Vino desde sus tierras aragonesas a darnos un concierto sereno pero simpático, desinhibido pero serio, acercándonos musicalmente a las gentes de Catalunya y de Aragón. Joaquín gustó mucho en su concierto barcelonés.
![]() Joaquín Carbonell en el festival BarnaSants.
© Joan Carles Martínez
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Joaquín Carbonell nos acompañó esta vez, un experimentado cantautor. Hace poco teníamos a Quique Ubieto en el festival y dentro de muy poquito escucharemos a María José Hernández, podemos decir que en esta edición del BarnaSants la participación aragonesa es amplia e importante. Los tres tienen algo en común que está siempre latente en sus actuaciones y en sus canciones: a su paisano José Antonio Labordeta.
A pesar de que ya estuvo en alguna edición anterior de BarnaSants confieso que le había perdido la pista y hacía mucho que no sabía de ese cantautor tan importante en tierras mañicas. Error grave el mío, lo confieso. Desde aquel disco de vinilo que tengo en casa que se llama "Dejen pasar" donde dice aquello tan bonito y tan actual también de "Con razón o sin razón el fuerte está en posesión del mango, de la sartén, de la carne y del carbón". En los setentas ya era así y así seguimos con la diferencia de que el fuerte es aún más fuerte y la carne cada vez es más escasa para los de abajo.
No ha cambiado mucho el discurso de Joaquín pero sin duda lo ha enriquecido estos años con otras cosas. Su admiración por Labordeta quedó patente en su concierto. A pesar de que en esta edición BarnaSants conmemora los 20 años de la desaparición de Ovidi Montllor, es más que habitual que distintos cantautores mencionen con emoción todavía (a veces no contenida) al maño José Antonio Labordeta y con Joaquín volvió a pasar de nuevo. En su repertorio habitual siempre hay canciones de su paisano y en su concierto también escuchamos varias.
Se presentó con tres músicos: José Luis Arrazola en guitarra, Coco Balasch en el bajo y Richi Martínez en teclados y voces, una formación seria que hizo su trabajo con sobriedad. Con ellos fue desgranando una a una todas las canciones de un amplio repertorio. Más de dos horas de concierto y dos docenas de canciones para un auditorio feliz que disfrutó de la música y la buena comunicación con el artista que interpretó canciones propias alternándolas con ajenas, de Sabina, del mencionado Labordeta, de Serrat, Aute, Brassens, Leonard Cohen, poemas de Pablo Neruda y finalizando ya Si se calla el cantor de Horacio Guarany.
Personalmente me alegra haberme reencontrado con Carbonell. Tiene una trayectoria amplísima y una larga experiencia. Sabe estar en el escenario y a pesar de que no es ningún niño conserva una voz bastante bien timbrada y canta sin complejos y con naturalidad, casi como si lo hiciera en el comedor de casa, con el conocimiento de que su auditorio es gente muy próxima y los que no lo son, terminan siéndolo también.
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