Con la paciencia con la que se trabaja el hecho artístico bien sedimentado, el guitarrista Juan Falú y el vientista Marcelo Moguilevsky comenzaron anoche en el Espacio Tucumán de Buenos Aires (argentina) el registro de un tercer álbum de la dupla.
Télam/Mariano Suárez - El registro en vivo, que prosigue a dos antiguos encuentros —también grabados—, revelan saludables continuidades y evoluciones en las trayectorias de ambos músicos.
Sin aditamentos externos, ausente de todo movimiento publicitario, Juan Falú y Marcelo Moguilevsky consumaron un nuevo encuentro con la convicción de que la sorpresa musical deviene —también— del acto de compartir la música, cruzando el estudio, el acto academicista y el oficio callejero.
La fórmula fue la propia de dos artistas que conocen sus temperamentos y potencialidades: un repertorio clásico de la música popular, un acuerdo primario sobre las coordenadas tonales de cada obra y un campo abierto para improvisar sobre melodías y armonías que —en algunos casos— ya vienen tocando, con matices, desde hace décadas.
Ese mismo espíritu había forjado Improvisaciones sobre el folclore argentino (1996) y Semitas (2003), los dos encuentros registrados previos entre Falú y Moguilevsky.
"El tiempo fue esculpiendo nuestra sensibilidad", explicó el guitarrista tucumano en el prólogo de la grabación, que incluyó algunas obras que ya habían formado parte de los encuentros anteriores como la Chacarera del 55 o La Vieja.
"El resultado es producto de la espontaneidad. No hay nada armado y tocamos sin arreglos. Sobra con una charla previa", aportó, por su parte, Moguilevsky.
La apertura del registro tuvo como estandarte a la Zamba del laurel (Gustavo Leguizamón y Armando Tejada Gómez), en versión instrumental. "Con los años uno elige tocar más lento así que es una noche con muchas zambas", anunció Falú.
En el esquema del dúo, Moguilevsky, con diferentes timbres, asumió la función melódica permitiendo al tucumano la improvisación del arreglo en vivo o mayor libertad para la progresión armónica, con el pulso rítmico escondido o apareciendo en forma flexible para enfatizar las otras dimensiones de la música.
Así se fueron sucediendo, por caso, la Zamba de Argamonte, Si llega a ser tucumana, el tango Nada, la chacarera La cruzadita o la vidala Imposible, más alguna canción cantada como la huella De ida y vuelta, de Roberto Yacomuzzi y Lalo Molina.
En la sección de bises el dúo entregó una versión instrumental de la Zamba del Arribeño (Néstor Soria-Juan Falú), acaso con el pulso moroso que mejor calza en el estilo del guitarrista tucumano y que tiene en su formato cantado, una audaz e invencible interpretación con Liliana Herrero.
La grabación del disco Falú-Moguilevsky continuará hoy con una segunda sesión en el Espacio Tucumán (Suipacha 40, Buenoa Aires), desde las 20.30.
La cantautora Judit Neddermann y el guitarrista Pau Figueres presentan un nuevo álbum conjunto, con doce canciones en castellano, catalán, portugués y francés, grabadas en directo en estudio. Entre ellas, una nueva versión de Vinc d’un poble con Joan Manuel Serrat y temas originales que combinan pop, folk, jazz y música popular brasileña.
El cantautor chileno Patricio Anabalón lanza el single Danza con la participación de Silvio Rodríguez, en una obra producida por Javier Farías y enriquecida con los aportes del Cuarteto Austral, Felipe Candia y otros destacados músicos e ilustradores; en un encuentro generacional de la canción de autor.
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