar gente que me ayudase a tirarlo adelante, porque aunque llevaba muchos años haciendo música, no tenía los medios ni los contactos para hacerlo ni para darme a conocer.” Y aquí fue cuando apareció Nuevos Medios, como nos explicaba María Pacheco, la actual directora de la discográfica que finalmente ha editado su trabajo. Le llego a ella que, y enseguida, vio el potencial de la propuesta y les dio todo su apoyo.

Marta Casas está satisfecha porque cree haber conseguido lo que buscaba con Soniando: “La verdad es que estoy muy contenta de la calidez que tiene, que no es la calidad, pero también, espero [risas]. Simplemente, lo que nos interesa es aportar nuestro punto de vista musical y darlo a conocer a la gente; sobre todo, con mucho sentimiento y mucho amor hacia las dos músicas que para mí han sido tan importantes.

Para ello ha trabajado mucho: “Para poder cantar como estoy cantando ahora, yo he absorbido mucha música folclórica, muchas cantantes de música aragonesa, por ejemplo Regina Trigo, que es una cantante de jotas de Huesca, del grupo de Santa Cecilia, una chica que tiene su vida... Pero, para mí, cuando va a cantar, es la mejor que hay. Y luego, pues claro a nivel jazzístico tienes a Billy Holiday, Ella Fitzgerald, también me gusta mucho Dianne Reeves, un abanico muy amplio, y no solo de jazz…, Aretha Franklin… Hay un montón de música que he absorbido.”

No solo ha sido la discográfica donde ha encontrado todo el apoyo, explicaba, también ha tenido cerca a muchas otras personas: “Para poder llegar a esto también he tenido la ayuda de gente… mis profesoras de canto, Celesta Alías o Mayte Alguacil, que son unas grandes cantantes de jazz de Barcelona.” De esta última recibió una orientación directa que, cree ella, necesitaba: “Mayte estuvo durante los dos meses previos de grabar el disco, pasando las canciones conmigo. Me intentaba orientar un poco, porque muchas veces las canciones… aún quedaban muy ajotadas. Aún me cuesta modificar la jota, y ella me ayudó sobre todo con los fraseos, con las cadencias, buscando tensiones, las melodías, me ayudó mucho, me ayudó un montón.

Marta Casas en la sala Jamboree de Barcelona. © Federico Francesch
Marta Casas en la sala Jamboree de Barcelona.
© Federico Francesch

Le pedimos, entonces, a Marta Casas, que nos fuera hablando de cada una de los cortes de su disco, Soniando:

La Jota Triste: “Es una canción que habla sobre las segadores que es una faena del campo que está prácticamente extinguida, por no decir del todo. Bueno, me gustaba porque mi familia viene de ahí, mi abuelo era hortelano, vivía en el campo. Era un homenaje también a las mujeres aragonesas. Es a trío, con bandurria, y es un arreglo mío. Un tema de un músico del Grupo Santa Cecilia, en tono menor, lo que no es muy común en las jotas aragonesas. Era más común en el pasado por su origen mozárabe, sefardí, judío.

La luna: “Es un arreglo de Juan y mío. Son dos jotas de estilo, coplas de cuatro versos que se repiten alternadamente, y que están unidas mediante una modulación y un pedal. La idea de mantener así todo el rato tan abierta e ir metiéndome en la voz, pues era porque en ese momento estábamos tan cansados, que se quedó él casi dormido tocando la nota sol y yo iba cantado por encima y me olvidaba de entrar a tiempo. Luego, al escuchar las grabaciones dije: «¡Ostras, pues queda bien! Se va a quedar así.

La Damad’Aragó: “Una romanza siglo XIV de la Corona de Aragón, un homenaje también a la música tradicional catalana. Ya la conocía desde hacía muchos años, pero se la escuché a un grupo de folclore de Aragón, Biella Nuei, y fue como una especie de… Vi allí que podíamos darle un buen toque jazzístico a este tema.

Las esbriznadoras: “Una canción que a mí me gustaba mucho cantar en el Centro Aragonés. Es una canción tradicional muy bonita que habla de las mujeres que cosechaban el azafrán. Aquí vamos a trío también, con un arreglo un poco peculiar, mezclando swing…

S’ha feito de nuey: “Una romanza por todo lo alto, muy conocida en todo Aragón. Una canción en cheso —una variante del aragonés—, que me ha gustado siempre muchísimo y tenía que estar en este disco. Es un tema de José Lera, del mismo de Soniando.

Mi amor por Jaca: “Es una canción de Javier Jiménez, que también había conocido por los grupos de folclore, que lo cantaban mucho, y que escuché a Inmaculada Bescós. Me gustaba porque era una canción muy visual, que habla mucho de los Pirineos, del agua… Y siempre que la cantaba me llevaba un poco a esas tierras.

Las Águilas de Aragón: “Es otro arreglo que hicimos Juan y yo en EE.UU. Compuesto por Salvador Ruiz de Luna, es otro tema que me gustaba muchísimo. Habla del valle de Alcubierre, que es el valle que está al lado de dónde es mi familia. Me gusta porque es una historia de amor entre un pastor y una joven…

Soniando: “Es una nana, de José Lera, en cheso. Es con la que empezamos este proyecto, y para mí es muy importante porque la cantaba desde pequeña en el Centro Aragonés. Es especial porque significa muchas cosas, no solo que empecé el proyecto con ella; me remete mucho más a la infancia…

La flor de albahaca: “La última; una canción tradicional pura y dura. Son dos jotas de estilo que yo cantaba con mi abuela mucho, La Magallonera y Flor de Albahaca. Una letra que le cantaba mi bisabuelo a mi abuela y mi abuela me la cantaba mucho a mí. Era mi fan número uno y siempre cantaba con ella y así que, mira, era mi punto emotivo.” Un tema en el que ha abandonado al combo de jazz: “¡Ah! [se ríe] Bueno, quise añadir bandurria. Fue la idea de hacer guitarra y bandurria, también colaborar con mis compañeros del Centro Aragonés de Barcelona… El bandurria, era profesor de la rondalla; me ha visto a mí empezar a cantar jotas; era poner en un disco tan personal una parte de mí muy importante.

Y así con este tema se acaba el disco. Un tema que en su reciente presentación en Barcelona, en la Sala Jamboree, no cantó. Aunque sí que interpretó otras canciones, como la Habanera de Egea; El villano de Bielsa; Nacida en Argel; o El cántaro, a dúo junto al percusionista Plácido Muñoz; que no están en el CD.

Marta Casas ahora está centrada en éste, su nuevo trabajo, que va a empezar a pasear por toda la geografía, con la ilusión de enseñar esta unión que ha conseguido, junto a su grupo, de la jota y el jazz, que ellos han ido trabajando pausadamente pero sin pausa, madurando unas ideas que tenían muy claras y que se han reflejado en este magnífico trabajo editado de forma fantástica, como ya nos tiene acostumbrados Nuevos Medios, con las letras de las canciones y toda la información técnica necesaria. Es un trabajo que se nota que se ha hecho desde el corazón, pero sin por ello olvidar la responsabilidad de unir géneros dispares, lo que se ha conseguido a base de respeto y saber hacer.






 
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